martes, 11 de agosto de 2015

UNA LOCA AMBICIÓN que conduce a la GUERRA CIVIL Clinton, Juppé, Erdoğan, Daesh y el PKK

 
 
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Publicado en 2013, el plan Wright retoma elementos del plan del ex ministro francés Alain Juppé para Libia, Siria e Irak. Pero Robin Wright va más lejos, incluyendo proyectos para Arabia Saudita y Yemen.
UNA LOCA AMBICIÓN QUE CONDUCE A LA GUERRA CIVIL

Clinton, Juppé, Erdoğan, Daesh y el PKK

La reanudación de la represión contra los kurdos en Turquía es consecuencia de la imposibilidad, ya demostrada, de concretar el plan Juppé-Wright, planteado en 2011. 

Aunque resultó fácil desplegar el Emirato Islámico (Daesh) en el desierto y en las provincias iraquíes de Ninive y al-Anbar, mayoritariamente sunnitas, ha resultado imposible controlar los poblados kurdos de Siria. 

Para realizar su sueño de crear un Kurdistán fuera de Turquía, el presidente turco Erdogan no tendrá más opción que la guerra civil.
Al llegar al poder en Ankara, en 2003, el partido islamista AKP modificó las prioridades estratégicas de Turquía. 
En vez de basarse en la correlación de fuerzas posterior a la invasión de Irak, Recep Tayyip Erdogan ambicionaba sacar a su país del aislamiento en que se hallaba desde la caída del Imperio Otomano. 
Basándose en los análisis de su consejero, el profesor Ahmet Davutoglu, Erdogan se pronunció por resolver los problemas con sus vecinos que llevaban un siglo pendientes y convertirse paulatinamente en un mediador regional al que sería imposible ignorar. 
Para eso, Turquía tenía que convertirse en un modelo político y establecer relaciones con sus socios árabes, sin renunciar a su alianza con Israel.
Iniciada con éxito, esa política –llamada de «cero problemas»– llevó a Ankara no sólo a dejar de sentir temor frente a Damasco y su respaldo al PKK, sino a pedirle que le ayudara a negociar una salida de la crisis con los kurdos. 
En octubre de 2006, el partido kurdo declaró una tregua unilateral e inició negociaciones con el gobierno del entonces primer ministro Erdogan. 
En mayo de 2008, Ankara organizó negociaciones indirectas entre Damasco y Tel Aviv, las primeras desde que Ehud Barack rechazara el plan del presidente estadounidense Bill Clinton y del entonces presidente de Siria, Hafez el-Assad, negociaciones a las que puso fin el actual presidente sirio Bachar al-Assad cuando Israel atacó Gaza, en diciembre de 2009.
Dándose cuenta de que la cuestión palestina hacía imposible mantener buenas relaciones con todos los Estados de la región al mismo tiempo, Ankara optó por apoyar a los palestinos ante Israel. Fue esa la época de los hechos de Davos y de la Flotilla de la Libertad. 
Al disponer entonces de un amplio respaldo popular, Ankara se acercó a Teherán y aceptó, en noviembre de 2010, participar en un mercado común Turquía-Irán-Irak-Siria. 
Se eliminó la exigencia de visas entre esos países, los derechos de aduana se redujeron considerablemente, se creó un consorcio para el manejo de pipelines y gasoductos y se instituyó una autoridad para administrar en común los recursos acuíferos. 
Todo aquello era tan atractivo que el Líbano y Jordania quisieron incorporarse a aquella estructura. Una paz duradera parecía posible en el Levante.
En 2011, cuando el Reino Unido y Francia se lanzaban en una doble guerra contra Libia y Siria, a pedido de Estados Unidos y bajo su control, Turquía –lógicamente– se opuso a ello. 
Iniciadas bajo el pretexto de proteger a la población civil, era demasiado evidente que se trataba de guerras con objetivos neocoloniales. 
Además, afectaban los intereses turcos ya que Libia era uno de los principales socios económicos de Turquía mientras que Siria estaba en camino de serlo, gracias al nuevo mercado común regional.
Fue entonces cuando todo cambió…

