- Publicado en 2013, el plan Wright retoma elementos del plan del ex ministro francés Alain Juppé para Libia, Siria e Irak. Pero Robin Wright va más lejos, incluyendo proyectos para Arabia Saudita y Yemen.
UNA LOCA AMBICIÓN QUE CONDUCE A LA GUERRA CIVIL
Clinton, Juppé, Erdoğan, Daesh y el PKK
La
reanudación de la represión contra los kurdos en Turquía es
consecuencia de la imposibilidad, ya demostrada, de concretar el plan
Juppé-Wright, planteado en 2011.
Aunque resultó fácil desplegar el Emirato Islámico (Daesh) en el desierto y en las provincias iraquíes de Ninive y al-Anbar, mayoritariamente sunnitas, ha resultado imposible controlar los poblados kurdos de Siria.
Para realizar su sueño de crear un Kurdistán fuera de Turquía, el presidente turco Erdogan no tendrá más opción que la guerra civil.
Aunque resultó fácil desplegar el Emirato Islámico (Daesh) en el desierto y en las provincias iraquíes de Ninive y al-Anbar, mayoritariamente sunnitas, ha resultado imposible controlar los poblados kurdos de Siria.
Para realizar su sueño de crear un Kurdistán fuera de Turquía, el presidente turco Erdogan no tendrá más opción que la guerra civil.
RED VOLTAIRE
Al llegar al poder en Ankara, en 2003, el partido islamista AKP modificó las prioridades estratégicas de Turquía.
En vez
de basarse en la correlación de fuerzas posterior a la invasión de
Irak, Recep Tayyip Erdogan ambicionaba sacar a su país del aislamiento
en que se hallaba desde la caída del Imperio Otomano.
Basándose
en los análisis de su consejero, el profesor Ahmet Davutoglu, Erdogan
se pronunció por resolver los problemas con sus vecinos que llevaban un
siglo pendientes y convertirse paulatinamente en un mediador regional al
que sería imposible ignorar.
Para eso,
Turquía tenía que convertirse en un modelo político y establecer
relaciones con sus socios árabes, sin renunciar a su alianza con Israel.
Iniciada con éxito, esa política –llamada de «cero problemas»–
llevó a Ankara no sólo a dejar de sentir temor frente a Damasco y su
respaldo al PKK, sino a pedirle que le ayudara a negociar una salida de
la crisis con los kurdos.
En octubre
de 2006, el partido kurdo declaró una tregua unilateral e inició
negociaciones con el gobierno del entonces primer ministro Erdogan.
En mayo
de 2008, Ankara organizó negociaciones indirectas entre Damasco y
Tel Aviv, las primeras desde que Ehud Barack rechazara el plan del
presidente estadounidense Bill Clinton y del entonces presidente de
Siria, Hafez el-Assad, negociaciones a las que puso fin el actual
presidente sirio Bachar al-Assad cuando Israel atacó Gaza, en diciembre
de 2009.
Dándose
cuenta de que la cuestión palestina hacía imposible mantener buenas
relaciones con todos los Estados de la región al mismo tiempo, Ankara
optó por apoyar a los palestinos ante Israel. Fue esa la época de los
hechos de Davos y de la Flotilla de la Libertad.
Al disponer
entonces de un amplio respaldo popular, Ankara se acercó a Teherán y
aceptó, en noviembre de 2010, participar en un mercado común
Turquía-Irán-Irak-Siria.
Se eliminó
la exigencia de visas entre esos países, los derechos de aduana
se redujeron considerablemente, se creó un consorcio para el manejo de
pipelines y gasoductos y se instituyó una autoridad para administrar
en común los recursos acuíferos.
Todo
aquello era tan atractivo que el Líbano y Jordania quisieron
incorporarse a aquella estructura. Una paz duradera parecía posible en
el Levante.
En
2011, cuando el Reino Unido y Francia se lanzaban en una doble guerra
contra Libia y Siria, a pedido de Estados Unidos y bajo su control,
Turquía –lógicamente– se opuso a ello.
Iniciadas
bajo el pretexto de proteger a la población civil, era demasiado
evidente que se trataba de guerras con objetivos neocoloniales.
Además,
afectaban los intereses turcos ya que Libia era uno de los principales
socios económicos de Turquía mientras que Siria estaba en camino de
serlo, gracias al nuevo mercado común regional.
Fue entonces cuando todo cambió…
Cómo Francia hizo que Turquía cambiara de bando
Por
iniciativa del entonces ministro francés de Relaciones Exteriores,
Alain Juppé, en marzo de 2011, París propuso secretamente a Ankara
apoyar la incorporación de Turquía a la Unión Europea y ayudarla a
resolver su problema con los kurdos… si Turquía se sumaba a la guerra
contra Libia y Siria.
Viniendo
de los franceses, aquella proposición era radicalmente nueva ya que el
propio Alain Juppé se había opuesto firmemente a la entrada de Turquía
en la Unión cuando encabezaba el partido gaullista y se hallaba entre
los colaboradores del presidente Jacques Chirac.
Pero,
luego de ser condenado por corrupción en Francia, Juppé se exiló del
otro lado del Atlántico en 2005 y trabajó como profesor en Quebec,
mientras seguía un curso de formación en el Pentágono.
