lunes, 9 de abril de 2018

Réquiem por un sexenio, un candidato y cuatro zopilotes


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Réquiem por un sexenio, un candidato y cuatro zopilotes 


Autor: Álvaro Cepeda Neri *

I. Dejan Peña y los peñistas una nación atrapada en el desempleo, la pobreza, la corrupción (como lo demuestran nueve desgobernadores o en la cárcel o en capilla e incluso huyendo); la incontenible inseguridad, y un terrible alza de precios por los constantes aumentos a las gasolinas. Ese depredador e ineficaz desgobierno de Peña y sus peñistas –salidos de la cueva de Atlacomulco o cueva de Alí Baba y los 40 ladrones– ha dejado peores consecuencias que los sismos. Y ya doblan las campanas por el funeral de ese grupo-cartel, como otra delincuencia organizada al amparo del poder presidencial. Y el pueblo los despiden con mentadas y reclamos de que, por fin, un presidente sea llevado ante los tribunales (en nuestra vecina Guatemala ya van dos en la cárcel); porque de lo contrario y con ese ejemplo, quien gane las elecciones este julio podría hacer lo mismo sin recibir sanción. Supone Peña que se le debe reconocer lo que es su obligación hacer; aunque hasta la fecha no puede rendir cuentas con saldo a su favor.
II. Y es que desde hace 6 años ha privado la corrupción y la pésima administración de las 24 dependencias fundamentales del presidencialismo, encabezadas por ¡Pemex y Odebrecht! Es cierto que, al menos desde Alemán, no hay un presidente honrado y eficiente. Pero con todo y Fox y Calderón, Peña se lleva el primer lugar de lo podrido de un sexenio. Así que ha llegado el fin del ritual presidencialista, con música y letra de rechiflas y mentadas para despedir al peñismo; cuyos integrantes deben deslindar responsabilidades ante un tribunal penal, imputándoles los 13 delitos del Título Décimo: delitos cometidos por servidores públicos, así como el de traición a la patria. Es una misa para la condena en este mundo de esa pandilla; cuyo jefe: Videgaray, debe ser uno de los primeros en sentarse ante jueces imparciales con jurados populares. Junto con “Mid”, el candidato enviado al Infierno de la derrota, por su ambición de ceñirse la Banda junto a su escapulario; pero le toca la parte final del réquiem, al ser sido enviado a la guillotina de las urnas. Y como la carroña de la corrupción, la impunidad y el cinismo que les canten: “ya los llevan a enterrar, entre cuatro zopilotes y un ratón de sacristán”.
III. Lo grave es que dejaron un país en el total desastre social, donde privó el abuso del poder, enraizado en el fraude electoral y más de medio millón de homicidios, empezando por los 43 de Ayotzinapa y los 14 muertos de Jimiltepec, por el helicóptero que cayó sobre ellos para salvar a Navarrete y Murat. Asistimos, pues, a un sexenio que entra en su fase final y que deja en desgracia al pueblo al que, además, Peña le pide que le rinda honores, cuando los mexicanos padecemos en carne propia las consecuencias despóticas, corruptas, del incumplimiento de las obligaciones de Peña y el peñismo que asisten, de cuerpo presente y en vivo, a su funeral para que en esta vida terrenal no descansen en paz y reciban su reconocimiento ante los tribunales, porque la opinión pública ya los sentenció con la frase de Miguel Hidalgo; “¡muera el mal gobierno!”.
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