Cómo Francia hizo que Turquía cambiara de bando

Por iniciativa del entonces ministro francés de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, en marzo de 2011, París propuso secretamente a Ankara apoyar la incorporación de Turquía a la Unión Europea y ayudarla a resolver su problema con los kurdos… si Turquía se sumaba a la guerra contra Libia y Siria. 
Viniendo de los franceses, aquella proposición era radicalmente nueva ya que el propio Alain Juppé se había opuesto firmemente a la entrada de Turquía en la Unión cuando encabezaba el partido gaullista y se hallaba entre los colaboradores del presidente Jacques Chirac. 
Pero, luego de ser condenado por corrupción en Francia, Juppé se exiló del otro lado del Atlántico en 2005 y trabajó como profesor en Quebec, mientras seguía un curso de formación en el Pentágono. 
Ya convertido al culto neoconservador, Juppé regresó a Francia, donde el entonces presidente Nicolas Sarkozy lo designó ministro de Defensa y, posteriormente, ministro de Relaciones Exteriores.
Retrospectivamente, el plan Juppé es revelador de las intenciones de Francia: opta por la creación de un Kurdistán en tierras de Irak y Siria, siguiendo el mapa que aparecería publicado –2 años después– en el New York Times
Trabajando en conjunto, el Emirato Islámico, el gobierno regional del Kurdistán iraquí y ex colaboradores de Saddam Hussein vinculados a la Hermandad Musulmana, han estado tratando de imponer ese mapa en el terreno. 
Ese documento, firmado conjuntamente por el entonces jefe de la diplomacia francesa Alain Juppé y su homólogo turco Ahmet Davutoglu, no deja lugar a dudas: Francia tenía intenciones de dotarse nuevamente de un imperio colonial en Siria. 
Disponía además de contactos dentro de los movimientos terroristas islamistas y preveía la creación del Emirato Islámico. 
Para garantizar la aplicación del plan Juppé, Qatar se comprometía a invertir masivamente en el este de Turquía, con la esperanza de que los kurdos de Turquía abandonasen el`PKK.
La existencia de este plan se ha mantenido en secreto hasta ahora. 
Si parlamentarios franceses o turcos lograran obtener legalmente una copia, eso bastaría ampliamente para llevar a Juppé y Davutoglu ante el Tribunal Penal Internacional por crimen contra la humanidad.
Al contrario de lo que muchos creen, existen profundas divisiones entre los kurdos. 
En Turquía y en Siria, el PKK, de origen marxista-leninista, siempre ha defendido una visión antiimperialista. 
En cambio, los kurdos de Irak, vinculados a Israel desde los tiempos de la guerra fría, siempre han sido aliados de Estados Unidos. 
Estos dos grupos ni siquiera hablan el mismo idioma y sus historias son muy diferentes.
Es probable que Estados Unidos, por su parte, haya incluido en la cesta de matrimonio la promesa de promover el modelo político turco a través del mundo árabe y también de ayudar al partido gobernante turco AKP a controlar los partidos políticos surgidos de la Hermandad Musulmana, para convertir a Turquía en centro del Medio Oriente. 
Lo cierto es que Recep Tayyip Erdogan respaldó –in extremis– el proyecto de la OTAN, que tomó el lugar del AfriCom [1] cuando el comandante de este último entró en rebelión [2].
De inmediato, Ankara movilizó en Libia a los habitantes de Misurata, mayoritariamente descendientes de soldados judíos del Imperio Otomano –los adghams– y de nómadas vendedores de esclavos negros –los muntasirs–, que en el pasado habían respaldado a los Jóvenes Turcos
Estos elementos formaron el único grupo significativo de libios que se animó a atacar Trípoli [3].
Simultáneamente, Ankara organizó en Estambul varias reuniones de la oposición siria, a partir de agosto de 2011. 
Finalmente, en octubre de ese año, la Hermandad Musulmana formó el Consejo Nacional Sirio, incluyendo en él algunos representantes de diferentes grupos políticos y minorías.

