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Rusia negocia con EE UU y sus aliados una transición en Siria
Juan Carlos Sanz
Los
jefes de la diplomacia de Rusia, Estados Unidos, Turquía y Arabia Saudí
se reunieron ayer en Viena en un encuentro sobre Siria sin precedentes
desde que se inició la guerra civil en el país árabe hace más de cuatro
años. Los cuatro cancilleres reafirmaron el compromiso de sus países de
preservar la unidad territorial de Siria. Los reunidos se emplazaron a
una nueva cita, sin concretar ninguna fecha, para proseguir una
negociación que dé inicio a una transición política que no implicaría la
salida inmediata del presidente Bachar el Asad.
Tras su reunión sorpresa del martes con Bachar el Asad, el presidente ruso, Vladímir Putin, anticipó el jueves que Moscú pretende plantear a los principales países implicados en el conflicto una salida política mediante una transición con supervisión internacional en la que se cuente con el mandatario sirio. A este respecto, el titular ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, negó tras la reunión que en Viena se hablara de la salida de Bachar el Asad.
“Nuestros socios están obsesionados con la figura del presidente de Siria, pero nosotros hemos confirmado nuestra posición”, resumible en que “la suerte de Siria, la del presidente y la de otras autoridades [del país] deben decidirla los propios sirios”, subrayó Lavrov, que hizo hincapié en el compromiso internacional de preservar la integridad del país árabe.
El jefe de la diplomacia saudí, Adel al Jubeir, admitió por su parte que los cuatro países siguen sin ponerse de acuerdo sobre la situación de El Asad y, lo más importante, si debería continuar como presidente tras cuatro años y medio de guerra civil.
La reunión cuatripartita, que puso de relieve las diferencias existentes entre los países implicados, no arrojó resultados prácticos, más allá de emplazar a una cita internacional “más amplia” por parte del secretario de Estado norteamericano, John Kerry. Kerry y sus homólogos acordaron “consultar con todas las partes e intentar reunirse pronto en una cita más amplia para explorar si hay suficientes puntos en común para avanzar en una solución política”, declaró el portavoz adjunto del Departamento de Estado desde Washington. En el lenguaje diplomático al uso, Kerry calificó la reunión de “productiva”.
Bilateralmente, Rusia y Jordania —cuyo canciller no participó en la minicumbre de Viena— acordaron coordinar sus acciones en Siria, incluidas las de sus respectivas fuerzas aéreas, “mediante un mecanismo de trabajo basado en Amán”, informó el propio Lavrov en Viena.
Kerry y Lavrov se reunieron por separado antes de sentarse a la mesa con sus homólogos turco, Feridun Sinirlioglu, y saudí, los dos países suníes enfrentados abiertamente al régimen prochií de El Asad y que apoyan a algunas de las fuerzas rebeldes sirias.
La guerra de Siria se ha convertido ya en un conflicto de repercusiones internacionales, que ha causado 250.000 muertos y más de cuatro millones de refugiados. Sobre el terreno, por la presencia de fuerzas rusas, iraníes y libanesas (los combatientes chiíes de Hezbolá) en apoyo del régimen de Damasco, frente a milicias yihadistas plurinacionales, como el Frente Al Nusra (filial de Al Qaeda) o el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglesas).
Tanto EE UU como Turquía han dejado de exigir la salida del poder de Bachar el Asad como condición previa a la apertura de un proceso de negociaciones. Han admitido, en la línea pragmática ya marcada por países occidentales como Reino Unido y España, que el presidente sirio podría continuar en funciones durante un tiempo en el inicio de la transición. Arabia Saudí sigue siendo tajante a la hora de plantear la renuncia de El Asad.
“Rusia tiene ahora más posibilidades que ningún otro país para poner en marcha un proceso político en Siria”, declaró a Reuters el director del Centro de Estudios Estratégicos de Moscú, Ivan Konovalov. Esta iniciativa de mediación diplomática parece tener como telón de fondo un giro político del Kremlin que conduzca al levantamiento de las sanciones internacionales impuestas a Rusia por su intervención en Ucrania. Putin aspira a ponerse al frente de una coalición internacional para derrotar al ISIS y redimirse así de su condición de paria internacional, especialmente tras la caída de los precios del petróleo que sustenta su economía.