Ya convertido
al culto neoconservador, Juppé regresó a Francia, donde el entonces
presidente Nicolas Sarkozy lo designó ministro de Defensa y,
posteriormente, ministro de Relaciones Exteriores.
Retrospectivamente,
el plan Juppé es revelador de las intenciones de Francia: opta por
la creación de un Kurdistán en tierras de Irak y Siria, siguiendo el
mapa que aparecería publicado –2 años después– en el New York Times.
Trabajando
en conjunto, el Emirato Islámico, el gobierno regional del Kurdistán
iraquí y ex colaboradores de Saddam Hussein vinculados a la Hermandad
Musulmana, han estado tratando de imponer ese mapa en el terreno.
Ese documento,
firmado conjuntamente por el entonces jefe de la diplomacia francesa
Alain Juppé y su homólogo turco Ahmet Davutoglu, no deja lugar a dudas:
Francia tenía intenciones de dotarse nuevamente de un imperio colonial
en Siria.
Disponía además de contactos dentro de los movimientos terroristas islamistas y preveía la creación del Emirato Islámico.
Para garantizar
la aplicación del plan Juppé, Qatar se comprometía a invertir
masivamente en el este de Turquía, con la esperanza de que los kurdos de
Turquía abandonasen el`PKK.
La existencia de este plan se ha mantenido en secreto hasta ahora.
Si parlamentarios
franceses o turcos lograran obtener legalmente una copia, eso bastaría
ampliamente para llevar a Juppé y Davutoglu ante el Tribunal Penal
Internacional por crimen contra la humanidad.
Al contrario de lo que muchos creen, existen profundas divisiones entre los kurdos.
En Turquía y en Siria, el PKK, de origen marxista-leninista, siempre ha defendido una visión antiimperialista.
En cambio,
los kurdos de Irak, vinculados a Israel desde los tiempos de la guerra
fría, siempre han sido aliados de Estados Unidos.
Estos dos grupos ni siquiera hablan el mismo idioma y sus historias son muy diferentes.
Es
probable que Estados Unidos, por su parte, haya incluido en la cesta de
matrimonio la promesa de promover el modelo político turco a través del
mundo árabe y también de ayudar al partido gobernante turco AKP
a controlar los partidos políticos surgidos de la Hermandad Musulmana,
para convertir a Turquía en centro del Medio Oriente.
Lo cierto es que Recep Tayyip Erdogan respaldó –in extremis– el proyecto de la OTAN, que tomó el lugar del AfriCom [1] cuando el comandante de este último entró en rebelión [2].
De
inmediato, Ankara movilizó en Libia a los habitantes de Misurata,
mayoritariamente descendientes de soldados judíos del Imperio Otomano
–los adghams– y de nómadas vendedores de esclavos negros –los muntasirs–, que en el pasado habían respaldado a los Jóvenes Turcos.
Estos elementos formaron el único grupo significativo de libios que se animó a atacar Trípoli [3].
Simultáneamente, Ankara organizó en Estambul varias reuniones de la oposición siria, a partir de agosto de 2011.
Finalmente,
en octubre de ese año, la Hermandad Musulmana formó el Consejo Nacional
Sirio, incluyendo en él algunos representantes de diferentes grupos
políticos y minorías.
La OTAN renuncia a invadir Siria
Luego
de comprobar la implicación de la OTAN en Libia, Ankara contaba
lógicamente con una implicación idéntica de la alianza atlántica
en Siria.
Sin embargo,
a pesar de numerosos atentados y de una campaña de propaganda
internacional tremendamente larga e intensa, fue imposible sublevar a
la población ni atribuir los crímenes masivos al presidente sirio Bachar
al-Assad.
Y,
muy importante, Moscú y Pekín, que al parecer aprendieron la lección
del caso libio, vetaron en 3 ocasiones los proyectos de resolución que
supuestamente pretendían «proteger» a los sirios de su propio
gobierno (presentados al Consejo de Seguridad de la ONU en octubre de
2011, en febrero de 2012 y en julio del mismo año).
Así que Washington y Londres abandonaron la partida, aunque París y Ankara seguían empeñados en el plan inicial [4].
Francia y Turquía establecieron una estrecha colaboración, llegando
incluso –en septiembre de 2012– a poner en marcha un intento de
asesinato contra el ministro sirio de Exteriores Wallid al-Muallem y el
presidente Bachar al-Assad.
El
atentado realizado en Riad contra el príncipe Bandar ben Sultán,
en represalia por el asesinato de los miembros del Consejo de Seguridad
sirio –en julio de 2012–, dejó huérfano al movimiento yihadista
internacional.
El príncipe
saudita sobrevivió a sus heridas, pero estuvo hospitalizado un año
entero y ya nunca pudo volver a asumir plenamente el papel que había
desempeñado a la cabeza de los yihadistas. Recep Tayyip Erdogan
aprovechó esa coyuntura para tomar su lugar.
Estableció
vínculos personales con Yassin al-Qadi, el banquero de al-Qaeda,
recibiéndolo personalmente –y en secreto– en Ankara y también supervisó
los numerosos grupos yihadistas, inicialmente creados por los servicios
secretos estadounidenses, británicos y franceses.