La OTAN renuncia a invadir Siria

Luego de comprobar la implicación de la OTAN en Libia, Ankara contaba lógicamente con una implicación idéntica de la alianza atlántica en Siria. 
Sin embargo, a pesar de numerosos atentados y de una campaña de propaganda internacional tremendamente larga e intensa, fue imposible sublevar a la población ni atribuir los crímenes masivos al presidente sirio Bachar al-Assad. 
Y, muy importante, Moscú y Pekín, que al parecer aprendieron la lección del caso libio, vetaron en 3 ocasiones los proyectos de resolución que supuestamente pretendían «proteger» a los sirios de su propio gobierno (presentados al Consejo de Seguridad de la ONU en octubre de 2011, en febrero de 2012 y en julio del mismo año).
Así que Washington y Londres abandonaron la partida, aunque París y Ankara seguían empeñados en el plan inicial [4]. Francia y Turquía establecieron una estrecha colaboración, llegando incluso –en septiembre de 2012– a poner en marcha un intento de asesinato contra el ministro sirio de Exteriores Wallid al-Muallem y el presidente Bachar al-Assad.
El atentado realizado en Riad contra el príncipe Bandar ben Sultán, en represalia por el asesinato de los miembros del Consejo de Seguridad sirio –en julio de 2012–, dejó huérfano al movimiento yihadista internacional. 
El príncipe saudita sobrevivió a sus heridas, pero estuvo hospitalizado un año entero y ya nunca pudo volver a asumir plenamente el papel que había desempeñado a la cabeza de los yihadistas. Recep Tayyip Erdogan aprovechó esa coyuntura para tomar su lugar. 
Estableció vínculos personales con Yassin al-Qadi, el banquero de al-Qaeda, recibiéndolo personalmente –y en secreto– en Ankara y también supervisó los numerosos grupos yihadistas, inicialmente creados por los servicios secretos estadounidenses, británicos y franceses.
En enero de 2013, al intervenir militarmente en Mali, Francia se alejó de los yihadistas sirios dejando las operaciones armadas en Siria en manos de Turquía, aunque siempre mantuvo en el terreno algunos miembros de la Legión Extranjera. 
Poco después, Washington forzó el emir de Qatar, jeque Ahmad, a la abdicación reprochándole –por denuncia de Rusia– el uso de sus facilidades en contra de los intereses estadounidenses. Arabia Saudita asumió el financiamiento de la guerra contra Siria, incluso antes de la entronización del jeque Tamim como nuevo emir de Qatar.
Para gozar de ese apoyo, al igual que del respaldo de Israel, Recep Tayyip Erdogan comenzó a prometer a todo el mundo que Estados Unidos no se detendría ante los vetos de Rusia y China y que lanzaría la OTAN al asalto de Damasco. 
Aprovechando la confusión, Erdogan organizó el saqueo de Siria, desmantelando todas las fábricas de Alepo, capital económica de ese país, y robando su maquinaria. También organizó el robo de los tesoros arqueológicos sirios y hasta instauró un mercado internacional de piezas arqueológicas robadas en la ciudad de Antioquía, capital de la provincia turca de Hatay.
Al ver que seguía sin obtener los resultados que esperaba, Erdogan organizó, con ayuda del general francés Benoit Puga –jefe del estado mayor particular del presidente de Francia– una operación bajo bandera falsa [5] –el bombardeo químico en el cinturón agrícola de Damasco– para justificar la entrada en guerra de la OTAN. Pero Londres descubrió el engaño de inmediato y se negó a implicarse [6].
Turquía participó en la operación de limpieza étnica e intento de división territorial de Irak y Siria conocida como «plan Wright». 
La presencia de los servicios secretos turcos en las reuniones preparatorias del Emirato Islámico en Amman, la capital jordana, está debidamente demostrada por la publicación de un documento de esa reunión obtenido por el PKK. 
El hecho es que el «plan Wright» retoma el ya mencionado «plan Juppé», que había convencido a Turquía de entrar en guerra. 
Posteriormente, Erdogan asumió personalmente el mando del Emirato Islámico, garantizándole tanto el suministro de armamento como la venta del petróleo que los yihadistas roban en Irak y Siria.
Observando con angustia las conversaciones entre Washington y Teherán, el gobierno de Ankara se inquietó ante la conclusión de un acuerdo de paz que lo deja “al borde de la carretera”. 
Ante la proposición del presidente ruso, Vladimir Putin, el ahora presidente Erdogan aceptó participar en el proyecto de gasoducto Turkish Stream con el cual Rusia planea enfrentar el monopolio estadounidense y saltarse el embargo europeo. 
Después, haciendo de tripas corazón, Erdogan se fue a Teherán para reunirse con el presidente iraní Hassan Rohani, quien le aseguró que nada tenía que temer del acuerdo que estaba negociando con Estados Unidos. 
Pero al firmarse ese acuerdo, el 14 de julio de 2015, se hizo evidente que ese arreglo no dejaba espacio para Turquía en la región.
Y, como era de esperar, Recep Tayyip Erdogan recibió –el 24 de julio– un ultimátum del presidente Obama intimándolo 
- a renunciar inmediatamente al gasoducto ruso;
- a poner fin a su apoyo al Emirato Islámico, del que Erdogan se ha convertido en el jefe ejecutivo utilizando como pantalla al califa Abu Bakr al-Baghdadi, y a entrar en guerra contra esa organización yihadista. 
Para que Erdogan supiera que la advertencia iba en serio, Barack Obama le dijo que ya se había puesto de acuerdo con el Reino Unido sobre la posibilidad de sacar a Turquía de la OTAN, a pesar de tratarse de una medida que no está prevista en el Tratado del Atlántico Norte.
Después de deshacerse en excusas y de autorizar Estados Unidos a utilizar la base de Incirlik contra el Emirato Islámico, Erdogan se puso en contacto con el enviado especial estadounidense para la coalición internacional anti-Daesh, el general John Allen, cuya oposición al acuerdo con Irán es públicamente conocida. 
Erdogan y Allen se pusieron de acuerdo para interpretar las palabras del presidente Obama como una exhortación a la lucha contra el terrorismo y en esa categoría incluyeron al PKK. 
Sobrepasando el marco de sus funciones, el general Allen se comprometió a crear a lo largo de la frontera turco-siria una «no fly zone» (zona de exclusión aérea) de 90 kilómetros de profundidad en territorio sirio, supuestamente para proteger a los refugiados sirios pero en realidad para aplicar el «plan Juppé-Wright». 
El primer ministro turco Ahmet Davutoglu habló del apoyo estadounidense a ese proyecto ante las cámaras de la televisión A Haber mientras iniciaba los bombardeos aéreos contra el PKK.
El general John Allen ya había logrado anteriormente prolongar la guerra contra Siria en 2 ocasiones. 
En junio de 2012, conspiró con el general David Petraeus y con la secretaria de Estado Hillary Clinton para sabotear el acuerdo que Washington y Moscú habían concluido en Ginebra para favorecer la paz en el Medio Oriente. 
Aquel acuerdo estipulaba, entre otras cosas, el restablecimiento de la paz en Siria –aunque Damasco no había sido invitado a aquella conferencia– pero era inaceptable para los neoconservadores y los «halcones liberales» estadounidenses. 
El trío Clinton-Allen-Petraeus se apoyó en el nuevo presidente francés, Francois Hollande, y en su nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, para convocar una conferencia de «Amigos de Siria» y rechazar el Comunicado de Ginebra. 
Al hallarse en plena campaña electoral, el presidente Obama no pudo castigar la traición de sus colaboradores. Pero inmediatamente después de su reelección, hizo arrestar a David Petraeus y a John Allen, a quien había hecho caer en una trampa de índole sexual. 
Al final, Petraeus fue el único condenado, Allen logró salir limpio y la señora Clinton –al igual que Alain Juppé en Francia– hoy prepara su próxima campaña electoral para competir por la presidencia de Estados Unidos.
El trío Clinton-Allen-Petraeus emprendió una segunda operación, en diciembre de 2014– con la que logró sabotear la Conferencia de Moscú. 
Prometiendo a la Hermandad Musulmana la puesta en práctica del «plan Juppé-Wright», convencieron a la Coalición Nacional Siria (oposición siria en el extranjero) para que rechazara toda conversación de paz. 
Este episodio demuestra, de paso, que el objetivo de la Coalición Nacional Siria no es obtener un cambio de régimen en Siria sino destruir ese país y acabar con su estructura como Estado.
Al enterarse de las promesas que el general Allen había hecho a Erdogan mientras que él volaba hacia África, el presidente Obama ordenó desmentir oficialmente el compromiso del general, reconoció el derecho de Ankara a combatir el PKK, pero denunció toda acción contra ese partido kurdo realizada fuera de las fronteras turcas. 
El presidente Erdogan convocó entonces una reunión del Consejo de la alianza atlántica para informar que Ankara se sumaba a las operaciones de la coalición antiterrorista y el inicio de su doble acción contra el Emirato Islámico y el PKK. 
El 29 de julio, la OTAN respondió fríamente que respaldaba la acción de Ankara, pero sin reconocerle ningún derecho a bombardear al PKK en Irak y en Siria sin que existiese un caso de «persecución», o sea en caso de comprobarse que el PKK haya utilizado bases en el exterior para lanzar ataques contra Turquía y replegar sus fuerzas hacia ellas.
Al mismo tiempo, el presidente Obama depuso a su enviado especial para Siria, Daniel Rubinstein, y lo reemplazó por Michael Ratney, simultáneamente especialista en Medio Oriente y en manejo de los medios de prensa. 
La prioridad de Ratney será vigilar estrechamente los movimientos del general Allen.

