lunes, 24 de octubre de 2016

¿Qué fue la URSS?



¿Qué fue la URSS?

Por Benito Toribio Morales
Hay una campaña que no cesará en el año 2017, centenario de la Revolución de Octubre, a la que intentarán desprestigiar.
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Por Benito Toribio Morales

Hay una relación directa entre que la derecha utilice al marxismo para identificarlo con el mal y que el estalinismo confunda a la clase trabajadora diciendo que regímenes como el de Stalin, Ceausescu, los Jemeres Rojos, Enver Hoxha, Kim Jong-un o Xi Jinping son comunistas o socialistas.

Con “El Estado y la Revolución” y “La Revolución Traicionada”

Una coalición antimarxista entre la burguesía imperialista, la socialdemocracia y el estalinismo (en todas sus variantes: post-eurocomunistas, neo-eurocomunistas, ultraestalinistas,…) ha hecho todo lo posible por identificar el comunismo con el estalinismo.
Quien no entiende lo que pasó en el siglo XX está incapacitado para analizar el presente y el futuro. Quienes confunden el binomio dictadura del proletariado-democracia obrera con la dictadura de una casta estalinista sin democracia obrera tergiversan el marxismo.
Los marxistas debemos defender lo que teorizaron los líderes de la Revolución de Octubre, Lenin y Trotsky, en sus obras “El Estado y la Revolución” y “La Revolución traicionada”. Quien no ha leído, estudiado y asimilado estas obras no es marxista.
La teoría estalinista del “Socialismo en un sólo país” y los pactos de coexistencia pacífica con el capitalismo que postuló el estalinismo explican el hecho de que la misma burocracia estalinista se convirtió en los grandes capitalistas, tras la caída de la URSS.
La derrota que significó la restauración del capitalismo en los ex-Estados obreros burocráticamente degenerados a finales de los 80 y principios de los 90, a diferencia de la derrota heroica de los comuneros de París en 1871, no dejó orgullo revolucionario sino una estela de desmoralización.

Definir el Estado desde un punto de vista de clase

La Revolución Traicionada constituye uno de los más grandes estudios de teoría marxista del Estado que se hayan escrito.
Nos habla de las contradicciones del Estado Obrero ruso en su etapa de degeneración burocrática, en una URSS donde, por cierto, Stalin montaba la farsa de los Procesos de Moscú, poniendo en el banquillo de los acusados a la que había sido la plana mayor de la Revolución rusa.
En esta obra, León Trotsky analiza la formación de la burocracia estalinista, los zigzags de su política y la tergiversación que hizo de la teoría marxista para adecuarla a sus necesidades políticas. Y lo hace de un modo en el que, en sus primeros capítulos, hace una defensa a ultranza de las ventajas de la planificación económica de la URSS.
Trotsky combatió en este libro tanto a las tendencias que igualaron la defensa de la URSS a la defensa de Stalin como las opuestas, las que cuestionando el régimen estalinista negaron las conquistas de la revolución y el carácter obrero del Estado.

Lenin y Trotsky vs Estalinismo

Este libro deTrotsky, el fundador del Ejército Rojo, representa una continuación de El Estado y la Revolución de Lenin.
Lenin en El estado y la revolución restableció la teoría marxista del Estado frente a la caída reformista de la II Internacional, Trotsky en La revolución traicionada encaró una tarea similar frente a la transformación en caricatura grotesca de la dictadura del proletariado hecha por la burocracia estalinista para volver a plantear la necesidad de un “Estado agonizante”, de un Estado que se oriente hacia su propia extinción.
Para Lenin y Trotsky las funciones coercitivas, al estar destinadas solo a la represión de la minoría burguesa y sus aliados, disminuirían cualitativamente la
necesidad del aparato represivo del Estado y lo debilitarían progresivamente.

Este elemento, junto con la ampliación de la democracia a las grandes mayorías, debería reducir este “semi-Estado” a funciones “de registro y control”. Algo muy contrario sucedió en la URSS desde la muerte de Lenin y la contrarrevolución estalinista, fue la clase obrera la despojada y reprimida.

