Siria. Guerra social y telaraña imperialista - Parte I
A
continuación dejo la primera parte del folleto que los compañeros de
Proletarios Internacionalistas han editado recientemente sobre los
acontecimientos en Siria entre 2011 y 2015. En el mismo se dan una
cantidad de informaciones y afirmaciones sobre el desarrollo de los
acontecimientos. Se presenta a contracorriente de la mayoría de las
cuestiones oidas sobre el teme, especialmente en el medio libertario.
Como digo dejo la primera parte.
Con
esta publicación queremos realizar un breve balance sobre lo que ha
acontecido en Siria desde que comenzara la sublevación proletaria en
marzo de 2011. Basado en informes, discusiones, investigaciones, textos y
análisis internos, que han ido circulando entre nuestros compañeros,
este texto es parte de la tentativa de nuestra clase de hacer un balance
de lo sucedido en esa región. Lo acontecido en Siria es un reflejo de
la situación del proletariado en otros lugares del mundo, tanto por la
fuerza insurreccional de la lucha en sus comienzos como por las
canalizaciones burguesas que se han logrado imponer.
La
cantidad de fuerzas e ideologías burguesas actuando en la región, así
como sus complejas alianzas y enfrentamientos, solo se explica por la
necesidad de sometimiento del proletariado insurrecto. El auge del
islamismo radical, así como el del nacionalismo kurdo, son partes
inseparables de ese proceso de encuadramiento del proletariado.
Aunque
la lucha proletaria no está separada por las fronteras, espresentada
como si así fuera, todas las noticias son presentadas país por país. Por
esta razón, resulta tan difícil captar y analizar lo esencial: las
contradicciones de clase, necesariamente internacionales. Todo se somete
a la telaraña comunicativa de la guerra imperialista. Es la telaraña de
las comunidades ficticias, de lo interimperialista, de las noticias
digeridas y deformadas por los medios. Nuestro texto se sitúa en una
perspectiva internacional e internacionalista que busca romper esa
telaraña de nuestro enemigo histórico.
Introducción
La
sublevación proletaria iniciada en Siria el 15 de marzo de 2011, que
hizo tambalearse a las distintas fuerzas y organismos de la burguesía,
fue parte del gran movimiento proletario que atizó el norte de África y
Oriente Medio entre los años 2010–2012.
A
lo largo de esos años, ese amplio movimiento prendió como una mecha
propagándose rápidamente por una gran cantidad de países. A pesar de sus
innumerables debilidades, la fuerza internacional que materializó ese
movimiento en su extensión, expresa esa realidad que es el proletariado:
una clase mundial que vive bajo el yugo del capital y está determinada
históricamente a pelear para romper sus cadenas. Expresa la esencia de
ese sujeto cuando tiende a constituirse en clase: la rebelión, la de
manifestarse, en su afirmación, como enterrador de la sociedad de clases
y hacer añicos la civilización capitalista erigiendo sobre sus
escombros la verdadera comunidad humana.
La
burguesía reaccionó rápidamente intentando por todos los medios dividir
al movimiento, destruyendo esa peligrosa sublevación unitaria en favor
de toda una serie de protestas nacionales. Los límites mismos de ese
movimiento permitían maniobrar con relativa facilidad a nuestro enemigo
en ese sentido.
Pese
a que nuestra clase rebasó con su lucha los marcos nacionales, pese a
que actuó y se sintió como una fuerza internacional, las ideologías que
flotaban sobre el movimiento fueron reimponiendo el estrecho marco
nacional y local. Porque incluso las estructuras que la lucha fue
generando estaban influenciadas, si no dominadas, por ideologías
burguesas nacionales, localistas, etc. En ese sentido, la lucha
revolucionaria del proletariado en Oriente Medio y el norte de África,
que iba enfrentándose a todos los Estados y al capital en todas partes,
que se criticaba y se contraponía a lo mismo, que partía de los mismos
problemas, y que llegó a expresarse en los hechos como movimiento
internacional,1 fue
incapaz de asumir todas las implicaciones a las que impulsa el
internacionalismo. Todas las fuerzas contrarrevolucionarias del mundo infiltradas
en el movimiento imponían ideologías democráticas, de liberación
nacional, gestionistas, comunidades religiosas, raciales y un largo
etcétera empujaban al proletariado al marco nacional.
Es
así como la burguesía puede maniobrar y neutralizar la potencia de
nuestro movimiento. La lucha acaba convirtiéndose en una lucha
particular de Túnez, de Egipto, de Argelia, de Siria, del Kurdistán
iraquí, de Libia, de Yemen… desplazando la lucha contra el capitalismo
mundial. Y en ese marco florecen y se reproducen todas las soluciones
nacionales y canalizaciones burguesas: recambios parlamentarios,
elecciones, concesiones económico–jurídicas, expresiones
étnico–religiosas… acompañadas siempre, claro está, del garrote, de la
represión estatal. Las dinámicas locales priorizarán tal o cual elemento
a utilizar por nuestro enemigo para machacarnos. El proletariado
caminará así a su propia derrota.