Turquía en guerra civil

Hasta el momento, las acciones de las fuerzas armadas turcas contra el PKK en Irak y en Siria no tienen ninguna justificación legal a la luz del derecho internacional. 
Los gobiernos de esos dos países han denunciado los bombardeos turcos como ataques perpetrados contra su territorio nacional. 
Desde el punto de vista estadounidense, el PKK y el Ejército Árabe Sirio –o sea, el ejército regular de la República Árabe Siria– son las dos únicas fuerzas terrestres eficaces contra el Emirato Islámico. 
El reinicio de la guerra contra la minoría kurda demuestra que el AKP pretende seguir adelante con la aplicación del «plan Juppé-Wright», incluso a pesar de que Francia y Qatar se han retirado parcialmente de la contienda.
Sin embargo, un elemento fundamental ha venido a modificar profundamente las condiciones del juego: Israel y Arabia Saudita, que hasta hace poco eran favorables a la creación de un Kurdistán y un Sunnistán en territorios pertenecientes a Irak y Siria, ahora se oponen a esa idea. Tel Aviv y Riad saben ahora que si tales entidades llegasen a surgir, no estarían bajo su control sino a las órdenes de una Turquía que ya no esconde sus pretensiones imperiales y que se convertiría de facto en un gigante regional.
En una de esas repentinas inversiones de situación que tanto se ven en el Medio Oriente, Israel y Arabia Saudita han llegado por consiguiente a un acuerdo para contrarrestar la locura del presidente Erdogan y respaldar al PKK por debajo de la mesa, a pesar de tratarse de una formación de tipo marxista. Por otro lado, Israel ya emprendió el acercamiento hacia enemigos tradicionales de Turquía, como la Grecia de Alexis Tsipras y el Chipre de Nikos Anastasiadis.
Que nadie se equivoque. Recep Tayyip Erdogan ha optado por la guerra civil como única salida política personal. Después de haber perdido las elecciones legislativas y logrado bloquear la creación de un nuevo gobierno, ahora trata de intimidar al pueblo de Turquía para convencer al partido MHP (nacionalista) de que debe apoyar al AKP (islamista) en la formación de un gobierno de coalición o para convocar nuevas elecciones y tratar de ganarlas.
La operación antiterrorista, supuestamente emprendida a la vez contra el Emirato Islámico y contra los kurdos, en realidad está dirigida exclusivamente contra el PKK y las YPG (unidades kurdas de autodefensa creadas en Siria a partir del PKK). 
Los bombardeos turcos supuestamente dirigidos contra el Emirato Islámico no han destruido nada. Simultáneamente, el presidente Erdogan ha iniciado una serie de acciones judiciales contra los líderes kurdos del HPD, Selahattin Demirtas y Figen Yuksekdag. 
La fiscalía acusa a Demirtas de haber llamado a la realización de actos de violencia contra los no kurdos –algo completamente descabellado– mientras que atribuye a Yuksekdag haber respaldado las YPG, o sea las milicias kurdas de la República Árabe Siria, que para el magistrado turco son una organización terrorista.
Pero la nueva guerra civil no será como la de los años 1980. Será mucho más amplia y sangrienta, porque Turquía ya no tiene ningún aliado exterior y, al mismo tiempo porque la política islamista ha divido la sociedad turca. 
Ya no será la guerra de las instituciones turcas respaldadas por la OTAN contra el PKK respaldado por Siria sino una verdadera fragmentación de la sociedad turca: islamistas contra laicos, tradicionalistas contra modernos, sunnitas contra alevíes y turcos contra kurdos.
[1] El AfriCom, con sede en Stuttgart, Alemania, es el Mando de las fuerzas armadas de Estados Unidos responsable de las operaciones militares estadounidenses en África. Nota de la Red Voltaire.