En la URSS no hubo socialismo

A diferencia de lo proclamado por Stalin y luego replicado por los ideólogos de la burguesía para “demostrar” el fracaso del comunismo, para Trotsky la URSS no era una sociedad socialista, no representaba la “etapa inferior del comunismo” de la que hablara Marx: “Sería más exacto, pues, llamar al régimen soviético actual, con todas sus contradicciones, no un régimen socialista, sino un régimen preparatorio o de transición del capitalismo al socialismo”.
Una economía socialista poseyendo una técnica superior a la capitalista, tendría asegurado realmente un desarrollo socialista, por así decirlo, automático, lo que desdichadamente no puede decirse aún de la economía soviética”.
Contra toda visión evolutiva que pretendiese hacer del desarrollo económico de la URSS en sí mismo un fetiche, Trotsky, al resaltar el carácter transitorio del régimen social, alerta sobre la posibilidad de retroceder nuevamente hacía el capitalismo. El desarrollo socialista estaba muy lejos de ser seguro. Y la burocracia estalinista estaba haciendo retroceder a la URSS hacia el capitalismo.
El estalinismo fue la “negación termidoriana” de la Revolución de Octubre de Lenin y Trotsky. Y hay un hilo de continuidad innegable desde el punto de vista de régimen político y estado desde Stalin, pasando por Jrushchov y Brezhnev, hasta llegar a Gorbachov.
La definición del régimen soviético como “transitorio” descarta las categorías sociales acabadas como capitalismo (incluyendo al ‘capitalismo de Estado’),
y socialismo para definir a la URSS.

Sobre esta base Trotsky sostiene que la burocracia no constituye una nueva clase explotadora, sino una “capa o casta social privilegiada y dominante”, cuya “apropiación de una inmensa parte de la renta nacional tiene el carácter de parasitismo social” producto de la administración del Estado, y no un modo orgánico de explotación de clase.
Como toda burocracia, se erige sobre el Estado ejerciendo funciones de reguladora e intermediaria, de sostenedora de la jerarquía social.

Capa o casta, no clase

Sin embargo, en el caso de la URSS, Trotsky señala que “es algo más que una burocracia”, porque a diferencia de aquellas de los Estados burgueses que representan a una clase social que tiene medios para controlarla, en el caso del Estado obrero, la burocracia se eleva por encima de una clase que no tiene tradición de dominación y mando, y que no cuenta con la propiedad privada de los medios de producción para confrontarla.
Esto la hace más autónoma y le da su carácter distintivo. Para este análisis, Trotsky parte de una definición marxista del Estado en la URSS:
Las clases, decía, se definen por el sitio que ocupan en el sistema social de la economía y, sobre todo, por su relación con los medios de producción.
En las sociedades civilizadas, las relaciones sociales son validadas por leyes. La nacionalización de la tierra, de los medios de producción, del transporte y el cambio, así como el monopolio del comercio exterior forman las bases de la estructura social soviética.
Por eso, estas relaciones establecidas por la revolución proletaria definen básicamente a la URSS como un Estado obrero.
Pero el término marxista adecuado es que es un “estado obrero burocráticamente degenerado o deformado”. La URSS no fue “Socialismo real”, como mantienen los estalinistas (y también la derecha y la socialdemocracia) ni “Capitalismo de estado”, como dicen los Cliffista.

Régimen político y Estado

La elaboración del concepto de “Estado obrero degenerado burocráticamente”, parte en Trotsky de establecer la distinción entre régimen político y Estado. La misma se encuentra desarrollada en su artículo “Estado obrero, Termidor, y bonapartismo”.
Allí, señala como la “dictadura del proletariado” tiene dos acepciones que no deben confundirse. Distingue “dictadura” en referencia a la dominación social, de “dictadura” como régimen político.
La URSS es una “dictadura del proletariado” por el contenido social del Estado, así como podemos decir que el Estado burgués más allá de sus formas políticas es una “dictadura del capital”.
Pero a nivel de los regímenes políticos, así como en el Estado burgués distinguimos entre fascismo y democracia-burguesa, en el caso del Estado obrero ruso bajo el estalinismo no se trataba de una dictadura del proletariado sino de un nuevo tipo de régimen bonapartista, para el cual Trotsky formulará el concepto de “bonapartismo soviético”.

Sin democracia obrera no hay socialismo

Sin embargo, hay en este punto una gran diferencia entre Estado burgués y Estado obrero. Una vez liberadas de los frenos feudales, las relaciones burguesas se desarrollan automáticamente. Muy distinto es el desarrollo de las relaciones socialistas.
La revolución proletaria no solo libera las fuerzas productivas de los frenos de la propiedad privada, también las pone a disposición directa del Estado que ella misma crea.
A diferencia del capitalismo, el socialismo no se construye mecánicamente, sino conscientemente. El avance hacia el socialismo es inseparable del poder estatal que desea el socialismo o se ve obligado a desarrollo.
Así es que para Trotsky sin un régimen de democracia proletaria, sin que el poder esté en manos de los Soviets u otros organismos de autoorganización de este tipo no es posible el avance hacia el socialismo.
“La democracia soviética no es la demanda de una política abstracta, menos aún una moral abstracta. Se ha convertido en un asunto de vida o muerte para el país”.
En este sentido, el “bonapartismo soviético” pone un signo de interrogación sobre la supervivencia del Estado obrero mismo.
Este panorama planteó la necesidad histórica de una redefinición de conjunto y la imposibilidad de la URSS de estabilizarse a largo plazo. Ante esto Trotsky sostiene hipótesis alternativas:
REVOLUCIÓN POLÍTICA O RESTAURACIÓN DEL CAPITALISMO

