lunes, 11 de diciembre de 2017

¿Fantasma o realidad la sombra de Victoriano Huerta?

I. Leyendo el libro de Benjamín Arditi, La política en los bordes del liberalismo con el subtítulo diferencia, populismo, revolución, emancipación (Gedisa, editorial), me encontré una cita que viene como anillo al dedo: “Dejando de lado las ocasiones especiales de la noche y del mediodía, cuando las sombras desaparecen, y la presunta, aunque aun no confirmada, posibilidad de los muertos vivientes, que no la tienen, una sombra es, por definición, aquello que acompaña a un cuerpo”. Esto, pues, a propósito de que debido a la casi imposición de la Ley de Seguridad Interior que legalizaría a los militares, marinos y fuerza aérea para hacer las veces de una policía sin límites municipales ni estatales, sus elementos de plano actuarían como si nuestro Estado dejara de ser federalista y, rescatando la desgraciada época del régimen unitario o centralista: 1835-1846 (Felipe Tena Ramírez: Leyes Fundamentales de México; editorial Porrúa).

II. Y es que esa Ley de Seguridad nos recuerda cuando los generales Mondragón y Félix Díaz, el 9 de febrero de 1913 originaron la “decena trágica” que hizo posible el Golpe de Estado, y el homicidio de Francisco I Madero y Pino Suárez. E hicieron posible que otro general, Victoriano Huerta, asaltara el poder presidencial para reunir en su persona a los otros dos poderes: judicial y legislativo. Y así fue como el militarismo, a la sombra del porfirismo, interrumpió a sangre y fuego la naciente democracia. Sombra, fantasma, muerto viviente, Victoriano Huerta ronda a la Ley de Seguridad Interior que, de implantarse en sus actuales términos, generaría otro 13 de febrero semejante al de 1913. Dar ahora a los generales el mando absoluto para disponer, con toda impunidad y fuero, no solamente de la actual guerra contra las delincuencias organizadas, sino para imponer la paz pública al precio que sea, llevará a los mexicanos ajenos a esa criminalidad a ser tratados como si el vigente régimen constitucional estuviera totalmente cancelado. No habrá derechos humanos.
III. De esta manera, la nación quedaría sitiada y en medio del fuego cruzado de militares y delincuentes, tal y como ha estado pasando; incluso con fusilamientos, tiros de gracia y desapariciones como la de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. Si los senadores aprueban esa Ley, tras haberlo hecho los diputados federales, es claro que para hacer ganar las elecciones presidenciales al Partido Revolucionario Institucional, el militarismo en curso abortará a otro Victoriano Huerta. Y ya que el Congreso de la Unión no representa a los mexicanos sino a la élite del poder presidencial y al neoliberalismo económico empresarial, por medio de la “paz” de los fusiles y con la dictadura de su mayoría, aprueban lo que le conviene a esos sectores dañando la vida cotidiana del país. La Ley de Seguridad Interior da vía libre al militarismo. Si así son las cosas, entonces “lo que tenemos ante nosotros es… una noche polar de una dureza y una oscuridad heladas”; porque la nación está en la mira de esa ley que aumenta la inseguridad para los mexicanos en general. Con la Constitución o contra ella.

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