[2] Inicialmente denominada «Amanecer de la Odisea», la operación militar contra Libia comenzó bajo las órdenes del general Carter Ham, comandante del AfriCom. 

Pero este general estadounidense protestó vehemente al ver que se asignaba a al-Qaeda el papel de fuerza terrestre para acabar con la Yamahiriya Árabe Libia, mientras que la coalición anti-Kadhafi decía limitarse únicamente a garantizar la protección de los civiles. 

Al general Carter Ham se le retiró entonces el mando de la operación militar contra Libia, que pasó a manos de la OTAN bajo la denominación «Protector Unificado».

[3] Después de obtener su independencia de facto, la población de Bengazi se negó a marchar sobre Trípoli. Los ya mencionados habitantes de Misurata estuvieron encabezados por los hombres de al-Qaeda.

[4] Para ser más precisos, París se retiró de la guerra en Siria en marzo de 2012, después de la caída del emirato islámico de Baba Amro y de la entrega a Francia de los miembros de la Legión Extranjera que allí habían caído prisioneros del Ejército Árabe Sirio. 

Pero, en mayo, el presidente Sarkozy no logró la reelección y su sucesor, Francois Hollande, reanudó la guerra en julio de ese año.

[5] Las operaciones «bajo bandera falsa» o «false flag» son operaciones de inteligencia organizadas de manera que el verdadero organizador pueda atribuir su autoría a otro país o adversario, frecuentemente con intenciones de utilizarla como pretexto o justificación para una represalia ulterior. Nota de la Red Voltaire.

[6] El primer ministro británico, David Cameron, escenificó con el jefe de la oposición un debate en la Cámara de los Comunes, donde ambos líderes “debatieron” leyendo un mismo guión escrito de antemano. El Reino Unido se las arregló así para retirarse del conflicto sirio sin tener que acusar públicamente a Turquía. Estados Unidos optó por la misma solución.

Turquía en peligro

Mientras la prensa occidental saluda la autorización que Ankara acaba de emitir para que Estados Unidos utilice las bases militares turcas en la lucha contra el Emirato Islámico, Thierry Meyssan observa las tensiones internas existentes en Turquía. 

Y estima que tanto la permanencia de Erdogan en el poder como la ausencia de una nueva mayoría en las próximas elecciones legislativas pueden llevar rápidamente el país a la guerra civil.
 | DAMASCO (SIRIA) 
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El presidente turco Erdogan ha perdido 
el control de la situación.
Al de unos 15 años, George Friedman, fundador de la agencia privada de inteligencia Stratfor, convence a los dirigentes occidentales de que los países del grupo BRICS no tendrán un papel importante en el siglo XXI y de que sí lo tendrá Turquía [1]. Friedman es un ex colaborador de Andrew Marshall, quien fungió como estratega del Pentágono desde 1973 hasta 2015 [2].
Los círculos patronales islámicos turcas han reforzado la propaganda a favor del islamismo recurriendo para ello a toda una serie de personalidades francesas que se han dejado sobornar (como Anne Lauvergeon, Alexandre Adler, Joachim Bitterlich, Helene Conway-Mouret, Jean-Francois Copé, Henri de Castries, Augustin de Romanet, Laurence Dumont, Claude Fischer, Stephane Fouks, Bernard Guetta, Elisabeth Guigou, Hubert Haenel, Jean-Pierre Jouyet, Alain Juppé, Pierre Lellouche, Gerard Mestrallet, Thierry de Montbrial, Pierre Moscovici, Philippe Petitcolin, Alain Richard, Michel Rocard, Daniel Rondeau, Bernard Soulage, Catherine Tasca, Denis Verret, Wilfried Verstraete, por citar sólo algunas).
Pero Turquía se halla hoy al borde de la implosión, al extremo que puede decirse en este momento que su supervivencia como Estado está realmente en peligro.

