La niña de 7 años Bana Alabed: manipulación, propaganda y guerra en Siria. Salven el culo de los yihadistas cercados en Alepo.
El
método de presentación de las guerras en los medios de comunicación
occidentales sigue un patrón predecible y deprimente: la primera etapa,
la crisis; la segunda etapa, la demonización del líder del enemigo; la
tercera fase, la demonización del enemigo como individuos; y la cuarta
etapa, atrocidades.
Phillip Knightley, en "The disinformation campaign", The Guardian, 3-10-2011)
Esta entrada del blog aborda la historia de una cuenta falsa en Twitter: la de la niña siria de 7 años Bana Alabed, que tuitea
desde Alepo (supuestamente), y de la manipulación que hay detrás. El
terrorismo yihadista está cercado por el ejército sirio y sus aliados en
uno de los sectores de Alepo. Mientras el cerco se estrecha, impedir su derrota parece ser un empeño de EE.UU. y de sus satélites.
La
utilización de la infancia en campañas de desinformación y propaganda,
es ya un hecho repetido con insistencia en la guerra que libra el
ejército sirio contra el terrorismo yihadista. Recurrir a los niños para
tratar de moldear la opinión pública es algo ya muy antiguo. Antes de
abordar el caso de Bana Alabed, merece la pena refrescar la memoria con
la que sin duda fue una de las supremas obras de arte de la manipulación en este sentido: el caso de las incubadoras y bebés de Kuwait,
que resultó decisivo para conseguir el apoyo y legitimación para la
intervención militar de EE.UU. en Irak, dando lugar a lo conocimos como
la primera guerra del Golfo (1990-1991).
De incubadoras y bebés para hacer la guerra contra Irak
"Cuando estuve allí, vi a unos soldados iraquíes con sus pistolas en la sala dónde estaban los bebés en sus incubadoras. Sacaron los bebés de las incubadoras, se llevaron las incubadoras y dejaron a los bebés en el suelo frío para que muriesen".
Quien
así hablaba era una adolescente kuwaití, de nombre Nayirah Nasir
Al-Sabah, de 15 años. Entre estremecedores sollozos se dirigía a un
comité de congresistas de EE.UU. para narrar una barbarie inhumana de la
que decía haber sido testigo con sus propios ojos, en el hospital
Al-Addan de Kuwait donde decía que trabajaba. Ante las cámaras, con voz
entrecortada por el llanto medio reprimido, Nayirah desvelaba al mundo la muerte de 312 bebés, que los malvados soldados iraquíes habían dejado morir de frío y hambre.
El mundo no necesitaba más pruebas del carácter demoníaco y sanguinario
de Sadam Huseim. Si alguien tenía dudas de la necesidad de mandar a las
tropas imperiales a la guerra contra Irak, después del testimonio de
Nayirah sus dudas se convirtieron en deseo entusiasta de que los marines
norteamericanos liberaran a Kuwait, a Irak y al mundo de aquella
encarnación del diablo y del mal llamada Sadam Husseim. La opinión
pública estadounidense e internacional cerró filas con el presidente
Bush. Sadam Husseim era el personaje más odiado del planeta, equiparado a
Hitler, y la guerra contra Irak se vendía en los medios de comunicación
como un imperativo moral en nombre de la Humanidad.
Y las acciones del complejo industrial militar de EE.UU. se dispararon en las bolsas... Pero ese es otro tema.
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