jueves, 24 de enero de 2013

La esperaron con gritos de “¡asesina! ¡asesina!”


La esperaron con gritos de “¡asesina! ¡asesina!”

Política •
Familiares de víctimas de la banda "Los Zodiaco" se concentraron en la puerta del penal para protestar contra el fallo.
México • Cuando se abrió la puerta del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan, los gritos de “¡asesina! ¡asesina!” se reavivaron contra Florence Cassez. Eran familiares de personas secuestradas por la banda Los Zodiaco que lideraba Israel Vallarta, su pareja sentimental.
La ciudadana francesa viajaba en el asiento trasero de una camioneta blanca, aunque en un principio se pensó que iba en una guinda. Parecía no escuchar los gritos, su rostro era de sorpresa, impávido. Fueron segundos los que permaneció en la aduana de vehículos antes de dirigirse al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para volar a París.
Vestía pantalón de mezclilla y en su hombro cargaba dos maletas, su padre Bernard Cassez y ella portaban chalecos antibalas. Medida de seguridad, argumentaron los custodios.
Minutos antes, Agustín Acosta, su abogado, antecedía la salida de Florence y confirmaba el llanto de la francesa cuando se enteró que los ministros de la Corte habían ordenado su inmediata libertad.
“Está emocionada y contenta, pero también en un estado que le impide pronunciarse mucho, está bien de salud y está con su padre, está casi sin palabras, yo ya me despedí de ella.”
Él también fue objeto de amenazas, manotazos, gritos y reclamos de Michelle Valadez, la esposa de Ignacio Abel Figueroa, comerciante de la Central de Abastos plagiado durante tres meses y víctima de laceraciones, golpes y amputaciones que hicieron sus captores para obligar a la familia a entregar, según dijo la mujer, dos millones de dólares.
Adentro, desde muy temprana hora, Cassez salió de su celda del dormitorio 1 para encontrarse con su padre y el cónsul general de Francia en México, Gérard Martin. Ahí siguieron la discusión que protagonizaban los ministros de la Corte.
Con la resolución a su favor, la francesa cerró una etapa de siete años de encierro, tiempo en el que conjugó el desarrollo de su proceso penal por secuestro con su vida en prisión. Los privilegios que tenía por compartir una estancia con una sola interna, las visitas extraordinarias, su mesa reservada en el comedor del penal, la vigilancia permanente de custodias que la acompañaban a todos lados, la restricción de otras mujeres para acercarse a ella.
Pero Florence también ocupaba su tiempo de ocio dando clases de su lengua natal y en la lectura, le gustaba escribir y publicó el libro A la sombra de mi vida de Editorial Océano. De ese 9 de diciembre del 2005, cuando fue detenida por la entonces Agencia Federal de Investigación dirigida por Genaro García Luna narraba su pesadilla.
Ayer, a su salida del penal había periodistas nacionales e internacionales, varios ciudadanos franceses que corrían de un lado a otro para dar cuenta de la liberación de la mujer que puso en jaque las relaciones México-Francia el sexenio pasado.
La AFI ya no estaba. Apenas seis camionetas del Grupo Relámpago de SSPDF encendieron las sirenas cuando el vehículo de Migración aceleró su paso.
“Denunciar a García Luna no está en mi agenda”, respondió Agustín Acosta al cuestionamiento de si fue el responsable de las violaciones a los derechos humanos que echaron atrás una sentencia de 60 años de prisión.

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