El proyecto de
desmantelamiento de Turquía

En 2001, los estrategas straussianos del Departamento de Defensa estadounidense planeaban un rediseño del «Medio Oriente ampliado» [o «Gran Medio Oriente»] que preveía la división de Turquía para favorecer el surgimiento de un Kurdistán independiente, que reuniría a los kurdos de la actual Turquía, los de Irak y los de Irán. 
Ese proyecto suponía que Turquía saliera de la OTAN, que se lograra la reconciliación entre tribus kurdas que no tienen mucho en común –ni siquiera el idioma– y concretar considerables desplazamientos de poblaciones. 
Ya en 2001,, el coronel Ralph Peters mencionaba ese plan en un artículo deParameters, antes de publicar un mapa al respecto, en 2005. 
Peters es un discípulo de Robert Strausz-Hupé, ex embajador de Estados Unidos y teórico del Novus orbis terranum (el «Nuevo Orden mundial» [3].
Ese loco proyecto volvió a salir flote, hace un mes, junto al acuerdo entre Israel y Arabia Saudita negociado como respuesta a las negociaciones del llamado grupo 5+1 sobre el tema nuclear iraní [4]. Tel Aviv y Riad contaban con Turquía para acabar con la República Árabe Siria. Ankara se había comprometido firmemente en ese sentido cuando la OTAN terminó el traslado del LandCom (el Mando Conjunto de las Fuerzas Terrestres de la alianza atlántica) a la ciudad turca de Esmirna, en julio de 2013 [5]. 
Decepcionado ante la pasividad de Estados Unidos, el entonces primer ministro turco Erdogan organizó –bajo bandera falsa [6]– el bombardeo químico perpetrado en las afueras de Damasco para justificar una intervención de la OTAN. 
Pero no obtuvo el resultado deseado. 
Un año después, Erdogan volvía a la carga, prometiendo utilizar la coalición internacional creada contra el Emirato Islámico para tomar Damasco. 
En las actuales circunstancias, Israel y Arabia Saudita –que han tenido que correr con los gastos y sufrir las decepciones por las promesas incumplidas– no tendrán ciertamente reparos en provocar una guerra civil en Turquía.

El cambio de política en Washington

Sin embargo, 2 factores parecen oponerse al desmantelamiento de Turquía.
- Primeramente, el propio Departamento de Defensa estadounidense. 
Su nuevo estratega, el coronel James H. Baker –quien sustituyó a Andrew Marshall a principios de año– no es un straussiano. 
El coronel James H. Baker razona conforme a los principios de la paz de Westfalia y orienta el Pentágono hacia un enfrentamiento al estilo de la guerra fría [7]. 
La visión de Baker corresponde a la de la nueva National Military Strategy [8]. 
Además, también comparte esa visión el general Joseph Dunford, nuevo jefe del Estado Mayor Conjunto [9]. En otras palabras, el Pentágono renuncia a la «estrategia del caos» [10] y ahora desea apoyarse nuevamente en Estados.
- Segundo factor. Preocupada por el posible traslado del Emirato Islámico («Daesh») desde el Levante hacia el Cáucaso, Rusia ha negociado –con la aprobación de Washington– un acuerdo entre 
- Siria (que actualmente enfrenta los ataques del Emirato Islámico),
- Arabia Saudita (que actúa como principal proveedor de fondos de esa organización terrorista) 
- y Turquía (que garantiza la dirección operativa de esos yihadistas).
El 29 de junio de 2015, el presidente ruso Vladimir Putin presentó personalmente ese plan al ministro sirio de Relaciones Exteriores, Walid Muallem, y a Buthaina Shaaban, la consejera especial del presidente sirio Bachar al-Assad [11]. Y las partes procedieron de inmediato a una serie de intercambios. 
• El 5 de julio, una delegación de los servicios secretos sirios fue recibida por el príncipe heredero saudita Mohamad ben Salman. 
• Turquía recibió a un emisario oficioso de Damasco y posteriormente envió su propio emisario a la capital siria. Después de la firma del acuerdo 5+1, Turquía cesó su respaldo al Emirato Islámico y procedió a la detención de 29 individuos que facilitaban las entradas y salidas ilegales a través de la frontera turco-siria [12].
Ambas variantes son posibles actualmente: un desplazamiento de la guerra de Siria hacia Turquía o el surgimiento de una coordinación regional contra el Emirato Islámico.

