jueves, 1 de febrero de 2018

El fin del conflicto en Siria una Ilusión



La paz en Siria estará siempre supeditada o dependerá de los caprichos y las acciones de aquellos cuyos intereses hegemónicos se anteponen a cualquier otra razón. 
EL FIN DEL CONFLICTO
EN SIRIA UNA ILUSIÓN
Dado los recientes acontecimientos en Siria, devastada por la guerra que el imperialismo occidental ha impuesto sobre su territorio y su población, se hace muy difícil avizorar que en el corto o mediano plazo el conflicto llegue  a su final. Ciertamente la banda de terroristas mercenarios del Estado Islámico y otros grupos de fanáticos afiliados a Al-Qaeda han sido derrotados, aunque no totalmente aniquilados, en la mayor parte de los territorios que ocupaban previo a la intervención militar de Rusia que inclinó de manera decisiva el rumbo de la guerra en favor de las fuerzas del gobierno de Al Assad. Y aunque la presencia de estas agrupaciones terroristas sigue siendo una amenaza para el gobierno sirio que continua combatiéndolas en varios puntos del país, como en la provincia de Idlib y en las afueras de Damasco, la principal y más grande amenaza para la paz y la integridad territorial de Siria lo constituye la presencia ilegal de los Estados Unidos en su territorio.
Después de haber fracasado en sus planes iniciales de balcanizar a Siria a través del Estado Islámico y el Frente Nusra -abortados por la oportuna intervención de Rusia, Irán y Hezbolá- los EE.UU, a través del Pentágono, recurrieron a la aplicación de su plan “B” que consistía en ganarse la confianza y lealtad de los kurdos con la promesa de la creación de un Estado kurdo (Rojava) en el norte de Siria adyacente a Turquía, que obviamente contaría con el aval y la protección de Estados Unidos. Contando con la colaboración de las milicias kurdas y árabes agrupadas en las denominadas Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) que fueron creadas a instancias del Pentágono, y bajo el pretexto de combatir al EIIL, Estados Unidos se ha apoderado de una buena porción de territorio en el noreste de Siria que equivale aproximadamente a la tercera parte del país y donde, además de haber establecido más de una decena de bases militares, cuenta con abundante material militar, entre 2000 a 3000 efectivos militares y fuerza aérea. Con este despliegue militar Estados Unidos se ha convertido en una fuerza de ocupación militar de facto,  ilegalmente ocupando el territorio de un país que nunca solicitó su presencia, pero que según sus propios planes tiene previsto ocupar por tiempo indefinido.
En una conferencia de prensa el pasado 29 de diciembre, el jefe del Pentágono, James Mattis reveló que no habrá ninguna retirada del conflicto sirio y que, al contrario, la administración Trump planea aumentar la presencia estadounidense desplegando diplomáticos y contratistas (mercenarios estadounidenses) en el norte de Siria, Mattis llamó a esto un cambio “de lo que él llamaría una estrategia ofensiva y de captura de territorio a una de estabilización”. Más recientemente, en un discurso en el Hoover Institution de la Universidad de Stanford, California, el secretario de Estado, Rex Tillerson, indicó que los Estados Unidos mantendrán una presencia militar indefinida en Siria no solo para combatir al EIIL y al-Qaeda, sino también para hacer frente a la creciente influencia de Irán y preparar el camino para la salida  del régimen de Bashar Assad y su familia y crear la condiciones para el retorno de los refugiados.
