viernes, 3 de febrero de 2017

La agenda de Donald Trump


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La agenda de Donald Trump


Escrito por Ralf B. Leepman para Buscando La Verdad
El recién elegido presidente de los Estados Unidos Donald Trump ha firmado, junto con su cargo, la agenda que la élite que nos gobierna ha configurado para él.
En mi anterior artículo, Donald Trump… la Élite no se ha equivocado, afirmaba que este individuo está al servicio de aquellos que en la sombra nos gobiernan. Hablamos de las familias más poderosas del planeta, es decir, los Rothschild, Rockefeller…etcétera.
Pues bien, el señor Trump tras ganar unas más que dudosas elecciones y en las que, dicho sea de paso, doña Hillary Clinton tardó unas diez horas en dar la cara porque esperaba una respuesta de Rockefeller a su pregunta… (¿Eh?… ¿Cómo?) Recibió la más que codiciada agenda donde le indican punto por punto las acciones de los próximos ocho años, si no se lo cargan antes.
Con sólo diez días de presidente, Trump ha conseguido cumplir con los dos primeros puntos de su agenda. Evidentemente, no por completo. Son extensos y no carentes de polémica. Convencer a la opinión pública estadounidense de que lo que se hace es necesario, no es baladí. Sin embargo, la agenda está muy bien diseñada ya que el tiempo de campaña electoral ha servido para ir inculcando en las mentes de la plebe las acciones a desempeñar a modo de promesas electorales. Con una charlatanería parlamentaria y brabucona, Trump ha ido siguiendo fielmente las directrices a seguir.
Veámoslas.
Protocolos de los sabios de Sion
Para quien no lo sepa, estos protocolos tratan sobre el control político global ejercido por parte de supremacistas judíos sionistas. Publicados por primera vez en 1903, el texto semeja la transcripción de las actas de unas reuniones secretas en las que estos sabios detallarían sus planes los cuales estarían en control de las grandes familias elitistas y la masonería extendida por todas las naciones de la Tierra, y tendría como fin último el hacerse con el poder mundial.
Protocolo 1.
El derecho de la fuerza. La libertad no es más que una idea.
El libre pensamiento. Oro, religión, independencia. El enemigo interior. La multitud, la anarquía.
Tal y como ordena el protocolo, el presidente Trump ejerce su derecho a la fuerza ordenando la construcción de un muro que separe definitivamente el sur de américa del norte. Y además amenaza que ese muro lo pagará el otro, es decir, México. ¿Y por qué no se opone? Porque sencillamente no puede. USA es más fuerte tanto económica como militarmente. Mantiene la ilusión de libertad (América es grande) y el libre pensamiento. (No se cuestionan nuestros valores morales) potencia la economía (reduce impuestos y sólo con la construcción del muro, creará mucho empleo) religión (sólo admite a refugiados cristianos y ensalza los valores bíblicos) y la independencia (aplaude el Brexit) potencia el enemigo interior creando fobia musulmana y tolera las revueltas multitudinarias y anárquicas. Lo peor es que la gente lo ve como cumplimiento de sus promesas electorales.
Protocolo 2
La guerra económica. Funcionarios desaprensivos y consejeros secretos.
La creciente tensión entre los Estados Unidos y China, puede desencadenar una guerra económica de impredecibles consecuencias a la que el presidente Trump no da demasiada importancia. Destituye a la Fiscal General Sally Yates por negarse a defender la orden islamófoba y nombra a Jeff Sessions con un pasado racista. Y James “Perro Rabioso” Mattis, el elocuente general retirado elegido por Donald Trump como secretario de Defensa de Estados Unidos quien aconseja en secreto al presidente sobre “tanta presencia musulmana” en el país.
Podríamos contemplar uno por uno los 24 protocolos de los Sabios de Sion y seguro que encontraríamos alguna que otra relevancia sobre la presidencia actual de los Estados Unidos. Pero como he dicho anteriormente, lleva diez días, y no da tiempo material a cumplir con lo pactado. Bajo mi punto de vista, ha corrido mucho. Se ha ventilado dos protocolos en una semana y poco. Pero como bien dije, la Élite no se ha equivocado. Y como muestra un botón.
Ralf B. Leepman

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