La situación en Turquía

Es muy importante no perder de vista la transformación que ha sufrido Turquía en estos últimos 4 años.
- Primeramente, se ha producido un derrumbe de la economía turca. 
Al implicarse en la guerra contra Libia, Turquía perdió uno de sus principales clientes –la propia Libia–, sacrificio que además resultó totalmente inútil en la medida en que ese cliente se volvió completamente insolvente. 
Su implicación en la guerra contra Siria fue menos dramática, ya que el mercado común siro-irano-turco aún se hallaba en estado embrionario. 
Pero las consecuencias conjugadas de ambas guerras interrumpieron el crecimiento de Turquía, que ahora está a punto de registrar cifras negativas. 
Además, parte de la economía turca se basa actualmente en la venta de productos fabricados por grandes marcas europeas y desviados de los circuitos comerciales legales. 
Este contrabando masivo incluso está afectando ahora la economía de la Unión Europea.
- Segundo, para lograr conquistar el poder, Recep Tayyip Erdogan se protegió de un golpe de Estado militar recurriendo al arresto de oficiales superiores a quienes acusó de conspirar contra el Estado. 
Al principio, Erdogan arremetió contra las redes Gladio de la OTAN (cuya versión turca se conoce como Ergenekon) [13]. 
Después, Erdogan hizo arrestar a los oficiales que –con el fin de la guerra fría– sopesaban un cambio de alianza y se habían puesto en contacto con el Ejército Popular Chino. 
Para sacarlos de circulación, Erdogan acusó a esos oficiales de ser miembros de Ergenekon, lo cual no tenía ningún sentido [14]. 
Como resultado de estas purgas, la mayoría de la oficialidad superior turca ha sido arrestada y encarcelada. Como consecuencia de ello, las fuerzas armadas están actualmente debilitadas y la OTAN ha perdido el interés que antes tenía en ellas.
- Tercero, la política islamista de la administración Erdogan ha dividido profundamente el país y sembrado el odio entre laicos y creyentes, al igual que entre las comunidades sunnitas, kurdas y alevíes de Turquía. 
Esto hace posible, en este momento, el paralelo que yo establecía con el escenario egipcio hace más de un año [15]. 
Turquía se ha convertido en un barril de pólvora y una chispa bastaría para hacerlo estallar en una guerra civil que ya nadie podrá detener y que asolará el país por largo tiempo.
- Cuarto, la rivalidad entre el clan islamista de Erdogan, Milli Gorus (creado en los años 1970 por el ex ministro Necmettin Erbakan) y el Hizmet de Fethullah Gulen, ha destruido el partido en el poder, o sea el AKP. Milli Gorus e Hizmet comparten la misma visión oscurantista del islam. 
Pero Fethullah Gulen (quien hoy vive en Estados Unidos) fue reclutado para la CIA por Graham E. Fuller y predica una alianza entre creyentes alrededor de la OTAN cristiana y de Israel mientras que Milli Gorus defiende el supremacismo musulmán. 
También resulta difícil imaginar de qué manera podrían los partidarios del ex presidente Turgut Ozal (también islamistas, y por lo tanto miembros del AKP, pero favorables al reconocimiento del genocidio contra los armenios, a la igualdad de derechos de los kurdos y a una federación de Estados turcoparlantes del Asia Central) seguir vinculando su futuro político al de Erdogan.
- Quinto, al aceptar la proposición del presidente Vladimir Putin para la construcción del gasoducto Turkish Stream, el presidente Erdogan rompe con la estrategia global de Estados Unidos. 
En efecto, si ese gasoducto llega a construirse será una vía de comunicación de envergadura continental y será una amenaza para la doctrina de «control de los espacios comunes» que permite a Estados Unidos mantener su supremacía sobre el resto del mundo [16]. 
Ese gasoducto permitirá a Rusia bordear el caos ucraniano y burlar el embargo europeo.

La OTAN ya no quiere continuar el juego

Si bien la justicia turca ya ha logrado comprobar los vínculos personales del señor Erdogan con al-Qaeda, al mismo tiempo ya no existen dudas de que es el propio Erdogan quien dirige personalmente el Emirato Islámico. En efecto: 

- El Emirato Islámico está encabezado por Abu Bakr el-Baghdadi. Pero este personaje sólo aparece en primer plano por ser miembro de la tribu Qurays y, por consiguiente, descendiente del Profeta. 
El mando, en término operativos, está realmente en manos de Abu Alaa al-Afri y de Fadel al-Hayali (conocido como Abu Muslim al-Turkmani), dos turkmenos agentes del MIT (los servicios secretos turcos). Los demás miembros del estado mayor del Emirato Islámico son originarios de la antigua URSS. 

- Las exportaciones de crudo, recientemente reiniciadas en violación de la resolución 2701 del Consejo de Seguridad de la ONU, ya no pasan a través de Palmali Shipping & Agency JSC, la compañía del multimillonario turco-azerí Mubariz Gurbanoglu, sino de la empresa de Bilal Erdogan, hijo del presidente turco. 