En
enero de 2013, al intervenir militarmente en Mali, Francia se alejó de
los yihadistas sirios dejando las operaciones armadas en Siria en manos
de Turquía, aunque siempre mantuvo en el terreno algunos miembros de la
Legión Extranjera.
Poco después,
Washington forzó el emir de Qatar, jeque Ahmad, a la abdicación
reprochándole –por denuncia de Rusia– el uso de sus facilidades
en contra de los intereses estadounidenses. Arabia Saudita asumió
el financiamiento de la guerra contra Siria, incluso antes de la
entronización del jeque Tamim como nuevo emir de Qatar.
Para
gozar de ese apoyo, al igual que del respaldo de Israel, Recep Tayyip
Erdogan comenzó a prometer a todo el mundo que Estados Unidos no se
detendría ante los vetos de Rusia y China y que lanzaría la OTAN al
asalto de Damasco.
Aprovechando
la confusión, Erdogan organizó el saqueo de Siria, desmantelando todas
las fábricas de Alepo, capital económica de ese país, y robando
su maquinaria. También organizó el robo de los tesoros arqueológicos
sirios y hasta instauró un mercado internacional de piezas arqueológicas
robadas en la ciudad de Antioquía, capital de la provincia turca de
Hatay.
Al ver
que seguía sin obtener los resultados que esperaba, Erdogan organizó,
con ayuda del general francés Benoit Puga –jefe del estado mayor
particular del presidente de Francia– una operación bajo bandera falsa [5]
–el bombardeo químico en el cinturón agrícola de Damasco– para
justificar la entrada en guerra de la OTAN. Pero Londres descubrió
el engaño de inmediato y se negó a implicarse [6].
Turquía participó en la operación de limpieza étnica e intento de división territorial de Irak y Siria conocida como «plan Wright».
La presencia
de los servicios secretos turcos en las reuniones preparatorias del
Emirato Islámico en Amman, la capital jordana, está debidamente
demostrada por la publicación de un documento de esa reunión obtenido
por el PKK.
El hecho es que el «plan Wright» retoma el ya mencionado «plan Juppé», que había convencido a Turquía de entrar en guerra.
Posteriormente,
Erdogan asumió personalmente el mando del Emirato Islámico,
garantizándole tanto el suministro de armamento como la venta del
petróleo que los yihadistas roban en Irak y Siria.
Observando
con angustia las conversaciones entre Washington y Teherán, el gobierno
de Ankara se inquietó ante la conclusión de un acuerdo de paz que
lo deja “al borde de la carretera”.
Ante
la proposición del presidente ruso, Vladimir Putin, el ahora presidente
Erdogan aceptó participar en el proyecto de gasoducto Turkish Stream con el cual Rusia planea enfrentar el monopolio estadounidense y saltarse el embargo europeo.
Después,
haciendo de tripas corazón, Erdogan se fue a Teherán para reunirse con
el presidente iraní Hassan Rohani, quien le aseguró que nada tenía que
temer del acuerdo que estaba negociando con Estados Unidos.
Pero
al firmarse ese acuerdo, el 14 de julio de 2015, se hizo evidente que
ese arreglo no dejaba espacio para Turquía en la región.
Y, como era de esperar, Recep Tayyip Erdogan recibió –el 24 de julio– un ultimátum del presidente Obama intimándolo
a renunciar inmediatamente al gasoducto ruso;
a poner fin a su apoyo al Emirato Islámico, del que Erdogan se ha convertido en el jefe ejecutivo utilizando como pantalla al califa Abu Bakr al-Baghdadi, y a entrar en guerra contra esa organización yihadista.
a poner fin a su apoyo al Emirato Islámico, del que Erdogan se ha convertido en el jefe ejecutivo utilizando como pantalla al califa Abu Bakr al-Baghdadi, y a entrar en guerra contra esa organización yihadista.
Para
que Erdogan supiera que la advertencia iba en serio, Barack Obama
le dijo que ya se había puesto de acuerdo con el Reino Unido sobre la
posibilidad de sacar a Turquía de la OTAN, a pesar de tratarse de una
medida que no está prevista en el Tratado del Atlántico Norte.
Después
de deshacerse en excusas y de autorizar Estados Unidos a utilizar la
base de Incirlik contra el Emirato Islámico, Erdogan se puso en contacto
con el enviado especial estadounidense para la coalición internacional
anti-Daesh, el general John Allen, cuya oposición al acuerdo con Irán
es públicamente conocida.
Erdogan
y Allen se pusieron de acuerdo para interpretar las palabras del
presidente Obama como una exhortación a la lucha contra el terrorismo y
en esa categoría incluyeron al PKK.
Sobrepasando el marco de sus funciones, el general Allen se comprometió a crear a lo largo de la frontera turco-siria una «no fly zone»
(zona de exclusión aérea) de 90 kilómetros de profundidad en territorio
sirio, supuestamente para proteger a los refugiados sirios pero
en realidad para aplicar el «plan Juppé-Wright».
El primer ministro turco Ahmet Davutoglu habló del apoyo estadounidense a ese proyecto ante las cámaras de la televisión A Haber mientras iniciaba los bombardeos aéreos contra el PKK.
El general John Allen ya había logrado anteriormente prolongar la guerra contra Siria en 2 ocasiones.