Tras su reunión sorpresa del martes con Bachar el Asad, el presidente ruso, Vladímir Putin, anticipó el jueves que Moscú pretende plantear a los principales países implicados en el conflicto una salida política mediante una transición con supervisión internacional en la que se cuente con el mandatario sirio. A este respecto, el titular ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, negó tras la reunión que en Viena se hablara de la salida de Bachar el Asad.
“Nuestros socios están obsesionados con la figura del presidente de Siria, pero nosotros hemos confirmado nuestra posición”, resumible en que “la suerte de Siria, la del presidente y la de otras autoridades [del país] deben decidirla los propios sirios”, subrayó Lavrov, que hizo hincapié en el compromiso internacional de preservar la integridad del país árabe.
El jefe de la diplomacia saudí, Adel al Jubeir, admitió por su parte que los cuatro países siguen sin ponerse de acuerdo sobre la situación de El Asad y, lo más importante, si debería continuar como presidente tras cuatro años y medio de guerra civil.
La reunión cuatripartita, que puso de relieve las diferencias existentes entre los países implicados, no arrojó resultados prácticos, más allá de emplazar a una cita internacional “más amplia” por parte del secretario de Estado norteamericano, John Kerry. Kerry y sus homólogos acordaron “consultar con todas las partes e intentar reunirse pronto en una cita más amplia para explorar si hay suficientes puntos en común para avanzar en una solución política”, declaró el portavoz adjunto del Departamento de Estado desde Washington. En el lenguaje diplomático al uso, Kerry calificó la reunión de “productiva”.
Bilateralmente, Rusia y Jordania —cuyo canciller no participó en la minicumbre de Viena— acordaron coordinar sus acciones en Siria, incluidas las de sus respectivas fuerzas aéreas, “mediante un mecanismo de trabajo basado en Amán”, informó el propio Lavrov en Viena.
Kerry y Lavrov se reunieron por separado antes de sentarse a la mesa con sus homólogos turco, Feridun Sinirlioglu, y saudí, los dos países suníes enfrentados abiertamente al régimen prochií de El Asad y que apoyan a algunas de las fuerzas rebeldes sirias.
La guerra de Siria se ha convertido ya en un conflicto de repercusiones internacionales, que ha causado 250.000 muertos y más de cuatro millones de refugiados. Sobre el terreno, por la presencia de fuerzas rusas, iraníes y libanesas (los combatientes chiíes de Hezbolá) en apoyo del régimen de Damasco, frente a milicias yihadistas plurinacionales, como el Frente Al Nusra (filial de Al Qaeda) o el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglesas).
Giro político del Kremlin
En el espacio aéreo, donde una coalición de países islámicos y occidentales encabezada por Washington viene bombardeando al ISIS desde hace más de un año, la aviación de combate rusa ha lanzado desde el pasado 30 de septiembre más de 800 operaciones contra posiciones rebeldes, en su mayoría distintas de las del Estado Islámico.Tanto EE UU como Turquía han dejado de exigir la salida del poder de Bachar el Asad como condición previa a la apertura de un proceso de negociaciones. Han admitido, en la línea pragmática ya marcada por países occidentales como Reino Unido y España, que el presidente sirio podría continuar en funciones durante un tiempo en el inicio de la transición. Arabia Saudí sigue siendo tajante a la hora de plantear la renuncia de El Asad.
“Rusia tiene ahora más posibilidades que ningún otro país para poner en marcha un proceso político en Siria”, declaró a Reuters el director del Centro de Estudios Estratégicos de Moscú, Ivan Konovalov. Esta iniciativa de mediación diplomática parece tener como telón de fondo un giro político del Kremlin que conduzca al levantamiento de las sanciones internacionales impuestas a Rusia por su intervención en Ucrania. Putin aspira a ponerse al frente de una coalición internacional para derrotar al ISIS y redimirse así de su condición de paria internacional, especialmente tras la caída de los precios del petróleo que sustenta su economía.
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