Revolución política o…

En el Capitalismo la misión de la clase obrera es hacer la Revolución social para expropiar los medios de producción a la burguesía. Pero en un “estado obrero burocráticamente deformado” la tarea no es hacer la Revolución social, sino la política.
Por eso el pronóstico de Trotsky era que, dadas las condiciones explicadas más arriba, en la URSS o bien tendría lugar una nueva revolución que suprimiese la burocracia; o bien la burocracia se transformaría, cuando pudiese hacerlo, en una nueva clase capitalista.
Sobre la hipótesis de una nueva revolución contra la burocracia, Trotsky decía: “Supongamos que la burocracia soviética sea arrojada del poder por un partido revolucionario que tenga todas las cualidades del viejo Partido Bolchevique y que además esté enriquecido con la experiencia mundial del último período. Tal partido comenzaría por restablecer la democracia en los sindicatos y en los soviets”.
Lo que Trotsky planteaba era una revolución política, que a diferencia de una revolución social no tenía por objetivo reemplazar una forma de propiedad por otra. Pero al mismo tiempo, no se trataba simplemente de “reemplazar a una camarilla gobernante por otra, sino de cambiar los métodos mismos de la administración económica y la dirección cultural de un país”.
Para él: “La arbitrariedad burocrática deberá ceder su lugar a la democracia soviética”. Contra el régimen de “partido único”, sostenía la necesidad del “restablecimiento de la libertad de los partidos soviéticos, comenzando con el Partido Bolchevique, y el renacimiento de los sindicatos.”.
A su vez, planteaba las profundas consecuencias sociales que debía traer aparejadas una revolución de este tipo, empezando por “la revisión radical de los planes en beneficio de los trabajadores” y la búsqueda de la reversión del proceso de diferenciación social, entre otras.

…o la burocracia restauraría el capitalismo

La hipótesis alternativa, si no se conseguía hacer una revolución política, implicaba una restauración del capitalismo producto de derrotas de las masas, y sobre esta base la reconversión de la burocracia en clase capitalista, liquidando definitivamente la planificación, profundizando la diferenciación social y privatizando los medios de producción con el fin de estabilizar sus privilegios transformándolos en derechos de propiedad privada.
La necesidad de “preparar” la revolución para suprimir a la burocracia y “colocarse a la cabeza de las masas en una situación histórica favorable”, era para Trotsky “la misión de la sección soviética de la IV Internacional”, por entonces obligada a llevar a cabo un trabajo clandestino.

Defensismo: defensa de la URSS ante el imperialismo

En el marco del avance hacia la futura guerra, Trotsky sacaba otra importante conclusión estratégica de su definición de la URSS como “estado obrero burocrático”: la necesidad de su defensa frente a cualquier ataque del imperialismo y sus aliados.Trotsky acuñó la fórmula de “defensa incondicional de la URSS” frente al imperialismo.
Enfrentaba así a quienes sostenían queel capitalismo ya había sido restaurado en la URSS o que ésta se había convertido en un nuevo sistema de explotación, para negar su defensa frente al imperialismo.
Trotsky ligaba indisolublemente la defensa de la URSS al desarrollo de la lucha de clases. El destino de la URSS no se decidirá, en definitiva, en los mapas de los Estados Mayores sino en el mapa de la lucha de clases.
Las nuevas relaciones de propiedad conquistadas por la Revolución de Octubre se demostraron más fuertes frente al imperialismo en la Segunda Guerra Mundial, incluso con la bota de la burocracia sobre ellas, y las masas defendieron la propiedad nacionalizada frente a los nazis.
Usufructuando la derrota del nazismo a manos del Ejército Rojo, la burocracia estalinista utilizó este nuevo prestigio ante las masas para frenar con éxito la revolución en la Europa de postguerra, en Grecia, Italia y Francia. Pero no logró contenerla en la periferia, y para mediados de los años 50 la burguesía había sido expropiada en un tercio del planeta.

