miércoles, 31 de agosto de 2016

Tensión por mano de obra inmigrante en Mauricio

Tensión por mano de obra inmigrante en Mauricio



Trabajadores de Bangladesh en Mauricio. Aunque muchos se endeudan para pagar el viaje a la isla, no logran ahorrar dinero. Crédito: Nasseem Ackbarally / IPS
Trabajadores de Bangladesh en Mauricio. Aunque muchos se endeudan para pagar el viaje a la isla, no logran ahorrar dinero. Crédito: Nasseem Ackbarally / IPS
Por Nasseem Ackbarally
PORT LOUIS, Aug 31 2016 (IPS)
Trabajadores de Bangladesh, China, India y Madagascar emigran a Mauricio principalmente para operar las máquinas de la industria textil de este país insular africano ubicado en el océano Índico. Pero también realizan otro tipo de trabajos, como albañilería, panadería, jardinería y limpieza de casas.
Por octavo año consecutivo en 2016, el informe del Banco Mundial, Facilidad para Hacer Negocios, ubicó a Mauricio en el primer lugar entre las economías africanas, mientras que su producto interno bruto por habitante ascendió a 16.820 dólares, uno de los más altos del continente. Pero el éxito de este país de ingreso mediano alto, de poco más de 1,3 millones de habitantes, oculta un lado oscuro."Mauricio ya está invadida por un sentimiento de xenofobia y racismo hacia los trabajadores extranjeros": Reeaz Chuttoo.
“Viven como animales”
Las empresas dependen de los trabajadores extranjeros porque los mauricianos son cada vez más reacios a trabajar largas horas en condiciones difíciles. Pero los migrantes viven muy mal y, en muchos casos, hasta de manera indigna.
Maqbool*, de 36 años y oriundo de Bangladesh, dejó a su esposa y sus dos hijos en Daca en 2014 para trabajar en el sector manufacturero de Mauricio, con la esperanza de ganar suficiente dinero y ofrecerle una vida digna a su familia.
“Pagué 150.000 takkas (unos 2.000 dólares) a un agente que me consiguió este trabajo. Se suponía que me pagarían 675 dólares al mes, lo que representa una cantidad enorme en mi país, y estaba dispuesto a cualquier sacrificio para ganarlo”, contó. Pero Maqbool descubrió que su sueldo apenas equivalía a la mitad de la cifra prometida.
Muchos extranjeros narran historias de vida similares. Sacan préstamos o venden las tierras o las joyas de la familia para viajar a Mauricio. “La isla es muy bonita, pero no hay dinero aquí. Me quedo corto cada mes después de pagar mis propios gastos. Envío algo a la familia cada tres meses, pero no ahorro nada”, explicó Massood.*
Los dos hombres se sienten frustrados, ya que en un par de meses tendrán que abandonar la isla y aún no pudieron ahorrar dinero para llevar a casa.
La fuga de la pobreza
La pobreza, el desempleo y el creciente costo de vida en sus países de origen obligan a miles de bangladesíes, chinos, indios y malgaches a buscar trabajo en el extranjero. Unos 40.000 trabajan en el sector manufacturero, la construcción, la hotelería y el transporte de Mauricio.
Su jornada laboral empieza muy temprano en la mañana y termina entrada la noche. Se les obliga a hacer horas extras y no ganan más de 150 dólares al mes.
Un empleado de una conocida empresa textil confirma, a condición de mantener el anonimato, que los extranjeros trabajan día y noche con poco tiempo para el descanso y que viven y duermen en dormitorios poco higiénicos, amueblados apenas con un armario y un delgado colchón lleno de parásitos.
“Siento lástima por ellos. Viven como animales y son impotentes. Aceptan las cosas como son”, manifestó a IPS.
A quienes se resisten o causan problemas en sus lugares de trabajo se les envía de vuelta a sus países. Cientos sufrieron esta suerte en 2015 cuando salieron a la calle para exigir mejores salarios y protestar por sus condiciones laborales. El sindicalista Feisal Ally Beegun asegura que los inmigrantes son trabajadores ejemplares.
A pesar de todo, algunos afirman que están contentos. “Por favor, señor, dígales que me den más trabajo y más dinero, sin ningún problema”, le pidió un trabajador de Bangladesh a IPS, mientras que otros que trabajan en la Compagnie Mauricienne du Textile, que emplea a varios miles de extranjeros, se alejaron cuando vieron a la prensa.
Un guardia de seguridad en la puerta de esta fábrica en la localidad de Phoenix, en el centro de la isla, reveló que los extranjeros tuvieron tantos problemas con la empresa y la policía en 2015 que ahora se niegan a hablar con los medios de comunicación.
Fuente de irritación
La escasa inclinación de la población local hacia el sector textil e industrial y los empleos de baja remuneración dio lugar a la importación de mano de obra para mantener las ruedas de la industria en movimiento. Los trabajadores extranjeros fueron traídos por primera vez en 1992 como medida temporal, mientras la producción pasaba de ser intensiva en mano de obra a intensiva en capital.
Veinticinco años más tarde persiste la presencia de obreros extranjeros ya que el gobierno cree que añaden valor a la economía de la isla. El sindicalista Reeaz Chuttoo discrepa con esa postura.
“El gobierno argumenta que los extranjeros son contratados porque los locales rechazan los puestos de trabajo. La verdad es que el propio gobierno desalienta su incorporación mediante la introducción de contratos a corto plazo de cuatro meses, por ejemplo, en el sector de la construcción, al que los mauricianos se niegan. En el sector de los mariscos, los extranjeros son contratados solo para el turno nocturno, que los locales no quieren”, observó.
“Así que los locales prefieren vender mercancías importadas baratas en la calle en lugar de trabajar largas horas por la noche, aunque tengan que huir de la policía”, afirmó el sindicalista.
Chuttoo advierte que se está generando una explosión social, con alto desempleo, demasiados trabajadores extranjeros e insuficientes empleos para los locales. “Mauricio ya está invadida por un sentimiento de xenofobia y racismo hacia los trabajadores extranjeros”, subrayó.
Jaynarain Mathurah, director de la Unidad Especial de Trabajadores Migrantes del Ministerio de Relaciones Laborales e Industriales, descarta las acusaciones y sostiene que los trabajadores extranjeros gozan de las mismas condiciones laborales que los locales.
“No discriminamos entre ellos. El sector manufacturero de la zona franca se rige por una orden de remuneración que se aplica a todos. Por encima de esto, existe la Unidad Especial de Trabajadores Migrantes que se ocupan de ellos e interviene rápidamente cuando surge un problema con los empleadores”, aseguró a IPS.
El funcionario cree que los extranjeros reciben un buen trato, pero está de acuerdo en que “dado su número, sucede que no somos capaces de visitar con tanta frecuencia como desearíamos”.
“Creemos que están bien con respecto a sus salarios y sus condiciones de vida y de trabajo. Aparte de sus salarios, también reciben alojamiento, comida y transporte”, añadió.
Según Mathurah, los empleos con salarios bajos son comunes en los países en desarrollo que incorporaron zonas francas industriales con el fin de generar puestos de trabajo. Los inversores siempre están en busca de mano de obra barata y calificada y ahora muchas empresas en Mauricio pretenden ampliar sus actividades y necesitan mano de obra especializada, indicó.
* Los nombres se cambiaron para proteger su identidad.
Traducido por Álvaro Queiruga

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