La agresión de EE.UU. en Wikileaks
Artículos de Opinión |
Alexander Main y Dan Beeton | 23-10-2015 |
Buena parte de la historia de los esfuerzos de los gobiernos
estadounidenses para contener y hacer retroceder la nueva izquierda
latinoamericana puede encontrarse en las decenas de miles de cables
diplomáticos filtrados por WikiLeaks desde las misiones diplomáticas de
Estados Unidos en la región. Los cables –analizados en el nuevo libro
The WikiLeaks Files (Los Archivos de Wikileaks)– revelan la habitual
mecánica de intervención política de Estados Unidos en América Latina.
Le brinda apoyo material y estratégico a los grupos de la oposición de
derecha, algunos de los cuales son violentos y antidemocráticos.
Alexander Main es analista político del Center for Economic and Policy Research en Washington DC. Dan Beeton es director de comunicaciones del Center for Economic and Policy Research en Washington DC.
Fuente: Pagina 12, Buenos Aires
Los cables también dibujan
una imagen viva de la mentalidad ideológica de la Guerra Fría de los
altos emisarios de los Estados Unidos y muestran cómo éstos tratan de
usar medidas coercitivas para imponer su agenda.
"Esto no es un chantaje...”
A finales de 2005, Evo
Morales obtuvo una arrolladora victoria electoral con un programa de
reforma constitucional, de derechos indígenas y con la promesa de
combatir la pobreza y el neoliberalismo. El 3 de enero, dos días después
de su toma de posesión, Morales recibió una visita del embajador David
L. Greenlee. El embajador fue directamente al grano: la asistencia
multilateral a Bolivia supervisada por Estados Unidos dependería del
buen comportamiento del gobierno de Morales. Podría haber sido una
escena de El Padrino:
El embajador mostró la
crucial importancia de las contribuciones de Estados Unidos a las
financieras (sic) internacionales clave de las que dependía Bolivia,
como el Banco Internacional de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y el
Fondo Monetario Internacional. "Cuando piense en el BID, debe pensar en
los Estados Unidos”, dijo el embajador. "Esto no es un chantaje, es la
simple realidad”. (...) "Espero que usted, como próximo presidente de
Bolivia, comprenda la importancia de esto”, dijo, "porque una separación
de los caminos no sería buena para la región, ni para Bolivia, ni para
Estados Unidos”.
Sin embargo, Morales se
mantuvo fiel a su agenda. En días siguientes, siguió adelante con los
planes para regular los mercados de trabajo, renacionalizar la industria
de los hidrocarburos y profundizar la cooperación con el archienemigo
de Estados Unidos, Hugo Chávez. En respuesta, Greenlee sugirió un "menú
de opciones” para tratar de forzar a Morales a inclinarse ante los
deseos de su gobierno. Estas incluían:
El veto de préstamos
multilaterales multimillonarios, la posposición de las medidas
programadas de alivio de la deuda, la oposición a la financiación por
parte de la Corporación Reto del Milenio (Millennium Challenge
Corporation; que Bolivia no ha recibido aún, a pesar de ser uno de los
países más pobres del hemisferio) y el final del "apoyo material” a las
fuerzas de seguridad bolivianas.
Desgraciadamente para el
Departamento de Estado estadounidense, pronto se vio cómo estas amenazas
iban a ser debidamente ignoradas. Morales ya había decidido reducir
drásticamente la dependencia de Bolivia con las líneas de crédito
multilaterales que requerían el examen del Tesoro estadounidense. Pocas
semanas después de su investidura, Morales anunció que Bolivia dejaría
de estar comprometida con el FMI y dejó que expirase el acuerdo de
préstamo con el Fondo.
Incapaz de forzar a Morales
a cumplir sus órdenes, el Departamento de Estado pasó a centrarse en
reforzar a la oposición boliviana. La región Media Luna, controlada por
la oposición, empezó a recibir un creciente apoyo estadounidense. Un
cable de abril de 2007 señala el "más amplio esfuerzo del Usaid (Agencia
de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) para reforzar a
los gobiernos regionales como contrapeso del gobierno central”. Un
informe del Usaid de 2007 señalaba que su Oficina de Iniciativas de
Transición (Office of Transition Initiatives, OTI) "había aprobado 101
subvenciones por valor de 4.066.131 dólares para ayudar a los gobiernos
departamentales a operar más estratégicamente”. La financiación también
llegó a grupos indígenas locales que "se oponían a la
visión de las comunidades indígenas de Evo Morales”.
