miércoles, 2 de marzo de 2016

ASESINOS DE PRESIDENTES (4ª PARTE)

ASESINOS DE PRESIDENTES (4ª PARTE)



El ala conservadora del Partido Republicano ha venido nutriéndose de la filosofía política de un alemán emigrado por motivos raciales durante el Tercer Reich: Leo Strauss, desde cuya filosofía política la élite ha podido formalizar y pulir ciertos conocimientos que intuitivamente ya poseía acerca de la necesidad permanente de un enemigo que a la postre debe ser derrotado y cambiado por otro.

Afincado en los Estados Unidos, Strauss fue muy bien recibido en la Universidad de Chicago, fundada y dirigida por los intereses del petróleo, donde además trabajaban los economistas más conservadores, como Milton Friedman y los físicos que habían llevado a cabo los estudios para desarrollar la bomba atómica. En Chicago, Strauss desarrolló sus teorías políticas que han inspirado no sólo al Partido Republicano sino también al CFR, de la misma manera que en el pasado más lejano las sociedades secretas se nutrían de la filosofía de la historia hegeliana para llevar a cabo sus actividades revolucionarias.

Nicolás Maquiavelo
Las teorías de Strauss pueden resumirse en una premisa básica y tres líneas de acción para lograr los objetivos. Strauss era un lector acrítico de Nicolás Maquiavelo y fue, de hecho, su continuador, o quien reformuló sus tesis. Su premisa básica es que por derecho natural, los fuertes deben gobernar sobre los débiles. Sus tres líneas de acción representan una verdadera metodología para lograr objetivos de dominio a través de la globalización.

El año 1776 se caracteriza por tres hechos que marcan el presente y futuro de la humanidad. En primer lugar, se puso la piedra fundacional, en Norteamérica, del Nuevo Imperio. Esto puede observarse en el reverso del billete de un dólar. Se trata del “Gran Sello de los Estados Unidos“. En el extremo izquierdo aparece una extraña pirámide cuya cúpula está separada del resto por un símbolo esotérico: “El Ojo que Todo lo Ve“, así y la inscripción “Novus Ordo Seculorum“, una variante de la expresión Nuevo Orden Mundial, pero mucho más ambiciosa, ya que significa Nuevo Orden por los Siglos. En el extremo derecho del sello vemos el águila, un ave de rapiña, elegida ex profeso por haber sido el símbolo de otros imperios y también por su significado esotérico. Desde antiguo, el símbolo del águila está relacionado con el sol y con el cielo, así como también con el rayo y con el trueno. Su vuelo y su resistencia siempre ha tendido hacia el cielo, particularidades que han sido características de su simbolismo. En diversas culturas indias se contrapone al águila, que se supone emparentada con el sol y el cielo, al jaguar. Sus plumas se convirtieron en objeto de culto como símbolo de los rayos del sol. El águila está considerada como el rey de las aves y fue ya desde la antigüedad un símbolo de reyes y dioses. En la antigüedad greco-romana era el acompañante y símbolo de Zeus-Júpiter. Debido a que cuando inicia su vuelo mira directamente al sol, tal como nos dice Aristóteles, era considerada también como símbolo de la contemplación y del conocimiento espiritual.


En la Biblia encontramos el águila como representación de la omnipotencia divina y la fe. En la Edad Media, por su vuelo y su ascensión al cielo, era el Ave Fénix, símbolo de la resurrección y del bautismo, así como en ocasiones de Cristo. Los místicos la consideraban como símbolo de la oración, ya que esta se elevaba como el águila hacia el cielo y hacia Dios. En la Iglesia se consideraba al águila como símbolo de San Juan Evangelista. Después del Imperio Romano, el águila fue el símbolo del III Reich Aleman. Actualmente se conserva en el emblema de Alemania, y también está presente como símbolo en los escudos de numerosos países.

C.G. Jung veía en el águila un símbolo que representaba al padre, asociándolo como símbolo protector, así como también de jefe e instructor. Se podrá argüir que el diseño del billete de un dólar corresponde a los años treinta del siglo XX, cuando Franklin Roosevelt era presidente. Es cierto. Pero el Gran Sello de los Estados Unidos es muchísimo más antiguo. Data casi del propio origen de los Estados Unidos.