- La atención médica realmente importante a los yihadistas heridos del Emirato Islámico está en manos del MIT (servicios secretos turcos) y se presta en un hospital clandestino que se halla en territorio turco –en Sanliurfa– bajo la supervisión de Sumeyye Erdogan, hija del presidente turco [17].
Es por eso que, el 22 de julio de 2015, el presidente Barack Obama se comunicó telefónicamente con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, y lo amenazó sin contemplaciones. 
Según nuestras informaciones, el presidente estadounidense dijo simple y llanamente haberse puesto de acuerdo con el primer ministro británico David Cameron para excluir a Turquía de la OTAN –lo cual implica la guerra civil y la división de Turquía en dos Estados si ese país 

- 1. no rompe de inmediato su acuerdo con Rusia sobre el gas 
- 2. y si no participa, también de inmediato, en la coalición internacional contra el Emirato Islámico.
El presidente Erdogan, cuya formación es islámica pero no política [18], reaccionó tratando apaciguar a Washington pero prosiguió al mismo tiempo llevando adelante sus propios antojos.
- 1. Turquía autorizó la OTAN a utilizar sus bases en territorio para luchar contra el Emirato Islámico, arrestó a los traficantes de personas de esa organización y participó en los simbólicos bombardeos contra posiciones del Emirato Islámico en Siria; 
- 2. Pero, el señor Erdogan desplegó, al mismo tiempo, esfuerzos mucho más importantes contra su oposición kurda que contra el Emirato Islámico con intensos bombardeos contra posiciones del PKK en Irak, ordenando el arresto de miembros del PKK en Turquía y bloqueando numerosos sitios web kurdos [19]. 
La respuesta del PKK fue un lacónico comunicado donde ese partido tomaba nota de que el gobierno turco acaba de reiniciar unilateralmente las hostilidades; 

- 3. Se desconoce, por el momento, si Erdogan ha tomado alguna decisión con respecto al gasoducto Turkish Stream.
Llegamos en este momento al término del plazo constitucional de 45 días al cabo del cual el jefe del principal grupo parlamentario turco debe formar gobierno. 
Dado que los 3 principales partidos de oposición, siguiendo los consejos de la embajada de Estados Unidos, se negaron a formar una alianza gubernamental con el AKP, Ahmet Davutoglu no ha podido conformar un nuevo gobierno. 
Habrá que volver a convocar elecciones legislativas. Teniendo en cuenta, por un lado, la división en el seno del AKP (islamistas) y, por otro lado, el odio existente entre el MHP (conservadores) y el HPD (izquierda y kurdos), es evidente que resultará muy difícil el surgimiento de una mayoría. 
Si así sucede o si el AKP llega a prevalecer, Turquía entrará en un periodo de guerra civil.
[1The Next 100 Years: A Forecast for the 21st Century, George Friedman (2009). Con mucho retraso, este libro se ha traducido al francés bajo el títuloLes 100 Ans à venir: Un Scénario pour le XXIe siècle (ZDL, 2012), (en español, “Los 100 próximos años: guión para el siglo XXI).
[3] Sobre los trabajos de Strausz-Hupé y del Ralph Peters, ver L’Effroyable imposture 2, pp.117-224.
[4] «Exclusivo: Los planes secretos de Israel y Arabia Saudita», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 de junio de 2015.
[5] “Izmir base likely to become NATO’s Land Component Command”,Todays Zaman, 6 de junio de 2011.
[6] Las operaciones «bajo bandera falsa» o «false flag» son operaciones de inteligencia organizadas de manera que el verdadero organizador pueda atribuir su autoría a otro país o adversario, frecuentemente para utilizarla como pretexto o justificación para una represalia ulterior. Nota de laRed Voltaire.
[7] «Nominación del nuevo estratega del Pentágono», Red Voltaire, 17 de mayo de 2015.
[8] «Europa, de nuevo en primera línea», por Manlio Dinucci, Il Manifesto(Italia), Red Voltaire, 16 de julio de 2015.
[10] “Stumbling World Order and Its Impacts”, por Imad Fawzi Shueibi,Voltaire Network, 5 de abril de 2015.
[11] «Rusia saca sus castañas del fuego», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 13 de julio de 2015.
[12] «Primeras consecuencias del acuerdo 5+1», por Thierry Meyssan,Red Voltaire, 20 de julio de 2015.
[13] «Ergenekon: une légende urbaine?», por Orhan Kemal Cengiz;. «Inculpada la organización Ergenekon por sus relaciones privilegiadas con Hizb ut-Tahrir», por Mutlu Ozay y Mustafa Turan, Today Zaman (Turquía),Red Voltaire, 9 de julio y 8 de agosto de 2009.
[14] «El golpe de Estado judicial del AKP», por Thierry Meyssan, Al-Watan(Siria), Red Voltaire, 19 de agosto de 2013.
[15] «La división de Turquía», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 31 de marzo de 2014.
[16] “The Geopolitics of American Global Decline”, por Alfred McCoy,Tom Dispatch (Estados Unidos), Voltaire Network, 22 de junio de 2015.
[17] «Vínculos de la familia Erdogan con el Emirato Islámico», Red Voltaire, 26 de julio de 2015.
[18] «Hacia el fin del sistema Erdogan », por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 15 de junio de 2015.
[19] Como Rudaw, BasNews, DİHA, ANHA, el diario Ozgur Gundem, Yuksekova Haber, Sendika.Org y RojNews. En estos momentos, hay 81 000 sitios web bloqueados en Turquía.

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