Lo dicho por ambos funcionarios del más alto rango dentro del régimen de Trump, sirve para comprender que el objetivo de la política del gobierno estadounidense hacia Siria es  el de la ocupación permanente, pero que crea además las condiciones para el establecimiento de una entidad territorial autónoma, fuera del control de Damasco, que en la práctica equivale a la materialización  de la partición de Siria. Por otra parte, es un hecho que esa región autónoma, el Kurdistán Sirio, sobre el que avanzan los planes estadounidenses, servirá como la base de operaciones del Pentágono para poner en marcha su estrategia de recuperar o forzar el papel protagónico (hegemónico) de los EE.UU en la resolución de la crisis en Siria. Pero esto requiere forzar, por cualquier medio, la salida de Assad, y confrontar a Rusia e Irán que son en los actuales momentos los dos potencias con el mayor poder de influencia y decisión en Siria y que por supuesto son los pilares sobre los que se sostiene la permanencia de Al Assad y el propio destino de Siria.
Pero el Pentágono se cuida en no arriesgarse a una confrontación directa con Rusia e Irán ya que esto significaría un conflicto de grandes proporciones que rebasaría los límites de lo imaginable, por lo que prefiere hacerlo a través de terceros, en este caso los militantes kurdos y árabes pagados, entrenados y armados por Estados Unidos. Es con este objetivo que los EE.UU en sus gastos de defensa para el 2018 tienen proyectado desembolsar, bajo el programa “Train and Equip”, $500 millones que serán dedicados a entrenar a 30,000 miembros de las fuerzas de oposición, es decir las milicias kurdas en el norte de Siria. Por otra parte, según los propios rusos, cientos de militantes, mayormente miembros del EIIL y al-Qaeda, están recibiendo entrenamiento militar de norteamericanos y británicos con el objetivo de crear  el Nuevo Ejército Sirio para combatir a las fuerzas gubernamentales en el sur de Siria.
Es precisamente la creación de esa fuerza de 30,000 militantes que están siendo entrenados en el territorio ocupado por los EE.UU y, que se ha anunciado servirá como una fuerza para mantener la seguridad en las fronteras del futuro Kurdistan Sirio, lo que estaría provocando el estallido de un nuevo conflicto militar que involucra a Turquía y las milicias kurdas apoyadas por los EE.UU. Esta es una situación que pone en serios aprietos la estrategia de los EE.UU, pues por un lado están las fuerzas kurdas aliadas de Estados Unidos, y por el otro, Turquía un aliado tradicional y un miembro muy importante de la OTAN. ¿A quién apoyar? Un grave dilema resultante de la misma contradicción de la estrategia del Pentágono que declara su misión de combatir el terrorismo pero que al mismo tiempo integra a miembros del EIIL, unos 15,000 según estimados, dentro del nuevo ejército kurdo denominado “Fuerza de Seguridad de la Frontera Siria”, o  Syrian Border Security Force, sin embargo para el gobierno de Erdogan, (él mismo un gran instigador del terrorismo en Siria) esto demuestra que Estados Unidos está coludido con el terrorismo al apoyar el establecimiento de una entidad autónoma liderada por una organización terrorista (YPG) en las proximidades de su propia frontera y que Turquía no está dispuesta a tolerar y le ha declarado la guerra utilizando su propio contingente de terroristas, el Ejército Sirio Libre.
La operación militar turca contra el enclave kurdo de Efrin, en la provincia siria de Alepo, deja en claro, entre otras cosas, que el combate al terrorismo es solo una burda manipulación con el fin de prolongar la guerra y acabar con la existencia de la Republica Arabe de Siria, pues tanto Estados Unidos, al igual que Turquía (ambos ilegalmente en Siria), se apoyan en el terrorismo mercenario para continuar con sus planes macabros de impedir cualquier solución de un conflicto en el que ambos se destacan como sus más notorios instigadores. El actual estallido Efrin es apenas el inicio de una nueva fase de la guerra contra Siria y sus aliados -Rusia e Irán- que el imperialismo estadounidense y sus socios pretenden llevar has sus últimas consecuencias con el fin de eliminar cualquier obstáculo a sus planes de dominación de toda la región del Oriente Medio. Por consiguiente, la paz en Siria estará siempre supeditada o dependerá de los caprichos y las acciones de aquellos cuyos intereses hegemónicos se anteponen a cualquier otra razón.

USA. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario