miércoles, 13 de febrero de 2013

“Zedillo dejó que me golpearan sin pudor”


“Zedillo dejó que me golpearan sin pudor”

Política •
El último regente acusa a Rosario Robles, Cuauhtémoc Cárdenas y Martí Batres de destruirlo políticamente.
México • El ex regente del Distrito Federal y otrora secretario de Turismo, Óscar Espinosa Villarreal está de vuelta, aunque ya no para militar en partido político alguno, porque ya no tiene “estómago” para ello.
Lo hace a través de un libro de su autoría titulado Clarosucuros del poder, en el cual hace señalamientos directos sobre quienes contribuyeron a que, políticamente, cayera en desgracia, que estuviera preso en la cárcel de El Chipote, en Nicaragua, y posteriormente extraditado a México, donde vivió arraigado por su presunta responsabilidad en manejos irregulares del erario del entonces Departamento del Distrito Federal.
Señala, entre otros, a Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles y Martí Batres de “manipular y politizar la justicia” mexicana para “golpearme sin misericordia ni pudor”.
Dice que la hoy secretaria de Desarrollo Social, en aquel entonces jefa de Gobierno interina, “fue quien procedió penalmente en mi contra. Información procedente de inteligencia del gobierno federal afirmaba que en la casa de campaña de Cárdenas se habían reunido Rosario Robles, el propio candidato presidencial y Andrés Manuel López Obrador para tomar la decisión de actuar en mi contra penalmente, con el fin de presentarse ante el electorado como los paladines en la lucha contra la corrupción”.
También acusa a Rosario Robles de haberse publicitado profusamente en televisión durante su interinato como jefa de Gobierno de la capital del país, “destacando trabajos de remodelación hasta de una piscina pública, donde evidentemente el costo de producción de esa publicidad estaba por encima de lo invertido en la obra”.
Durante el tiempo que permaneció preso en Nicaragua, Óscar Espinosa compuso una serie de poemas, en los que califica así a quienes lo denostaron y atacaron, así como a sus amigos y familiares que salieron en su defensa:
“Perros de caza los que me acosan, perros de casa los que me aguardan. Feroces los primeros tras su presa, leales y tristes los del hogar. Fieles ambos a sus causas: atrapar y matar los de la jauría, acompañar y defender, los de mi vida. Perros de caza y de casa, en esta vida de perros.”
Pero de “los perros de caza”, en alusión a Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles y Martí Batres, entre otros, no pudo defenderse en su momento debido a que, revela, el entonces presidente Ernesto Zedillo “simplemente se desentendió no solo de mí, sino de los míos, y fui yo quien pagó la factura más cara en el proceso de transición tan promovido por él, dejando que me golpearan sin misericordia ni pudor”.
Con el paso de los años, Espinosa Villarreal se dio tiempo de concluir una maestría en finanzas apoyándose en el internet, además de montar una consultoría llamada Contorno, Centro de Prospectiva y Debate que brinda análisis, opinión, diseño de estrategias y campañas, así como el financiamiento de actividades políticas.
Pero el ex jefe del Departamento del Distrito Federal tiene otros objetivos en mente: “Quiero conocerme mejor, aprender a pintar y, si se pudiera, también a cantar. Quiero leer y decir en voz alta todos los poemas que pueda. Escribir cuantos me dicten la luna o las aves y luego lanzarlos al viento para que hagan piruetas como plumas y que los haga suyos quien lo desee. Quiero ver sin algún recato a muchas mujeres hermosas. No quisiera volver a arrepentirme por aquel viaje que no hice o aquel atardecer que me perdí o aquella experiencia que no tuve. Quiero, simplemente, vivir”.
Lo anterior se desprende de las 330 páginas del referido libro que contienen “las líneas más relevantes” de la vida política de quien fuera señalado en su momento como cabeza de una “organización criminal” que operaba en la entonces regencia capitalina, donde se habrían detectado primero manejos turbios calculados en 3 millones de pesos hasta llegar a 5 mil millones de pesos.
Fueron casi seis años de juicio, hasta que sus defensores, Alonso Aguilar y Salvador Rocha, lograron que la Suprema Corte de Justicia ordenara su libertad inmediata y declarara nulas todas las acusaciones y decisiones de todas y cada una de las instancias del Distrito Federal que procedieron en su contra.

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