Un año después, los departamentos de la Media Luna
entraron en rebelión abierta contra el gobierno de Morales, primero
realizando referendos sobre la autonomía, pese a haber sido declarados
ilegales por el poder judicial; después, apoyando protestas violentas
pro-autonomía que acabaron con la vida de 20 partidarios del gobierno.
Muchos creyeron que se estaba desplegando una tentativa de golpe de
Estado. La situación sólo se calmó bajo la presión de otros presidentes
de Sudamérica, que emitieron una declaración conjunta de apoyo al
gobierno constitucional del país.
Pero mientras Sudamérica se
aliaba en apoyo a Evo, EEUU mantenía una comunicación regular con los
líderes del movimiento violento, separatista y racista de oposición,
incluso cuando éste hablaba abiertamente de "volar por los aires los
conductos de gas” y de la "violencia como posibilidad para forzar al
gobierno a... tomárselo en serio y dialogar”.
En contra de su postura
oficial durante los acontecimientos de agosto y septiembre de 2008, el
Departamento de Estado norteamericano tomaba en serio la posibilidad
tanto de un golpe de Estado como del asesinato del presidente Evo
Morales. Un cable revela los planes de la embajada de EEUU en La Paz
para preparar este acontecimiento:
"El Comité de Acciones de
Emergencia (Emergency Action Committee)] desarrollará, con el Equipo de
Evaluación Situacional Comando Sur (Southern Command Situational
Assessment Team), un plan de respuesta inmediata en caso de emergencia
inesperada, por ejemplo un intento de golpe de Estado o la muerte del
presidente Morales”, señalaba el cable.
Los acontecimientos de 2008
fueron el mayor reto para la presidencia de Morales hasta entonces. Los
preparativos de la embajada de EEUU para una posible salida de Morales
de la presidencia revelan que los EEUU, como mínimo, creían que la
amenaza sobre Morales era muy real. El hecho de que no lo manifestara
públicamente señala de qué parte estaba Washington durante el conflicto y
qué resultado probablemente prefería.
Contrarrestando la "amenaza” bolivariana
Durante la Guerra Fría, la
supuesta amenaza comunista sirvió para justificar un sinnúmero de
intervenciones con el objetivo de eliminar gobiernos liderados por la
izquierda, y apuntalar regímenes militares de derecha. Del mismo modo,
los cables de WikiLeaks muestran cómo, en la década iniciada en el 2000,
el fantasma del "bolivarianismo” de Venezuela se ha utilizado para
validar las intervenciones contra nuevos gobiernos de izquierda, como el
de Bolivia, descrito como uno que ha "caído completamente en los brazos
de Venezuela”; o Ecuador, visto como un "sucedáneo de Chávez”.
Las relaciones de EEUU con
el gobierno de izquierda de Hugo Chávez se agriaron desde el principio.
Chávez, electo por primera vez presidente en 1998, rechazó enérgicamente
las políticas económicas neoliberales, desarrolló una estrecha relación
con el presidente cubano Fidel Castro, y criticó abiertamente la
ofensiva del gobierno de Bush en Afganistán, seguida por el ataque del
11 de septiembre (EEUU retiró al embajador en Caracas después de que
Chávez proclamara: "No pueden luchar contra el terrorismo con más
terrorismo”).
En abril de 2002, el
gobierno de EEUU apoyó públicamente el golpe militar que depuso a Chávez
del poder durante 48 horas. Documentos de la organización
paragubernamental National Endowment for Democracy (NED), obtenidos a
través de la Ley de Libertad de Información, muestran que EEUU
proporcionó financiación y entrenamiento a grupos que apoyaron el golpe
de Estado y que posteriormente fueron involucrados en el intento de
derrocar a Chávez a través de una "huelga” del personal directivo que
paralizó la industria petrolera entre finales del 2002 y principios de
2003, sumiendo al país en la recesión.
