viernes, 23 de febrero de 2018

El general gallina



El cacareo se oyó en todo el territorio nacional y el general, con déficit de testosterona, pareciera que tenía los cojones más chicos que un recluta, que un soldado raso…
EL GENERAL GALLINA
Por María de los Ángeles Roca
Una de las glorias de las letras hispanoamericanas, Gabriel García Márquez, escribió una pequeña pero bien estructurada novela en sus primeros años de escritor, intitulada El coronel no tiene quien le escriba, un relato conmovedor de la soledad humana, el olvido, las limitaciones y la poca valoración por la heroicidad de quien ya viejo era de poca importancia. En Guatemala, tierra precursora del realismo mágico con el Gran Lengua, Miguel Asturias, también pudo haberse escrito con el signo de un realismo mágico trepidante, una obra narrativa sobre la gallardía y valentía militar, cuando los militares estaban en el imaginario guatemalteco, hace cien años,  como hombres de honor y caballeros de respeto.
Ahora todavía se puede ironizar con un trabajo narrativo de ese tipo, pero no para la exaltación de la gallardía militar extraviada en no sé qué momento de nuestra historia, para dar paso mejor a una comedia o entremés donde un general del ejército de Guatemala, dominado por la cobardía, opte por esconderse y ser cuasi un desertor porque no podía enfrentarse a la idea de el deshonor yéndose a la cárcel, a la prisión provisional en tanto dilucidaba sus situación legal a través del debido proceso, auxiliado por una defensa que demostraría que él no es responsable de lo que se le acusa y que tampoco es poca cosa: ser el autor intelectual del asesinato de su padre,  el señor José Armando Melgar Moreno, quien, por sus razones muy personales, entiendo, no iba a heredar importantes propiedades agrícolas a sus hijos   -posiblemente malos y desagradecidos-  sino a personas que él valoraba más dignos de heredar su patrimonio. Le asesinan a sus 79 años, casi 80, y el entonces coronel Erick Melgar Padilla acude a la CICG para solicitar una investigación por el asesinato de su padre, atribuyéndosele a una estructura criminal ficticia o un aparato clandestino. Nada de eso era cierto, era un bien elaborado montaje para confundir los procesos de investigación y gozar, a futuro, de impunidad y de los bienes materiales de la víctima, con el robo de los documentos de propiedad e impulsar acciones de un intestado.
Pero todo se empezó a desbaratar, la conspiración empezó a dejar de ser funcional y el hechor material, condenado a 26 años de prisión por la acción incisiva de un fiscal corrupto  -Rony López- se decide a contar la verdad, verdadera, y se desata el pandemónium a través de la figura jurídica penal del colaborador eficaz. Ello da lugar a que la jueza penal, Claudette Dominguez, dicte una orden de captura contra el general Erick Melgar Padilla, comandante de la Brigada de Policía Militar Ambulante de Matamoros, por los indicios racionales en la comisión de un delito. Esta orden judicial hace que el general se asuste de tal manera que, faltándole los debidos cojones para enfrentar sus errores, decide esconderse y no había barracón de cuartel alguno donde pudiera encontrársele. Estaba bien escondido en algún lugar hasta que, tranquilizado por la misma jueza que le dictó auto de prisión provisional; se presenta a su comando para no caer en el delito militar de deserción, antes de cerrarse las horas indicadas por las leyes privativas del ejército y hacer efectiva la comisión del delito militar.
Valiente general y contradictoria jueza, que metiéndose en un embrollo que tendrá graves consecuencias para ella (posiblemente le aceitaron con generosidad la mano) y para la credibilidad del Organismo Judicial, ya en serios aprietos de honorabilidad; tendrá que explicar en las instancias superiores cómo, de qué manera, le otorga el derecho de antejuicio a quien no disfruta de ese privilegio. Lo único que preocupa al final con El General Gallina es que, si a estos cobardes se les confía la defensa de la soberanía nacional y la ciudadanía, pues estamos, francamente, perdidos. El cacareo de El General Gallina se oyó en todo el territorio nacional, huyendo despavorido y ruidoso, dejando en el camino cuantas plumas le hizo soltar el miedo y la cobardía.
USA. 

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