En junio
de 2012, conspiró con el general David Petraeus y con la secretaria de
Estado Hillary Clinton para sabotear el acuerdo que Washington y Moscú
habían concluido en Ginebra para favorecer la paz en el Medio Oriente.
Aquel
acuerdo estipulaba, entre otras cosas, el restablecimiento de la paz
en Siria –aunque Damasco no había sido invitado a aquella conferencia–
pero era inaceptable para los neoconservadores y los «halcones liberales» estadounidenses.
El trío
Clinton-Allen-Petraeus se apoyó en el nuevo presidente francés,
Francois Hollande, y en su nuevo ministro de Relaciones Exteriores,
Laurent Fabius, para convocar una conferencia de «Amigos de Siria» y rechazar el Comunicado de Ginebra.
Al hallarse
en plena campaña electoral, el presidente Obama no pudo castigar
la traición de sus colaboradores. Pero inmediatamente después de su
reelección, hizo arrestar a David Petraeus y a John Allen, a quien había
hecho caer en una trampa de índole sexual.
Al final,
Petraeus fue el único condenado, Allen logró salir limpio y la señora
Clinton –al igual que Alain Juppé en Francia– hoy prepara su próxima
campaña electoral para competir por la presidencia de Estados Unidos.
El
trío Clinton-Allen-Petraeus emprendió una segunda operación,
en diciembre de 2014– con la que logró sabotear la Conferencia
de Moscú.
Prometiendo a la Hermandad Musulmana la puesta en práctica del «plan Juppé-Wright», convencieron a la Coalición Nacional Siria (oposición siria en el extranjero) para que rechazara toda conversación de paz.
Este episodio
demuestra, de paso, que el objetivo de la Coalición Nacional Siria
no es obtener un cambio de régimen en Siria sino destruir ese país y
acabar con su estructura como Estado.
Al
enterarse de las promesas que el general Allen había hecho a Erdogan
mientras que él volaba hacia África, el presidente Obama ordenó
desmentir oficialmente el compromiso del general, reconoció el derecho
de Ankara a combatir el PKK, pero denunció toda acción contra ese
partido kurdo realizada fuera de las fronteras turcas.
El presidente
Erdogan convocó entonces una reunión del Consejo de la alianza
atlántica para informar que Ankara se sumaba a las operaciones de la
coalición antiterrorista y el inicio de su doble acción contra
el Emirato Islámico y el PKK.
El 29
de julio, la OTAN respondió fríamente que respaldaba la acción de
Ankara, pero sin reconocerle ningún derecho a bombardear al PKK en Irak y
en Siria sin que existiese un caso de «persecución», o sea
en caso de comprobarse que el PKK haya utilizado bases en el exterior
para lanzar ataques contra Turquía y replegar sus fuerzas hacia ellas.
Al
mismo tiempo, el presidente Obama depuso a su enviado especial para
Siria, Daniel Rubinstein, y lo reemplazó por Michael Ratney,
simultáneamente especialista en Medio Oriente y en manejo de los medios
de prensa.
La prioridad de Ratney será vigilar estrechamente los movimientos del general Allen.
Turquía en guerra civil
Hasta
el momento, las acciones de las fuerzas armadas turcas contra el PKK
en Irak y en Siria no tienen ninguna justificación legal a la luz del
derecho internacional.
Los gobiernos de esos dos países han denunciado los bombardeos turcos como ataques perpetrados contra su territorio nacional.
Desde
el punto de vista estadounidense, el PKK y el Ejército Árabe Sirio
–o sea, el ejército regular de la República Árabe Siria– son las dos
únicas fuerzas terrestres eficaces contra el Emirato Islámico.
El reinicio de la guerra contra la minoría kurda demuestra que el AKP pretende seguir adelante con la aplicación del «plan Juppé-Wright», incluso a pesar de que Francia y Qatar se han retirado parcialmente de la contienda.
Sin
embargo, un elemento fundamental ha venido a modificar profundamente
las condiciones del juego: Israel y Arabia Saudita, que hasta hace poco
eran favorables a la creación de un Kurdistán y un Sunnistán
en territorios pertenecientes a Irak y Siria, ahora se oponen a esa
idea. Tel Aviv y Riad saben ahora que si tales entidades llegasen
a surgir, no estarían bajo su control sino a las órdenes de una Turquía
que ya no esconde sus pretensiones imperiales y que se convertiría de facto en un gigante regional.
En
una de esas repentinas inversiones de situación que tanto se ven en el
Medio Oriente, Israel y Arabia Saudita han llegado por consiguiente a
un acuerdo para contrarrestar la locura del presidente Erdogan
y respaldar al PKK por debajo de la mesa, a pesar de tratarse de una
formación de tipo marxista. Por otro lado, Israel ya emprendió el
acercamiento hacia enemigos tradicionales de Turquía, como la Grecia de
Alexis Tsipras y el Chipre de Nikos Anastasiadis.
Que
nadie se equivoque. Recep Tayyip Erdogan ha optado por la guerra civil
como única salida política personal. Después de haber perdido las
elecciones legislativas y logrado bloquear la creación de un nuevo
gobierno, ahora trata de intimidar al pueblo de Turquía para convencer
al partido MHP (nacionalista) de que debe apoyar al AKP (islamista) en
la formación de un gobierno de coalición o para convocar nuevas
elecciones y tratar de ganarlas.
