El terror revolucionario
Saludos, están viendo Dugin’s Guideline. El día 5 de septiembre puede ser llamado el día del terror revolucionario. Una fecha siniestra.
En este día, en 1793,
la Convención Nacional Francesa declaró oficialmente el Reino del
terror, que supuestamente era necesario para defender los logros de la
revolución. En el siglo XX, en esta misma fecha, en el año 1918, el
Consejo bolchevique de Comisarios del Pueblo, jugando claramente con las
reminiscencias históricas, proclamó el comienzo del Terror rojo. Ambos eventos están conectados lógicamente.
Tanto en Francia como
en Rusia, los revolucionarios radicales que llegaron al poder
representaban una pequeña minoría de la población. Estas élites
revolucionarias fueron, sin lugar a dudas, apasionadas, hiperactivas e
implacables. Pero el punto más importante es que ellos se pensaban a sí
mismos como una fuerza dotada de una misión histórica. Ellos eran los
creadores del futuro, y en nombre de este futuro destruyeron
implacablemente el pasado. Las dictaduras revolucionarias de los
jacobinos y de los bolcheviques eran dictaduras del tiempo que
reprimieron cruelmente el pasado, y más aún lo eterno. Tanto los
revolucionarios franceses como los rusos se vieron a sí mismos como la
mano fuerte del progreso, la modernización y el desarrollo, destruyendo
la resistencia pasiva de la Tradición. En ambos casos, el terror tenía
la misma estructura, era el terror de la Modernidad sangrienta que se
levantó contra la Tradición con ferocidad y sin piedad.
Las víctimas de los
jacobinos y de los bolcheviques eran representantes de las tres capas
tradicionales de Europa o, más ampliamente, de la sociedad indoeuropea:
los sacerdotes, la aristocracia guerrera – los nobles encabezados por un
rey o zar -, y el campesinado. Estos tres grupos sociales formaban el
eje de las sociedades europeas desde tiempos inmemoriales. A pesar del
hecho de que el cristianismo había traído la fe en un nuevo Dios, en el
Dios Verdadero Jesucristo, esto no perturbó el sistema eterno de la
tradición indoeuropea. La revolución burguesa francesa y la revolución
proletaria rusa estaban dirigidas brutalmente contra las tres clases. La
primera se llevó a cabo en nombre de la burguesía rebelde movilizadora
de los fanáticos y los cultos masónicos, mientras que la segunda
revolución se llevó a cabo en nombre del proletariado urbano, que
prácticamente no existía como fuerza social importante en Rusia a
principios del siglo XX. Grupos de revolucionarios rabiosos, fanáticos y
maníacos, representando a la pequeña nación en el sentido de Augustin
Cochin, desataron el terror contra la casi totalidad de la sociedad allí
donde se las arreglaron para tomar el poder.
Los terrores jacobino y
bolchevique eran el genocidio contra la mayoría popular en Francia y
Rusia. Locos sangrientos del progreso, la democracia y el comunismo,
ahogaron en sangre países enteros para defender su ideología criminal.
El objetivo del terror revolucionario era no sólo la destrucción de la
gente, sino su intimidación. De ahora en adelante, sólo se podía creer
en la Modernidad y en sus mitos – libertad, igualdad y fraternidad, la
tríada masónica, la ciencia positivista y la autoridad secular.
Cualquier sospechoso de simpatía con la Tradición, la religión, la
sociedad de clases, o el sistema aristocrático de valores, era destruido
brutalmente. Dios fue declarado inexistente. El sacerdocio fue sometido
al exterminio tanto en Rusia como en Vandea. La aristocracia,
especialmente aquellos que simpatizaban con la monarquía, pero en
general toda la aristocracia, fue abatida. En cuanto a los campesinos
leales a las tradiciones antiguas, fueron transformados en una población
urbana carente de clase, de raíces y de las costumbres de sus
antepasados.
Con ciertas reservas,
la Europa moderna puede ser reconocida como el resultado fatal de la
Revolución Francesa. Los valores masónicos de los sangrientos
terroristas jacobinos son los valores actuales de la Unión Europea.
Europa sólo es tolerante con aquellos que reconocen sus normas
anticristianas, anti-tradicionales, modernistas y post-modernas como la
verdad última. Pero si alguien realmente se atreve a levantarse por la
Tradición, por la herencia indoeuropea, por la Iglesia y por la
eternidad, y desafía al mundo moderno, entonces la verdadera naturaleza
revolucionaria, jacobina, de la Europa moderna se hace sentir
inmediatamente.
Las acusaciones de
fascismo siguen inmediatamente. Sin embargo, el nazismo de Hitler era
simplemente otra versión del terror revolucionario, típicamente europeo y
modernista en su carácter. Mientras Europa viva a la sombra de esta
ideología masónica, anticristiana, entonces no puede cambiar. Las
sombras sangrientas de la Revolución mantienen a Europa en sus garras,
empujando definitivamente a la civilización europea hacia el abismo.
Pero en Rusia, el
signo sangriento del bolchevismo no ha sido eliminado por completo. Es
natural que el terror rojo tuviera una dimensión verdaderamente rusa. El
distanciamiento de la élite de la gente fue tan grande, que
gradualmente se acumuló un odio interno en la mayoría de los rusos hacia
la élite pro-occidental, que a veces se relacionaba con su propio
pueblo como si esclavizara y subyugara a la población local. Pero los
líderes del terror rojo profesaban una ideología absolutamente no rusa
tomada de Occidente y dirigida contra los fundamentos más profundos y
sagrados del alma rusa, contra su parte luminosa, cristiana.
Algunos ardientes
patriotas rusos vieron en el Terror rojo una venganza de la parte más
vulnerable de la Rus nativa. El gran Klyuev escribió que “el asesino
rojo es más santo que el cáliz”, y pidió al Ejército Rojo, en el
espíritu de los viejos creyentes radicales: “¡Vamos a quemarlo todo,
hermanos!”. Pero después, todos los nacional bolcheviques pagaron un
alto precio por su visiones de una Rus soviética. Después de todo, el
terror rojo no era otra cosa que un fenómeno de la Modernidad, y
destruyó la Tradición. Hasta que no entendamos esto y llamemos a las
cosas por su nombre, no podremos deshacernos del sangriento abrazo del
pasado y avanzar hacia un futuro ruso de pleno derecho.
Mis mejores deseos, ¡has estado viendo Dugin’s Guideline contra el terror revolucionario!
Tanto los jacobinos
como los bolcheviques coronaron su reino de terror con la profanación de
iglesias, el regicidio y el derrocamiento de la Tradición. Pero Dios,
el Zar, y la Tradición son la raíz eterna de la identidad. La línea
divisoria está trazada aquí. Así que ¿de qué lado estás? Decide por ti
mismo.
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