EN EL CUARTO ANIVERSARIO DE LA MATANZA DE MARIKANA (SUDÁFRICA)
El 16 de agosto de 2012 la policía del Congreso Nacional Africano
(CNA), el partido de Nelson Mandela (fallecido en 2013) en el gobierno,
disparó contra una manifestación de mineros negros en huelga en las
minas de platino de Marikana matando a 34 trabajadores. Policías negros y
policías blancos dispararon codo con codo contra los mineros negros. Se
rumoreó que la familia Mandela era accionista de la compañía
explotadora…
Tal
sucedido es, con todo su dramatismo, una expresión más de la dura
represión que padecen los trabajadores, principalmente negros pero
también mestizos y blancos, en Sudáfrica a cargo del aparato del CNA.
Éste accedió al gobierno en 1994, con la sustitución del espeluznante
régimen de “apartheid”por la
actual dictadura parlamentarista y partitocrática, lo que fue
presentado como un acontecimiento prodigiosamente “emancipador”...
Dos
decenios después se ha constituido una riquísima gran burguesía negra
con miles de individuos (a alguno se le atribuyen fortunas de unos 3.000
millones de dólares) y se ha consolidado una clase media negra de siete
millones de personas. Unos 25 millones de trabajadores negros malviven
en la opresión, la sobreexplotación y la pobreza. Estos efectúan casi
cada día huelgas y motines, siendo reprimidos ferozmente por el gobierno
negro del CNA, y muchos de esos sucesos quedan ocultos por la censura.
Lo de Marikana sólo se diferencia de otros cientos de hechos similares
que tienen lugar cada año por el número tan crecido de los muertos.
Esa
nueva burguesía negra sigue usando el victimismo y el racismo
antiblanco para justificar su sanguinario despotismo tanto como sus
descomunales gastos suntuarios. Junto con la gran burguesía blanca son
ahora los amos del país. También están impulsando el racismo étnico
entre la población negra, enfrentando a unos sectores con otros. El
partido de Mandela, supuestamente guía del “antirracismo”, está
promoviendo con fines políticos todas las formas de racismo, pues “divide y vencerás”.
Llamativo
es que en los gobiernos del CNA estén el Partido Comunista y los
sindicatos (COSATU) con diversas carteras ministeriales. La gran
burguesía negra financia el poder sindical y el Partido Comunista. Otro
rasgo de esta gran burguesía negra es su cruda misoginia, en la que el
patriarcado y el neo-patriarcado se solapan y complementan. Así pues, la
izquierda y los comunistas son parte de los gobiernos que ordenan
ametrallar casi cada día a los trabajadores, principalmente negros,
someten a las mujeres y azuzan todas las formas de racismo.
El
desenmascaramiento del régimen parlamentarista emergido en 1994, del
CNA y Nelson Mandela, es otro episodio de la puesta en evidencia del
“antiimperialismo” y “antirracismo”, carentes desde sus orígenes de todo
contenido revolucionario. Era radicalismo burgués, neo-racismo y
nacionalismo burgués destinados a perpetuar y robustecer las existentes
formas de dominación incorporando al poder y al dinero a nuevos actores
políticos, en este caso la oligarquía negra surafricana. El actual
régimen, nacido entonces, es una refundación del terrorífico Estado
sudafricano y un relanzamiento del capitalismo. Cuando el “apartheid”
manifestó ser contraproducente, negativo e inviable para la oligarquía
sudafricana, Mandela y su gente participaron decisivamente en
sustituirlo. Cambiaron las formas para que todo lo esencial permaneciese
igual, o más exactamente, reforzado.
En
el plano internacional Mandela y el CNA fueron un icono similar al del
linaje de los Castro en Cuba, a Evo Morales en Bolivia, a Lula da Silva
en Brasil y a Hugo Chávez en Venezuela. Aquí, la izquierda
“independentista” del País Vasco y Cataluña, obstinadamente contraria a
la revolución, aún sigue valiéndose de tales formulaciones para realizar
una política tan antipopular, neo-patriarcal y reaccionaria como la de
Mandela. Los hechos están erosionando de manera colosal dichas
políticas, hoy sumidas en la confusión y el creciente descrédito, meras
antiguallas. Es comprensible, pues todos los amigos de Mandela se
dirigen a organizar su Marikana.
La
realidad está mostrando que sólo hay antiimperialismo si se sustenta en
un programa popular revolucionario, que únicamente éste es capaz de
oponerse a todas las formas de racismo y no sólo a algunas, y que
exclusivamente desde él puede realizarse la emancipación de los pueblos
oprimidos. Tal es el ideario y el programa que tiene ante sí un
excelente porvenir. Tal es el programa del futuro.
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