COP21, inteligencia contra el cambio climático
Seis propuestas de trabajo para paliar las consecuencias del calentamiento global.
31/10/15 · 7:00
Este tema es muy serio. Probablemente uno de los más serios a los que
se tiene que enfrentar la humanidad los próximos años. Por ello se propone una política basada en la ciencia, en la mejor ciencia disponible. Actuaciones que se basen en las evidencias recogidas por el Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC). Sin embargo, no se está trabajando a la altura del reto. Las políticas aplicadas hasta ahora son contradictorias, confusas, inseguras, ineficaces e ineficientes.
La Agencia de Estados Unidos para la Ciencia afirma con una certidumbre del 97% que 2015 ha sido el año récord en calentamiento global y el del agosto más cálido, y que, por ello, el tema es cada vez más urgente, imprescindible e ineludible en la agenda política. A continuación y pensando en la próxima Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21), que arrancará en París el 30 de noviembre y donde, según muchos expertos, “nos jugamos el futuro”, se proponen una serie de actuaciones para no superar los dos grados centígrados marcados como margen a partir del cual habrá problemas irreversibles.
Por otra parte existen políticas contradictorias tanto en infraestructuras como fiscales. España es un ejemplo más de los países que han promovido políticas incentivadoras de sectores que favorecen el cambio climático.
En España las emisiones del sector energético son un 70% y por ello es evidente dónde debe actuarse, tanto para aumentar la eficiencia, como la sustitución de combustibles, o tecnologías más contaminantes como el carbón o el gas por energías renovables. Es cierto que el gas emite menos que el carbón, pero ¿para qué pasar por el gas si podemos ir directamente a las renovables?
Esta actuación está justificada, ya que los instrumentos de mercado no han funcionado e, incluso, los que contaminaban cobraban. A estas empresas contaminantes les han llegado “regalos caídos del cielo,” en forma de venta de emisiones de bonos de CO2. Sería interesante que hubiera compromisos por parte de estas empresas en cuanto a devolver el dinero así recogido o comprometerse a invertirlo en inversiones bajas en carbono, en energías renovables o en I+D.
Otro tanto ocurre con los países. Es preciso adoptar ambiciosas medidas de reducción desde ahora mismo para cerrar la brecha de emisiones antes de 2020, especialmente por parte de los países desarrollados, y también establecer mecanismos posteriores al acuerdo de París que permitan aumentar la ambición de estos objetivos, sobre todo si se observa un agravamiento de los escenarios climáticos.
La Agencia de Estados Unidos para la Ciencia afirma con una certidumbre del 97% que 2015 ha sido el año récord en calentamiento global y el del agosto más cálido, y que, por ello, el tema es cada vez más urgente, imprescindible e ineludible en la agenda política. A continuación y pensando en la próxima Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21), que arrancará en París el 30 de noviembre y donde, según muchos expertos, “nos jugamos el futuro”, se proponen una serie de actuaciones para no superar los dos grados centígrados marcados como margen a partir del cual habrá problemas irreversibles.
1. Evitar políticas contradictorias
Existen millones y millones de euros destinados a subvenciones perjudiciales para el medio ambiente con las que se agrava cambio climático. Muchas de ellas las hemos visto estos días en la industria automovilística, pero también son evidentes en la energética a través de las subvenciones a los combustibles fósiles o a las petroleras.Por otra parte existen políticas contradictorias tanto en infraestructuras como fiscales. España es un ejemplo más de los países que han promovido políticas incentivadoras de sectores que favorecen el cambio climático.
2. Reducir emisiones sí o sí
Los distintos actores tienen diferentes responsabilidades y cada uno debe actuar. Esta reducción de emisiones deberá afectar a todos los sectores (energía, transporte, industria, agricultura, edificación, gestión de residuos) y tendrá que ser tanto por mecanismos obligatorios y/o voluntarios. Por sectores, en todo el mundo un 26% de las emisiones se debe al sector energético, un 19% a la industria, un 17% al sector forestal… hacia aquí habrá que dirigir los esfuerzos.En España las emisiones del sector energético son un 70% y por ello es evidente dónde debe actuarse, tanto para aumentar la eficiencia, como la sustitución de combustibles, o tecnologías más contaminantes como el carbón o el gas por energías renovables. Es cierto que el gas emite menos que el carbón, pero ¿para qué pasar por el gas si podemos ir directamente a las renovables?
3. Poner precio al carbono
Un precio del carbono alto y progresivo impulsará el cambio necesario para que se normalicen las tecnologías limpias o las energías renovables y fomentará la reducción progresiva de nuevas emisiones, el aumento del potencial de innovación, y que las inversiones sean más rentables.Esta actuación está justificada, ya que los instrumentos de mercado no han funcionado e, incluso, los que contaminaban cobraban. A estas empresas contaminantes les han llegado “regalos caídos del cielo,” en forma de venta de emisiones de bonos de CO2. Sería interesante que hubiera compromisos por parte de estas empresas en cuanto a devolver el dinero así recogido o comprometerse a invertirlo en inversiones bajas en carbono, en energías renovables o en I+D.
4. Responsabilidades diferenciadas
Tan solo 90 compañías son responsables de dos terceras partes de las emisiones totales causadas por el ser humano. Chevron, Exxon, BP, etc.. son algunas de ellas, con cifras en torno al 3%. La española Repsol sería responsable de un 0,22% del cambio climático mundial. Tan solo 90 compañías son responsables de dos terceras partes de las emisiones mundiales de origen humano Es mucho más fácil incidir en las emisiones fijas que en el resto de las emisiones difusas realizadas por los otros 45 millones de decisores. Si se desea que la responsabilidad social corporativa no sea sólo retórica social corporativa, será necesario que todas las empresas empiecen a determinar con exactitud cuáles son sus emisiones reales y en qué medida influyen en el cambio climático”.Otro tanto ocurre con los países. Es preciso adoptar ambiciosas medidas de reducción desde ahora mismo para cerrar la brecha de emisiones antes de 2020, especialmente por parte de los países desarrollados, y también establecer mecanismos posteriores al acuerdo de París que permitan aumentar la ambición de estos objetivos, sobre todo si se observa un agravamiento de los escenarios climáticos.
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