Hegemonía estadounidense: el dragón está herido
por Alexander Dugin – Hemos hablado tanto sobre Trump que los demócratas y los demoníacos neoconservadores de The National Interest
incluso han tratado de usar mis comentarios positivos sobre él y la
simpatía general de Moscú hacia este candidato con el fin de
desacreditarlo. Ellos simplemente no han sido capaces de echar a Trump,
ya que ha sido el líder obvio de la carrera.
Oh, ¡qué tipo de
restos de democracia quedan en los EE.UU! Pero ahora me gustaría hablar
no tanto sobre Trump, a quien volveremos más adelante, sino de los
EE.UU. en su conjunto.
¿Qué están haciendo
los EE.UU. hoy y cuál es su lugar en el mundo moderno? No es una
pregunta ociosa. Podemos ver que los estadounidenses y sus redes
globales todavía se están haciendo sentir y continuan interfiriendo en
los asuntos internos de sus aliados, los países neutrales, e incluso en
sus países enemigos.
Lliteralmente hace
sólo unos pocos días, trataron de llevar a cabo un golpe militar en
Turquía y provocar disturbios en Armenia y Kazajistán. Sin embargo, cada
vez es más evidente que son mucho más débiles que antes. Washington
trató de impedir el Brexit, pero fracasó. El motín gulenista en
Turquía también terminó en fracaso. Por lo tanto, ¿podemos afirmar
inequívocamente que el mundo unipolar ha terminado y que vivimos en un
nuevo mundo post-americano?
Creo que tal optimismo sería prematuro. Washington no puede ser descartado todavía.
El fin del mundo
americano es un proceso que se extiende en el tiempo. Y, sin duda, se
prolongará. Es difícil decir por cuánto tiempo, y el colapso de la
hegemonía unipolar es un período muy peligroso. Yo llamaría a lo que
está sucediendo con Estados Unidos ahora como un “dragón herido.” Esta
metáfora explica mucho, casi todo.
Tras la liquidación de
la URSS y el campo del Este, apareció en el mundo un modelo unipolar,
bajo el cual el dragón americano alcanzó la cima de su poder. Redes de
agentes de infuencia estadounidense, sobre todo en forma de ideología
liberal, pero también en formas más ocultas imitando las tendencias
políticas e ideológicas locales, permearon la sociedad en prácticamente
todos los países. El dragón se infiltró en las élites políticas, las
grandes empresas, la educación, los medios de comunicación, y a veces en
los círculos de seguridad en los estados de Europa y Asia.
En Rusia, las fuerzas
pro-estadounidenses dominaron casi abiertamente en la década de 1990, y
sólo en la década del 2000 Putin comenzó a arrinconar su autoridad poco a
poco. Estas redes se extiendieron hacia los países islámicos, donde su
ala militar se convirtió en el Islam radical, un verdadero siervo del
dragón americano.
Pero el dragón recibió
un golpe, o una serie de golpes, muy probablemente fatales, a la altura
de su poder. Todos los países que no se inclinaron ante la hegemonía de
Estados Unidos en la década de 1990, y que no aceptaron por completo el
modelo unipolar del mundo como irreversible, gradualmente llegaron a
formar un club informal y comenzaron el proceso de resistir al dragón.
China jugó con mucho cuidado en esta línea, tratando de cabalgar el
tigre y llevar a cabo la modernización y la liberalización, preservando
al mismo tiempo, e incluso fortaleciendo, la soberanía nacional.
A principios de la
década de 2000, Rusia comenzó a seguir este camino. Irán ocupaba una
posición similar. La contemplativa India trató de escapar al diktat
directo de Estados Unidos. Una oposición comenzó a formarse entre los
seguidores del dragón en la UE, Turquía, e incluso entre los extremistas
salafistas pro estadounidenses. Lo más importante es que los
estadounidenses, habiendo obtenido la oportunidad histórica de gobernar
el mundo entero, simplemente no pudieron manejar esta tarea. Tal vez
ellos no tenían suficiente recursos, inteligencia o experiencia
histórica, imperial. La hegemonía se recalentó. El dragón fue herido.
Hoy en día, estamos
tratando con un monstruo herido a nivel mundial. Estados Unidos sigue
siendo fuerte y sus redes son todavía eficaces. Los liberales, los
extremistas islámicos, los atlantistas y los agentes de influencia
ocultos siguen siendo fuertes en las diferentes sociedades. Pero el pico
de la dominación estadounidense está detrás de nosotros.
El hecho de que el
dragón está herido quedó claro ya en la década de 2000, cuando los
Estados Unidos dejaron de imponer incluso una apariencia de orden y se
orientaron sólo hacia un caos controlado, sangriento. Revoluciones de
colores, intentonas, golpes de Estado, e invasiones de Oriente Medio y
del espacio post-soviético por parte de tropas occidentales, son prueba
de ello.
La esencia de esto es
que el dragón está herido. Todavía es fuerte y tiene la apariencia de
una potencia que conoce su objetivo. Pero, en realidad, se ha vuelto
loco por el dolor ante el colapso de su dominio. De ahí el por qué los
EE.UU. comienzan a comportarse de manera inapropiada en muchos casos.
Esto afecta a sus
propios servidores, ruinas que podrían ser preservadas, y reacciona
dolorosa y desproporcionadamente a los pequeños ataques.
Esto es extremadamente
peligroso. El dragón herido está equipado con armas nucleares y todo su
gran poder todavía puede enviar al abismo a la humanidad entera de un
solo golpe.
Fuente: Katehon.
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