jueves, 6 de diciembre de 2012

Primeras señales de Peña: IV. El innombrable “poder fáctico” de la TV

Primeras señales de Peña: IV. El innombrable “poder fáctico” de la TV

Leo Zuckermann
En 2007, los tres partidos más grandes cerraron filas para aprobar una reforma electoral que supuestamente limitaría el poder de las televisoras. PAN, PRI y PRD creían que la única forma de enfrentarse a Televisa y TV Azteca era con un frente único. Ya se dieron cuenta, al parecer, de que su reforma no funcionó y proponen ahora nuevos cambios que podrían afectar los intereses económicos y políticos de la TV. En el Pacto por México firmaron, con la participación del nuevo gobierno de Peña, compromisos en esta materia.
El primero está dirigido a inyectarle una mayor competencia al sector: “Se licitarán más cadenas nacionales de televisión abierta, implantando reglas de operación consistentes con las mejores prácticas internacionales, tales como la obligación de los sistemas de cable de incluir de manera gratuita señales radiodifundidas (must carry), así como la obligación de la televisión abierta de ofrecer de manera no discriminatoria y a precios competitivos sus señales a operadores de televisiones de paga (must offer), imponiendo límites a la concentración de mercados y a las concentraciones de varios medios masivos de comunicación que sirvan a un mismo mercado, para asegurar un incremento sustancial de la competencia en los mercados de radio y televisión”.
Siempre he sostenido que la solución a la intrincada relación de la política con los medios es una mayor competencia, tanto de partidos como de medios. En este sentido, me parece una buena señal la que están enviando Peña y los partidos. Quizá el único problema que le veo es que el Pacto prevé comenzar este proceso el 2013 y terminarlo en 2018. Mientras tanto, el Presidente ya prometió licitar “dos nuevas cadenas de televisión abierta en los siguientes meses”.
Muy bien. Pero más allá de una sana competencia en la televisión, y desde luego que en todos los sectores de la telecomunicación, los políticos insisten en complicar el asunto entrometiéndose con los tiempos y contenidos de los medios electrónicos. En 2007, los partidos impusieron un régimen de acceso gratuito a tiempos radiofónicos y televisivos que utilizaron para lanzar la mayor spotiza de la historia. No conformes con ello, ahora quieren revisar “los tiempos oficiales de radio y televisión para impulsar una cultura de debate político y una racionalización del uso de los anuncios publicitarios”. Al parecer, aparte de sus spots de 30 segundos, quieren programas políticos enteros, supongo que organizados por ellos, como si éstos no existieran.
Y luego está el absurdo compromiso de anular una elección por “la compra de cobertura informativa en cualquiera de sus modalidades periodísticas, con la correspondiente sanción al medio de que se trate”. ¿Quién va a determinar que cierta cobertura se compró? ¿El IFE, el Tribunal Electoral o una comisión de ciudadanos “impolutos”? ¿Con qué criterios? Es una locura que me parece increíble que haya firmado Peña. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué culpas carga? En fin, el tema es que, en este rubro, los políticos se equivocan una vez más. Insisto: la solución a la compleja relación de la política con los medios es una mayor competencia de ambas partes; todo lo demás son revanchismos contraproducentes.
Un último punto sobre este tema. Los tres partidos más grandes hablan con mucha soltura de los “poderes fácticos”. Durante la firma del Pacto, Madero, del PAN, dijo: “La falta de estas reformas afecta a los más débiles, a los más necesitados, y favorece a los intereses de los poderes fácticos, que no pueden ser sometidos, más que por un Estado democrático, fuerte y soberano”. Zambrano, del PRD: “Nos indigna que los poderes fácticos de todo tipo hayan doblegado una y otra vez a los gobiernos de uno y otro partido”. Osorio, del PRI y representante de Peña: “La creciente influencia de poderes fácticos, frecuentemente, reta la vida institucional del país y se constituye en un obstáculo para el cumplimiento de las funciones del Estado mexicano”. Muy bien. El problema es que no dicen quiénes son esos “poderes fácticos”. El nuevo secretario de Gobernación simplemente dijo que no hay que “individualizar, señalar en lo particular”.
En México, como en cualquier país, hay muchos grupos de interés (ahora les llaman “poderes fácticos” supongo porque suena más contundente). Uno de ellos es, sin duda, las televisoras que efectivamente defienden los intereses de sus accionistas. Ojalá los políticos mexicanos, incluidos los del nuevo gobierno, se atrevan a nombrarlos algún día. No lo creo porque, como buenos políticos que son, dan discursos oblicuos para no meterse en problemas. ¿O será por el miedo que les tienen a algunos de estos grupos de interés con todo y el Pacto que firmaron?

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