La
operación antiterrorista, supuestamente emprendida a la vez contra el
Emirato Islámico y contra los kurdos, en realidad está dirigida
exclusivamente contra el PKK y las YPG (unidades kurdas de autodefensa
creadas en Siria a partir del PKK).
Los bombardeos
turcos supuestamente dirigidos contra el Emirato Islámico no han
destruido nada. Simultáneamente, el presidente Erdogan ha iniciado una
serie de acciones judiciales contra los líderes kurdos del HPD,
Selahattin Demirtas y Figen Yuksekdag.
La fiscalía
acusa a Demirtas de haber llamado a la realización de actos de
violencia contra los no kurdos –algo completamente descabellado–
mientras que atribuye a Yuksekdag haber respaldado las YPG, o sea
las milicias kurdas de la República Árabe Siria, que para el magistrado
turco son una organización terrorista.
Pero
la nueva guerra civil no será como la de los años 1980. Será mucho más
amplia y sangrienta, porque Turquía ya no tiene ningún aliado exterior
y, al mismo tiempo porque la política islamista ha divido la sociedad
turca.
Ya
no será la guerra de las instituciones turcas respaldadas por la OTAN
contra el PKK respaldado por Siria sino una verdadera fragmentación de
la sociedad turca: islamistas contra laicos, tradicionalistas contra
modernos, sunnitas contra alevíes y turcos contra kurdos.
[1]
El AfriCom, con sede en Stuttgart, Alemania, es el Mando de las fuerzas
armadas de Estados Unidos responsable de las operaciones militares
estadounidenses en África. Nota de la Red Voltaire.
[2] Inicialmente denominada «Amanecer de la Odisea», la operación militar contra Libia comenzó bajo las órdenes del general Carter Ham, comandante del AfriCom.
Pero
este general estadounidense protestó vehemente al ver que se asignaba a
al-Qaeda el papel de fuerza terrestre para acabar con la Yamahiriya
Árabe Libia, mientras que la coalición anti-Kadhafi decía limitarse
únicamente a garantizar la protección de los civiles.
Al general
Carter Ham se le retiró entonces el mando de la operación militar
contra Libia, que pasó a manos de la OTAN bajo la denominación «Protector Unificado».
[3] Después de obtener su independencia de facto,
la población de Bengazi se negó a marchar sobre Trípoli. Los ya
mencionados habitantes de Misurata estuvieron encabezados por los
hombres de al-Qaeda.
[4]
Para ser más precisos, París se retiró de la guerra en Siria en marzo
de 2012, después de la caída del emirato islámico de Baba Amro y de
la entrega a Francia de los miembros de la Legión Extranjera que allí
habían caído prisioneros del Ejército Árabe Sirio.
Pero,
en mayo, el presidente Sarkozy no logró la reelección y su sucesor,
Francois Hollande, reanudó la guerra en julio de ese año.
[5] Las operaciones «bajo bandera falsa» o «false flag»
son operaciones de inteligencia organizadas de manera que el verdadero
organizador pueda atribuir su autoría a otro país o adversario,
frecuentemente con intenciones de utilizarla como pretexto
o justificación para una represalia ulterior. Nota de la Red Voltaire.
[6]
El primer ministro británico, David Cameron, escenificó con el jefe de
la oposición un debate en la Cámara de los Comunes, donde ambos líderes
“debatieron” leyendo un mismo guión escrito de antemano. El Reino Unido
se las arregló así para retirarse del conflicto sirio sin tener que
acusar públicamente a Turquía. Estados Unidos optó por la misma
solución.
Turquía en peligro
Mientras
la prensa occidental saluda la autorización que Ankara acaba de emitir
para que Estados Unidos utilice las bases militares turcas en la lucha
contra el Emirato Islámico, Thierry Meyssan observa las tensiones
internas existentes en Turquía.
Y estima que tanto la permanencia de Erdogan en el poder como la ausencia de una nueva mayoría en las próximas elecciones legislativas pueden llevar rápidamente el país a la guerra civil.
Y estima que tanto la permanencia de Erdogan en el poder como la ausencia de una nueva mayoría en las próximas elecciones legislativas pueden llevar rápidamente el país a la guerra civil.
RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA)
- El presidente turco Erdogan ha perdido
- el control de la situación.
Al
de unos 15 años, George Friedman, fundador de la agencia privada de
inteligencia Stratfor, convence a los dirigentes occidentales de que los
países del grupo BRICS no tendrán un papel importante en el siglo XXI y
de que sí lo tendrá Turquía [1]. Friedman es un ex colaborador de Andrew Marshall, quien fungió como estratega del Pentágono desde 1973 hasta 2015 [2].
Los
círculos patronales islámicos turcas han reforzado la propaganda
a favor del islamismo recurriendo para ello a toda una serie de
personalidades francesas que se han dejado sobornar (como Anne
Lauvergeon, Alexandre Adler, Joachim Bitterlich, Helene Conway-Mouret,
Jean-Francois Copé, Henri de Castries, Augustin de Romanet, Laurence
Dumont, Claude Fischer, Stephane Fouks, Bernard Guetta, Elisabeth
Guigou, Hubert Haenel, Jean-Pierre Jouyet, Alain Juppé, Pierre
Lellouche, Gerard Mestrallet, Thierry de Montbrial, Pierre Moscovici,
Philippe Petitcolin, Alain Richard, Michel Rocard, Daniel Rondeau,
Bernard Soulage, Catherine Tasca, Denis Verret, Wilfried Verstraete, por
citar sólo algunas).