Estados obreros nacidos burocráticamente deformados

Sin embargo, desde su génesis, estas nuevas formaciones compartieron muchas de las características que Trotsky había analizado para la URSS, adoptando un carácter de “Estados obreros burocráticos”.
Los procesos de expropiación de la burguesía se realizaron “desde arriba” en los Estados del Este de Europa que habían quedado bajo la ocupación del Ejército Rojo después de la Segunda Guerra Mundial.
La burocracia estalinista avanzó en un proceso de asimilación estructural para constituir una zona de amortiguación frente a las potencias occidentales que dio lugar a nuevos Estados obreros deformados burocráticamente.
El desarrollo de procesos de “revolución política”, que Trotsky nunca llegó a ver y que atravesaron las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, desde Berlín del 53 hasta Polonia en el 81, pasando por Hungría del 56, Checoslovaquia en el 68, entre otros, donde incluso los obreros crearon Consejos Obreros que luchaban por lo que ellos llamaban “socialismo de rostro humano” contra los tiranos usurpadores de las conquistas revolucionarias.

La burocracia estalinista restauró el capitalismo y fue barrida del mapa por las masas

Por otro lado, la predicción más importante, en la que lamentablemente quedó plasmada la fortaleza de los desarrollos teóricos de Trotsky, fue la restauración capitalista en la URSS.
La restauración capitalista en la URSS, que tuvo su inicio a mediados de los años 80 y siguió en los años posteriores, no puede ser entendida sino como un acto más de un largo proceso que incluyó la derrota de todos los intentos de revolución política mencionados antes (la clase obrera no logró formar un partido revolucionario de masas, y sin partido no pudo haber revolución política triunfante), sumado a la ofensiva neoliberal que se estaba desarrollando en aquellos años.
Los levantamientos contra la burocracia de 1989-91 se dieron como consecuencia de la restauración capitalista y no al revés, como opina la mayoría de la izquierda mundial. Estos acontecimientos provocaron grandes debates en prácticamente todas las corrientes políticas.
En su libro El veredicto de la historia, Martín Hernández, de la LIT-CI, afirma:
La falta de claridad sobre los diferentes momentos de los llamados ‘procesos del Este’ ha sido, y sigue siendo, fuente de enormes confusiones. (…) Normalmente se organizan interminables debates (…) Y surge inevitablemente la pregunta: desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores ¿lo que ocurrió en el Este europeo fue positivo o negativo? Este tipo de pregunta generalmente lleva implícita la confusión de creer que fueron las movilizaciones las que, en su lucha contra la burocracia, acabaron derribando lo que restaba de los estados obreros. Algo así como ‘tiraron al niño junto con el agua sucia’. Pero eso no fue así (…)
Si observamos los acontecimientos desde el punto de vista histórico, podemos ver que a lo largo de décadas hubo varios intentos de tirar abajo a la burocracia. Esos intentos fueron derrotados, la burocracia no fue expulsada del poder y ésta llevó la restauración del capitalismo. Este hecho, sin ninguna duda, fue sumamente negativo. Es, en sí mismo, la máxima expresión de la crisis de dirección revolucionaria. Si la historia hubiese parado allí, hoy estaríamos posiblemente ante una de las más grandes derrotas de la historia del proletariado mundial. Pero la historia no se detuvo allí. Después de que la burguesía retomó el poder, las masas fueron a las calles y derribaron a sus agentes y, con ello a los regímenes dictatoriales, estalinistas, de partido único. Y esto es claramente positivo. (.)
El derrumbe del aparato estalinista es una victoria inmensa de la clase obrera mundial, tan grande como la derrota del fascismo durante la segunda guerra. La falta de una dirección revolucionaria hizo que el derrumbe de los regímenes estalinistas, dieran lugar a regímenes democráticos burgueses y no a dictaduras revolucionarias del proletariado. Pero esto no nos puede llevar a decir que estamos frente a una derrota. (…)
Pero, ¿por qué normalmente, a nivel del trotskismo principista se opina lo contrario? Porque se parte de la falsa idea de que las masas tiraron abajo una dictadura burocrática del proletariado y colocaron en su lugar un régimen democrático burgués, y eso no es así. Las masas tiraron dictaduras burguesas [eso eran desde mediados de los 80] y eso fue una victoria colosal, sólo que, por falta de una dirección revolucionaria, la burguesía y sus agentes acabaron imponiendo regímenes democráticos burgueses.
Como Trotsky predijo, la burocracia estalinista se transformaría en la nueva clase capitalista tras la desaparición de la URSS y eso fue lo que ocurrió.
El sacar las conclusiones adecuadas es responsabilidad hoy en día de las nuevas generaciones que han de despojarse de los vicios del estalinismo que no entiende lo que es la dictadura del proletariado-democracia obrera porque la asimilan a la dictadura de la casta burocrática, divorciada de la clase obrera, de esos estados obreros deformados. Los regímenes encabezados por Stalin, Ceausescu, los Jemeres Rojos, Enver Hoxha, Kim Jong-un o Xi Jinping no fueron ni son Socialismo.

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