El segundo hecho remarcable que se produjo en 1776 fue la aparición de la obra La Riqueza de las Naciones, escrita por Adam Smith (1723 - 1790), economista y filósofo escocés, uno de los mayores exponentes de la economía clásica. Asimismo fue empleado de la British East India Company, gran corporación monopolística durante los siglos XVII y XVIII, que se beneficiaba con el tráfico de esclavos, cultivaba opio en la India y lo vendía en China para apropiarse de las reservas de oro de este país.

Esa obra, difundida y alabada por la prensa de la época, gracias al monopolio banquero londinense y a la propia British East India Company, es el basamento fundamental de casi toda la economía moderna.

Smith propugnaba la libre competencia desde su confortable puesto de empleado en aquel monopolio. Esa obra dio el basamento teórico e ideológico de la actual política neoliberal que nos genera la ilusión de libertad y libre competencia.

El tercer hecho remarcable acaecido en el año 1776 fue la fundación y expansión europea y americana, especialmente con fondos del clan Rothschild, de la sociedad secreta denominada Illuminati de Baviera, que inmediatamente fundó una sucursal en Estados Unidos con un nombre, en código de letras griegas de Phi Beta Kappa.

Entre 1820 y 1840 hubo una fuerte presión contra las sociedades secretas en Estados Unidos, ya que buena parte del pueblo advirtió que las sociedades secretas se habían infiltrado en el poder político, tanto en el ejecutivo, como en el legislativo y el judicial. Ello produjo que se llegara a fundar un Partido Antimasón, que acaparó fugazmente una buena cantidad de votos.

Fue la gran popularidad del presidente Andrew Jackson, un masón enemigo de los banqueros, lo que logró contener la ira popular contra las sociedades secretas en Estados Unidos. El precio que éstas tuvieron que pagar fue salir a la luz y hacerse públicas.

Fue así como Phi Beta Kappa hoy aparece como una respetable sociedad con miembros que figuran entre las mentes universitarias más brillantes de Estados Unidos, que ayudan a diseñar la agenda educativa.

Pero el componente de poder político secreto se trasladó a otra sociedad secreta, hija directa de los Illuminati de Baviera. Se trata de la sociedad denominada Skull & Bones (“Calavera y Huesos“), grupo que ha tenido un enorme poder en la sombra, dado que estuvo y está compuesto por los elementos más oligárquicos de la sociedad norteamericana. Entre ellos figuran Bush padre e hijo, o John Kerry, el rival de Bush hijo en 2004 y actual Secretario de Estado. También son miembros los hijos de muchas otras familias que no han dado presidentes, pero que han ejercido un enorme poder que ha determinado el nombramiento de presidentes. Como ejemplos se puede nombrar a los clanes Rockefeller y Harriman.

Las sociedades secretas han sido las reales creadoras de los principales servicios de inteligencia en diversos países. Éstos se financian con fondos públicos para sus operaciones legales, y con fondos provenientes del crimen organizado para sus actividades más oscuras y secretas. No están al servicio de los países que dicen defender con operaciones de inteligencia, sino al servicio de la oligarquía globalizadora que conforma la cúpula de las sociedades secretas. Lo verdaderamente asombroso es que se financian en parte con los impuestos de la gente y con la venta de drogas y armas para guerras o actos terroristas. Y han sido también los miembros prominentes de las sociedades secretas los que han conformado los think tanks, como el CFR y el RIIA, círculos cerrados de intelectuales, periodistas, empresarios, políticos, militares y educadores, que conforman el Gobierno del Mundo, sobre todo en esta etapa de la globalización, ya que diseñan en buena medida las políticas que luego adoptan los gobiernos.

Lo peor de la acción de las sociedades secretas se dio en torno de la Primera Guerra Mundial, donde se presentaron denuncias por las actividades de estas sociedades en Francia, Alemania, Inglaterra, Italia, Estados Unidos y Rusia, entre otros países. Fue por este motivo, y por el efectivo control que las clases empresariales de Estados Unidos e Inglaterra ya ejercían, tras la Primera Guerra Mundial, sobre los recursos energéticos mundiales, que los principales empresarios advirtieron la necesidad de que una buena parte de los objetivos económicos, políticos y sociales se trazara en forma menos secreta, aunque no totalmente pública.