Pero
Turquía se halla hoy al borde de la implosión, al extremo que puede
decirse en este momento que su supervivencia como Estado está realmente
en peligro.
El proyecto de
desmantelamiento de Turquía
En 2001, los estrategas straussianos del Departamento de Defensa estadounidense planeaban un rediseño del «Medio Oriente ampliado» [o «Gran Medio Oriente»]
que preveía la división de Turquía para favorecer el surgimiento de un
Kurdistán independiente, que reuniría a los kurdos de la actual Turquía,
los de Irak y los de Irán.
Ese proyecto
suponía que Turquía saliera de la OTAN, que se lograra la
reconciliación entre tribus kurdas que no tienen mucho en común
–ni siquiera el idioma– y concretar considerables desplazamientos de
poblaciones.
Ya en 2001,, el coronel Ralph Peters mencionaba ese plan en un artículo deParameters, antes de publicar un mapa al respecto, en 2005.
Peters es un discípulo de Robert Strausz-Hupé, ex embajador de Estados Unidos y teórico del Novus orbis terranum (el «Nuevo Orden mundial» [3].
Ese
loco proyecto volvió a salir flote, hace un mes, junto al acuerdo entre
Israel y Arabia Saudita negociado como respuesta a las negociaciones
del llamado grupo 5+1 sobre el tema nuclear iraní [4].
Tel Aviv y Riad contaban con Turquía para acabar con la República Árabe
Siria. Ankara se había comprometido firmemente en ese sentido cuando la
OTAN terminó el traslado del LandCom (el Mando Conjunto de las Fuerzas
Terrestres de la alianza atlántica) a la ciudad turca de Esmirna,
en julio de 2013 [5].
Decepcionado ante la pasividad de Estados Unidos, el entonces primer ministro turco Erdogan organizó –bajo bandera falsa [6]– el bombardeo químico perpetrado en las afueras de Damasco para justificar una intervención de la OTAN.
Pero no obtuvo el resultado deseado.
Un año
después, Erdogan volvía a la carga, prometiendo utilizar la coalición
internacional creada contra el Emirato Islámico para tomar Damasco.
En
las actuales circunstancias, Israel y Arabia Saudita –que han tenido
que correr con los gastos y sufrir las decepciones por las promesas
incumplidas– no tendrán ciertamente reparos en provocar una guerra civil
en Turquía.
El cambio de política en Washington
Sin embargo, 2 factores parecen oponerse al desmantelamiento de Turquía.
Primeramente, el propio Departamento de Defensa estadounidense.
Su nuevo estratega, el coronel James H. Baker –quien sustituyó a Andrew Marshall a principios de año– no es un straussiano.
El coronel
James H. Baker razona conforme a los principios de la paz de Westfalia y
orienta el Pentágono hacia un enfrentamiento al estilo de la guerra
fría [7].
La visión de Baker corresponde a la de la nueva National Military Strategy [8].
Además, también comparte esa visión el general Joseph Dunford, nuevo jefe del Estado Mayor Conjunto [9]. En otras palabras, el Pentágono renuncia a la «estrategia del caos» [10] y ahora desea apoyarse nuevamente en Estados.
Segundo factor. Preocupada por el posible traslado del Emirato Islámico («Daesh») desde el Levante hacia el Cáucaso, Rusia ha negociado –con la aprobación de Washington– un acuerdo entre
Siria (que actualmente enfrenta los ataques del Emirato Islámico),
Arabia Saudita (que actúa como principal proveedor de fondos de esa organización terrorista)
Arabia Saudita (que actúa como principal proveedor de fondos de esa organización terrorista)
y Turquía (que garantiza la dirección operativa de esos yihadistas).
El
29 de junio de 2015, el presidente ruso Vladimir Putin presentó
personalmente ese plan al ministro sirio de Relaciones Exteriores, Walid
Muallem, y a Buthaina Shaaban, la consejera especial del presidente
sirio Bachar al-Assad [11]. Y las partes procedieron de inmediato a una serie de intercambios.
•
El 5 de julio, una delegación de los servicios secretos sirios fue
recibida por el príncipe heredero saudita Mohamad ben Salman.
•
Turquía recibió a un emisario oficioso de Damasco y posteriormente
envió su propio emisario a la capital siria. Después de la firma del
acuerdo 5+1, Turquía cesó su respaldo al Emirato Islámico y procedió a
la detención de 29 individuos que facilitaban las entradas y salidas
ilegales a través de la frontera turco-siria [12].
Ambas
variantes son posibles actualmente: un desplazamiento de la guerra de
Siria hacia Turquía o el surgimiento de una coordinación regional contra
el Emirato Islámico.
La situación en Turquía
Es muy importante no perder de vista la transformación que ha sufrido Turquía en estos últimos 4 años.
Primeramente, se ha producido un derrumbe de la economía turca.
Al implicarse
en la guerra contra Libia, Turquía perdió uno de sus principales
clientes –la propia Libia–, sacrificio que además resultó totalmente
inútil en la medida en que ese cliente se volvió completamente
insolvente.