Los cables de Wikileaks
muestran que, después de estos intentos fallidos de derrocar al gobierno
electo de Venezuela, EEUU continuó respaldando a la oposición
venezolana a través del Usaid y de la NED. En un cable de noviembre de
2006, el entonces embajador William Brownfield explicó la estrategia de
USAID/OTI para socavar al gobierno de Chávez:
En agosto de 2004, el
Embajador delineó la estrategia para el equipo en el país, que contenía 5
puntos para guiar las actividades de la embajada de Venezuela en el
período [20042006] (...) La estrategia se enfocó en: 1) fortalecimiento
de las instituciones democráticas, 2) penetrar la base política de
Chávez, 3) dividir al chavismo, 4) proteger los negocios clave de EEUU, y
5) aislar a Chávez internacionalmente.
Los estrechos vínculos que
existen entre la embajada norteamericana y varios grupos de la oposición
son evidentes en numerosos cables. Un cable de Brownfield vincula a
Súmate –una ONG de oposición que jugó un papel central en las campañas
de la oposición– con "nuestros intereses en Venezuela”. Otros cables
revelan que el Departamento de Estado ha hecho lobby para que Súmate
logre apoyo internacional y alentó el apoyo financiero de EEUU, apoyo
legal y otro tipo de apoyo político para la organización, incluyendo el
brindado a través de la NED.
En agosto de 2009,
Venezuela fue sacudida por violentas protestas de la oposición (como ha
ocurrido varias veces bajo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro). Un
cable secreto del 27 de agosto cita a una contratista de USAID/OTI,
Desarrollo de Alternativas, Inc. (Development Alternatives,
Incorporated, DAI), refiriéndose a "todas” las personas que protestaron
contra Chávez en su momento como "nuestros financiados”:
(El empleado de DAI)
Eduardo Fernández dijo que "las calles están calientes”, en referencia a
la creciente protesta contra los intentos de Chávez de consolidar el
poder, y "toda esta gente (que organiza las protestas) son nuestros
financiados”.
Los cables también revelan
que el Departamento de Estado de Estados Unidos proporcionó
entrenamiento y apoyo a un líder estudiantil que reconoció haber
liderado a una multitud, guiándola con la intención de "linchar” a un
gobernador chavista: "Durante el golpe de Estado de abril de 2002,
(Nixon) Moreno participó en las manifestaciones en el Estado de Mérida,
liderando a una multitud que marchó en la capital del estado para
linchar al gobernador Florencio Porras del partido MVR”.
Pero pocos años después de
esto, otro cable menciona: "Moreno participó en el Programa de
Visitantes Internacionales (del Departamento de Estado) en 2004”.
Moreno sería buscado más tarde por intento de asesinato y por amenazar a una agente de policía, entre otros cargos.
También en consonancia con
la estrategia de cinco puntos que delineó Brownfield, el Departamento de
Estado priorizó los esfuerzos para aislar al gobierno de Venezuela a
nivel internacional, y contrarrestar la percepción de su influencia en
toda la región. Cables muestran cómo los jefes de las misiones
diplomáticas de Estados Unidos en la región desarrollaron estrategias
coordinadas para contrarrestar la "amenaza” regional de Venezuela.
Hay que tener en cuenta que
los cables de Wikileaks no vislumbran las actividades más encubiertas
llevadas a cabo por las agencias de inteligencia estadounidenses, y son
probablemente sólo la punta del iceberg en cuanto a la interferencia de
EEUU en la política de la región. Aun así, los cables proporcionan una
amplia gama de evidencias de los persistentes y decididos esfuerzos de
los diplomáticos estadounidenses para intervenir en contra de los
gobiernos independientes de izquierda en América Latina, usando la
presión financiera, así como el conjunto de instrumentos disponibles en
la caja de herramientas de la "promoción de la democracia” –a veces,
apoyando medios violentos e ilegales–.
Alexander Main es analista político del Center for Economic and Policy Research en Washington DC. Dan Beeton es director de comunicaciones del Center for Economic and Policy Research en Washington DC.
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