De esta manera nacieron el Consejo de Relaciones Internacionales (Council on Foreign Relations: CFR) y el Instituto Real para los Asuntos Internacionales(Royal Institute for International Affairs: RIIA). Ambos centros de poder fueron fundados en 1919 y 1921, con base en Nueva York y Londres, con el fin de elaborar las políticas que los gobiernos, del partido político que fuere, deberían adoptar en prácticamente todos los terrenos: economía, educación, cultura, etc. Esos centros de poder trabajan en forma muy silenciosa, pero para nada clandestina. En sus reuniones suele haber miembros prominentes de todas las disciplinas, y también dueños de los principales medios de comunicación y los principales periodistas. De tal manera, los medios de comunicación posteriormente realizan el papel de lobby y hablan en forma benevolente de lo que se acuerda, para que sea encarado tanto por Estados Unidos como por el resto del mundo en el marco de sus políticas de acción. Estos centros de poder desarrollaron luego los llamados Grupo Bilderberg y Comisión Trilateral, con el fin de incluir en algunas de sus deliberaciones a los principales empresarios y políticos de Europa Continental y Japón.

Asimismo, estos centros de poder elaboran sus políticas con un complaciente silencio de prensa sobre sus reuniones, sus debates y sus objetivos, aunque sin la clandestinidad de sus antecesores, las sociedades secretas, que siguen existiendo y gozando de enorme poder. No hay tema importante sobre las áreas de petróleo, finanzas, políticas comerciales, invasiones a países díscolos, o negociaciones de países con el FMI o el Banco Mundial, que escape al discreto control del CFR y el RIIA, grupos que ejercen un verdadero “gobierno mundial en la sombra” y que son los que realmente mandan sobre los gobiernos de los Estados Unidos y muchísimos otros países.

Cuando no existe un enemigo, que antes era la URSS, debe ser inventado, tal como probablemente haya hecho la élite, con la ayuda de la CIA, al propiciar el terrorismo islámico. La gran diferencia, sin embargo, entre el enemigo actual, el terrorismo, y el enemigo anterior, comunismo y la Unión Soviética, es que el grado artificial del enemigo es cada vez mayor.

Sin duda había un caldo de cultivo en Rusia de 1917 para realizar la revolución. Si bien la élite contribuyó de manera determinante a generar el comunismo soviético, había un grado de organización propia de los elementos revolucionarios rusos, que seguramente no habrían podido tener acceso al poder sin la ayuda de ricos banqueros y petroleros occidentales. Pero había un elemento genuino.

En el enemigo actual, el terrorismo islámico, también hay un componente genuino de fanatismo religioso, precisamente el que Strauss aconseja explotar, y disconformidad por parte de buena parte del pueblo árabe acerca de lo que se considera como una invasión de valores occidentales. Sin embargo, la gran diferencia es que el “nuevo enemigo” no podría jamás haber tenido una base organizativa propia sin la gran ayuda de agencias de inteligencia, como la CIA, y sociedades secretas islámicas.

Ahora bien, si a la élite le ha resultado funcional la aparición de enemigos como los bolcheviques en 1917, o los musulmanes enojados hacia inicios de los años ochenta, no le resulta funcional cualquier enemigo. Algunos pueden obstruirle seriamente el camino. En tal caso, la solución pasa por una estrecha gama que va desde la muerte política del enemigo a su eliminación física. Particularmente dañina para los intereses de la élite fue la circunstancial aparición, dentro de los propios Estados Unidos, de presidentes que se rebelaron, sea por las razones que fuera, contra los deseos de la élite.

A pesar de que en tales casos la historia registra asesinatos a manos de supuestos “locos sueltos“, renuncias al cargo por causas administrativas o raras enfermedades, lo que habría pasado en casi todos los casos habría sido bien diferente. Se trataría de correcciones del guión.

(Fuente: http://despiertaalfuturo.blogspot.com.es/)

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