Su implicación
en la guerra contra Siria fue menos dramática, ya que el mercado común
siro-irano-turco aún se hallaba en estado embrionario.
Pero
las consecuencias conjugadas de ambas guerras interrumpieron el
crecimiento de Turquía, que ahora está a punto de registrar cifras
negativas.
Además,
parte de la economía turca se basa actualmente en la venta de productos
fabricados por grandes marcas europeas y desviados de los circuitos
comerciales legales.
Este contrabando masivo incluso está afectando ahora la economía de la Unión Europea.
Segundo,
para lograr conquistar el poder, Recep Tayyip Erdogan se protegió de un
golpe de Estado militar recurriendo al arresto de oficiales superiores
a quienes acusó de conspirar contra el Estado.
Al principio, Erdogan arremetió contra las redes Gladio de la OTAN (cuya versión turca se conoce como Ergenekon) [13].
Después,
Erdogan hizo arrestar a los oficiales que –con el fin de la guerra
fría– sopesaban un cambio de alianza y se habían puesto en contacto con
el Ejército Popular Chino.
Para sacarlos de circulación, Erdogan acusó a esos oficiales de ser miembros de Ergenekon, lo cual no tenía ningún sentido [14].
Como
resultado de estas purgas, la mayoría de la oficialidad superior turca
ha sido arrestada y encarcelada. Como consecuencia de ello, las fuerzas
armadas están actualmente debilitadas y la OTAN ha perdido el interés
que antes tenía en ellas.
Tercero,
la política islamista de la administración Erdogan ha dividido
profundamente el país y sembrado el odio entre laicos y creyentes,
al igual que entre las comunidades sunnitas, kurdas y alevíes de
Turquía.
Esto hace posible, en este momento, el paralelo que yo establecía con el escenario egipcio hace más de un año [15].
Turquía
se ha convertido en un barril de pólvora y una chispa bastaría para
hacerlo estallar en una guerra civil que ya nadie podrá detener y que
asolará el país por largo tiempo.
Cuarto,
la rivalidad entre el clan islamista de Erdogan, Milli Gorus (creado en
los años 1970 por el ex ministro Necmettin Erbakan) y el Hizmet de
Fethullah Gulen, ha destruido el partido en el poder, o sea el AKP.
Milli Gorus e Hizmet comparten la misma visión oscurantista del islam.
Pero
Fethullah Gulen (quien hoy vive en Estados Unidos) fue reclutado para
la CIA por Graham E. Fuller y predica una alianza entre creyentes
alrededor de la OTAN cristiana y de Israel mientras que Milli Gorus
defiende el supremacismo musulmán.
También
resulta difícil imaginar de qué manera podrían los partidarios del
ex presidente Turgut Ozal (también islamistas, y por lo tanto miembros
del AKP, pero favorables al reconocimiento del genocidio contra los
armenios, a la igualdad de derechos de los kurdos y a una federación de
Estados turcoparlantes del Asia Central) seguir vinculando su futuro
político al de Erdogan.
Quinto, al aceptar la proposición del presidente Vladimir Putin para la construcción del gasoducto Turkish Stream, el presidente Erdogan rompe con la estrategia global de Estados Unidos.
En efecto,
si ese gasoducto llega a construirse será una vía de comunicación de
envergadura continental y será una amenaza para la doctrina de «control de los espacios comunes» que permite a Estados Unidos mantener su supremacía sobre el resto del mundo [16].
Ese gasoducto permitirá a Rusia bordear el caos ucraniano y burlar el embargo europeo.
La OTAN ya no quiere continuar el juego
Si
bien la justicia turca ya ha logrado comprobar los vínculos personales
del señor Erdogan con al-Qaeda, al mismo tiempo ya no existen dudas
de que es el propio Erdogan quien dirige personalmente el Emirato
Islámico. En efecto:
El Emirato Islámico está encabezado por Abu Bakr el-Baghdadi. Pero este personaje sólo aparece en primer plano por ser miembro de la tribu Qurays y, por consiguiente, descendiente del Profeta.
El mando,
en término operativos, está realmente en manos de Abu Alaa al-Afri y de
Fadel al-Hayali (conocido como Abu Muslim al-Turkmani), dos turkmenos
agentes del MIT (los servicios secretos turcos). Los demás miembros del
estado mayor del Emirato Islámico son originarios de la antigua URSS.
Las exportaciones de crudo, recientemente reiniciadas en violación de la resolución 2701 del Consejo de Seguridad de la ONU, ya no pasan a través de Palmali Shipping & Agency JSC, la compañía del multimillonario turco-azerí Mubariz Gurbanoglu, sino de la empresa de Bilal Erdogan, hijo del presidente turco.
La atención médica realmente importante a los yihadistas heridos del Emirato Islámico está en manos del MIT (servicios secretos turcos) y se presta en un hospital clandestino que se halla en territorio turco –en Sanliurfa– bajo la supervisión de Sumeyye Erdogan, hija del presidente turco [17].
Es
por eso que, el 22 de julio de 2015, el presidente Barack Obama
se comunicó telefónicamente con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan,
y lo amenazó sin contemplaciones.
