sábado, 31 de octubre de 2015

Nuestra percepción de la “verdad” puede explicarse como una interfaz informática de la realidad

Nuestra percepción de la “verdad” puede explicarse como una interfaz informática de la realidad


Evolution-des-wissens
¿Cómo saber que la realidad que se presenta a nuestros sentidos es la “verdadera” realidad? Según el científico cognitivo Donald Hoffman, la filosofía y la epistemología no son un problema desde el punto de vista evolutivo: con su teoría de la interfaz de la percepción (ITP por sus siglas en inglés), Hoffman explica que las especies evolucionan para adaptarse y sobrevivir a su medio y que nuestra percepción sensorial obedece a este fin, en suma, a construir un modelo de la realidad que asegure mejores probabilidades de vivir y reproducirse.
Se trata de una analogía que compara la percepción de un ser vivo al comportamiento de un usuario frente a una computadora: las cosas que vemos o percibimos en el mundo no son más que iconos con un propósito evolutivo –de lo contrario no aparecen en nuestra percepción, porque no son relevantes en términos de supervivencia. Por ejemplo, los humanos no necesitamos observar el espectro luminoso infrarrojo simplemente porque tenemos otras herramientas para movernos por el mundo, pero dicho espectro facilita la geolocalización y el cálculo espacial en otras especies.
Para nosotros, una botella de cerveza es sólo eso, pero para el macho de la cucaracha Julodimorpha bakewelli (cuyas hembras son grandes, brillantes y marrones) la misma botella se parece a una hembra a la cual montará, sin éxito, hasta perecer de cansancio o inanición. Según Hoffman, esta especie estuvo al borde de la extinción porque sus sentidos perceptuales no le permiten percibir la realidad (i. e., que se trata de una botella de cerveza y no de una hembra) sino solamente un objeto grande, brillante y marrón. 
Hoffman explica en su charla TED que su teoría se basa en investigación con simuladores evolutivos, donde los organismos digitales dotados de sistemas perceptuales hechos para percibir la “verdad” fueron sobrepasados por aquellos programados solamente con fines de supervivencia. Como afirma el periodista Michael Shermer, “la evolución diseñó nuestros sistemas sensoriales para comportarnos adaptativamente, no para la representación realista”. En ese sentido, nuestra percepción es un constructo informático (hecho de información, sí, pero también uno que se comporta de manera análoga a las computadoras de escritorio) del que los seres vivos extraen información relevante para su supervivencia y descartan otra, apoyados por las herramientas de las que la evolución los ha dotado a través del tiempo.
Podríamos pensar que el pensamiento y nuestras supuestas aptitudes racionales conforman la ventaja evolutiva de los humanos en esta lucha por la adaptación y la supervivencia: podemos elaborar teorías e imágenes acerca del río, como Heráclito, o del fuego, pero en primera instancia nuestros cuerpos nos informan de que uno moja y el otro quema. Seguramente los peces perciben el “icono” del agua de una forma totalmente distinta a como lo perciben los seres que viven fuera de ella. En otras palabras, la realidad del pez y la del hombre no son mutuamente excluyentes, sino que se construyen –siguiendo el modelo de Hoffman– dentro de la percepción como modelos adecuados para la supervivencia de nuestras respectivas especies, sin que ninguno de los dos modelos sea más “falso” o “verdadero” que el otro.

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