miércoles, 31 de agosto de 2016

EN EL CUARTO ANIVERSARIO DE LA MATANZA DE MARIKANA (SUDÁFRICA)

EN EL CUARTO ANIVERSARIO DE LA MATANZA DE MARIKANA (SUDÁFRICA)



         El 16 de agosto de 2012 la policía del Congreso Nacional Africano (CNA), el partido de Nelson Mandela (fallecido en 2013) en el gobierno, disparó contra una manifestación de mineros negros en huelga en las minas de platino de Marikana matando a 34 trabajadores. Policías negros y policías blancos dispararon codo con codo contra los mineros negros. Se rumoreó que la familia Mandela era accionista de la compañía explotadora…

         Tal sucedido es, con todo su dramatismo, una expresión más de la dura represión que padecen los trabajadores, principalmente negros pero también mestizos y blancos, en Sudáfrica a cargo del aparato del CNA. Éste accedió al gobierno en 1994, con la sustitución del espeluznante régimen de “apartheid”por la actual dictadura parlamentarista y partitocrática, lo que fue presentado como un acontecimiento prodigiosamente “emancipador”...

         Dos decenios después se ha constituido una riquísima gran burguesía negra con miles de individuos (a alguno se le atribuyen fortunas de unos 3.000 millones de dólares) y se ha consolidado una clase media negra de siete millones de personas. Unos 25 millones de trabajadores negros malviven en la opresión, la sobreexplotación y la pobreza. Estos efectúan casi cada día huelgas y motines, siendo reprimidos ferozmente por el gobierno negro del CNA, y muchos de esos sucesos quedan ocultos por la censura. Lo de Marikana sólo se diferencia de otros cientos de hechos similares que tienen lugar cada año por el número tan crecido de los muertos.

Esa nueva burguesía negra sigue usando el victimismo y el racismo antiblanco para justificar su sanguinario despotismo tanto como sus descomunales gastos suntuarios. Junto con la gran burguesía blanca son ahora los amos del país. También están impulsando el racismo étnico entre la población negra, enfrentando a unos sectores con otros. El partido de Mandela, supuestamente guía del “antirracismo”, está promoviendo con fines políticos todas las formas de racismo,  pues “divide y vencerás”.

Llamativo es que en los gobiernos del CNA estén el Partido Comunista y los sindicatos (COSATU) con diversas carteras ministeriales. La gran burguesía negra financia el poder sindical y el Partido Comunista. Otro rasgo de esta gran burguesía negra es su cruda misoginia, en la que el patriarcado y el neo-patriarcado se solapan y complementan. Así pues, la izquierda y los comunistas son parte de los gobiernos que ordenan ametrallar casi cada día a los trabajadores, principalmente negros, someten a las mujeres y azuzan todas las formas de racismo.

El desenmascaramiento del régimen parlamentarista emergido en 1994, del CNA y Nelson Mandela, es otro episodio de la puesta en evidencia del “antiimperialismo” y “antirracismo”, carentes desde sus orígenes de todo contenido revolucionario. Era radicalismo burgués, neo-racismo y nacionalismo burgués destinados a perpetuar y robustecer las existentes formas de dominación incorporando al poder y al dinero a nuevos actores políticos, en este caso la oligarquía negra surafricana. El actual régimen, nacido entonces, es una refundación del terrorífico Estado sudafricano y un relanzamiento del capitalismo. Cuando el “apartheid” manifestó ser contraproducente, negativo e inviable para la oligarquía sudafricana, Mandela y su gente participaron decisivamente en sustituirlo. Cambiaron las formas para que todo lo esencial permaneciese igual, o más exactamente, reforzado.

En el plano internacional Mandela y el CNA fueron un icono similar al del linaje de los Castro en Cuba, a Evo Morales en Bolivia, a Lula da Silva en Brasil y a Hugo Chávez en Venezuela. Aquí, la izquierda “independentista” del País Vasco y Cataluña, obstinadamente contraria a la revolución, aún sigue valiéndose de tales formulaciones para realizar una política tan antipopular, neo-patriarcal y reaccionaria como la de Mandela. Los hechos están erosionando de manera colosal dichas políticas, hoy sumidas en la confusión y el creciente descrédito, meras antiguallas. Es comprensible, pues todos los amigos de Mandela se dirigen a organizar su Marikana.

La realidad está mostrando que sólo hay antiimperialismo si se sustenta en un programa popular revolucionario, que únicamente éste es capaz de oponerse a todas las formas de racismo y no sólo a algunas, y que exclusivamente desde él puede realizarse la emancipación de los pueblos oprimidos. Tal es el ideario y el programa que tiene ante sí un excelente porvenir. Tal es el programa del futuro.

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