Según
nuestras informaciones, el presidente estadounidense dijo simple y
llanamente haberse puesto de acuerdo con el primer ministro británico
David Cameron para excluir a Turquía de la OTAN –lo cual implica la
guerra civil y la división de Turquía en dos Estados si ese país
1. no rompe de inmediato su acuerdo con Rusia sobre el gas
2. y si no participa, también de inmediato, en la coalición internacional contra el Emirato Islámico.
El presidente Erdogan, cuya formación es islámica pero no política [18], reaccionó tratando apaciguar a Washington pero prosiguió al mismo tiempo llevando adelante sus propios antojos.
1.
Turquía autorizó la OTAN a utilizar sus bases en territorio para luchar
contra el Emirato Islámico, arrestó a los traficantes de personas de
esa organización y participó en los simbólicos bombardeos contra
posiciones del Emirato Islámico en Siria;
2.
Pero, el señor Erdogan desplegó, al mismo tiempo, esfuerzos mucho más
importantes contra su oposición kurda que contra el Emirato Islámico con
intensos bombardeos contra posiciones del PKK en Irak, ordenando el
arresto de miembros del PKK en Turquía y bloqueando numerosos sitios web
kurdos [19].
La respuesta
del PKK fue un lacónico comunicado donde ese partido tomaba nota de que
el gobierno turco acaba de reiniciar unilateralmente las hostilidades;
3. Se desconoce, por el momento, si Erdogan ha tomado alguna decisión con respecto al gasoducto Turkish Stream.
Llegamos
en este momento al término del plazo constitucional de 45 días al cabo
del cual el jefe del principal grupo parlamentario turco debe formar
gobierno.
Dado
que los 3 principales partidos de oposición, siguiendo los consejos de
la embajada de Estados Unidos, se negaron a formar una alianza
gubernamental con el AKP, Ahmet Davutoglu no ha podido conformar un
nuevo gobierno.
Habrá
que volver a convocar elecciones legislativas. Teniendo en cuenta, por
un lado, la división en el seno del AKP (islamistas) y, por otro lado,
el odio existente entre el MHP (conservadores) y el HPD (izquierda y
kurdos), es evidente que resultará muy difícil el surgimiento de una
mayoría.
Si así sucede o si el AKP llega a prevalecer, Turquía entrará en un periodo de guerra civil.
[1] The Next 100 Years: A Forecast for the 21st Century, George Friedman (2009). Con mucho retraso, este libro se ha traducido al francés bajo el títuloLes 100 Ans à venir: Un Scénario pour le XXIe siècle (ZDL, 2012), (en español, “Los 100 próximos años: guión para el siglo XXI).
[2] «Al cabo de 42 años, el estratega Andy Marshall deja el Pentágono»,Red Voltaire, 7 de enero de 2015.
[3] Sobre los trabajos de Strausz-Hupé y del Ralph Peters, ver L’Effroyable imposture 2, pp.117-224.
[4] «Exclusivo: Los planes secretos de Israel y Arabia Saudita», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 de junio de 2015.
[5] “Izmir base likely to become NATO’s Land Component Command”,Todays Zaman, 6 de junio de 2011.
[6] Las operaciones «bajo bandera falsa» o «false flag»
son operaciones de inteligencia organizadas de manera que el verdadero
organizador pueda atribuir su autoría a otro país o adversario,
frecuentemente para utilizarla como pretexto o justificación para una
represalia ulterior. Nota de laRed Voltaire.
[7] «Nominación del nuevo estratega del Pentágono», Red Voltaire, 17 de mayo de 2015.
[8] «Europa, de nuevo en primera línea», por Manlio Dinucci, Il Manifesto(Italia), Red Voltaire, 16 de julio de 2015.
[9] «El futuro jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos señala a Rusia como principal amenaza», Red Voltaire, 14 de julio de 2015.
[10] “Stumbling World Order and Its Impacts”, por Imad Fawzi Shueibi,Voltaire Network, 5 de abril de 2015.
[11] «Rusia saca sus castañas del fuego», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 13 de julio de 2015.
[12] «Primeras consecuencias del acuerdo 5+1», por Thierry Meyssan,Red Voltaire, 20 de julio de 2015.
[13] «Ergenekon: une légende urbaine?», por Orhan Kemal Cengiz;. «Inculpada la organización Ergenekon por sus relaciones privilegiadas con Hizb ut-Tahrir», por Mutlu Ozay y Mustafa Turan, Today Zaman (Turquía),Red Voltaire, 9 de julio y 8 de agosto de 2009.
[14] «El golpe de Estado judicial del AKP», por Thierry Meyssan, Al-Watan(Siria), Red Voltaire, 19 de agosto de 2013.
[15] «La división de Turquía», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 31 de marzo de 2014.
[16] “The Geopolitics of American Global Decline”, por Alfred McCoy,Tom Dispatch (Estados Unidos), Voltaire Network, 22 de junio de 2015.
[17] «Vínculos de la familia Erdogan con el Emirato Islámico», Red Voltaire, 26 de julio de 2015.
[18] «Hacia el fin del sistema Erdogan », por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 15 de junio de 2015.
[19]
Como Rudaw, BasNews, DİHA, ANHA, el diario Ozgur Gundem, Yuksekova
Haber, Sendika.Org y RojNews. En estos momentos, hay 81 000 sitios web
bloqueados en Turquía.
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