Al
mismo tiempo, allí donde todas esas medidas no logran imponer la paz
social, la cuestión fundamental para la burguesía será repolarizar la
situación, transformar las contradicciones de clases en enfrentamientos
al interior de alternativas y proyectos burgueses, frenar el proceso de
autonomía del proletariado para someterlo a una fracción burguesa bajo
la que se mate por recambios capitalistas. Países como Libia o Siria
serán lugares donde la guerra imperialista se impondrá como forma de
detener y canalizar la lucha proletaria.2
Con
este texto queremos precisamente volver nuestros ojos sobre Siria,
realizando un breve balance sobre lo que ha acontecido en ese país desde
que comenzara la sublevación proletaria del 15 de marzo de 2011. Basado
en informes, discusiones, investigaciones, textos y análisis internos
que han ido circulando entre nuestros compañeros, este texto es parte de
la tentativa de nuestra clase de hacer un balance de lo sucedido en esa
región del mundo.
Siempre
tuvimos en perspectiva publicar un balance general, no solamente sobre
Siria, sino sobre las grandes revueltas del norte de África y Oriente
Medio de esos años. Se nos presentaba como una necesidad para señalar
las fuerzas y debilidades del periodo que atravesamos. Y si hoy
presentamos un texto sobre Siria es por la imposibilidad en la que nos
encontramos para analizar esa contradicción sin las fronteras a las que
nos someten, y sabiendo que hasta en eso la contrarrevolución está
triunfando. Las noticias vienen filtradas por lo nacional, por lo local y
todas las comunidades ficticias que ello presupone: democracia,
religiones, etnias, mafias… Aunque la lucha proletaria no está separada
por las fronteras, es presentada como si así fuera, todas las noticias
son país por país. Por esta razón resulta tan difícil captar y analizar
lo esencial: las contradicciones de clase, necesariamente
internacionales. Todo se somete a la telaraña comunicativa de la guerra
imperialista. Es la telaraña de las comunidades ficticias, de lo
interimperialista, de las noticias digeridas y deformadas por los
medios. Desgraciadamente, en contraste con lo sucedido en épocas
pasadas, los proletarios no disponemos de ninguna red internacional de
información capaz de destruir la telaraña infernal de la burguesía.
En
este sentido, somos conscientes también de que este texto sobre Siria
contiene muchas carencias, porque la información que disponemos de la
región sigue siendo muy fragmentaria y limitada. Pese a todas estas
debilidades nuestro texto se sitúa en una perspectiva internacional e
internacionalista que busca romper esa telaraña de nuestro enemigo
histórico.
1. La revuelta irrumpe en Siria
Tras
el aplastamiento sangriento de las revueltas sociales que conmovieron
Siria a finales de los 70 y principios de los 80 del siglo pasado, etapa
cerrada con la brutal represión en la ciudad de Hama en el 82 —episodio
con 20.000 muertos que la burguesía internacional se apresuró en tapar
bajo el paraguas del islamismo—, el proletariado en ese país no volvió a
levantar la cabeza por mucho tiempo siguiendo la tónica general del
proletariado mundial. Desde el año 82 y hasta bien avanzado el comienzo
del nuevo milenio, la paz social reinó en ese país y la producción y
circulación capitalista vivió una época de expansión tras los acuerdos
con el FMI en el 86.
Tras
la muerte de Hafez al–Assad en Junio del 2000, su hijo Bashar al–Assad,
en plena caída de la economía nacional, tomará su relevo en el partido
Baaz sirio y en el gobierno. Se abrirá paso a toda una serie de reformas
económicas, cuyo fondo no era otro que quitar las trabas a la
circulación de capital internacional e incrementar las condiciones de
explotación del proletariado.
Los
niveles de represión que han caracterizado al gobierno de Bashar
al–Assad desde entonces, no se deben a ninguna particularidad de ese
administrador burgués, de ese gobierno, se debe a que toda la serie de
ataques a las condiciones de vida del proletariado alcanzan tal nivel
que sólo pueden imponerse bajo mano de hierro.
Pero
la represión no puede más que retrasar y concentrar en el tiempo lo que
es una situación insostenible. Desde el 2008 la situación, en
concordancia con la coyuntura general en todo el mundo, no dejó de
empeorar para el proletariado: final de los subsidios, de ayudas
sociales, bajada de salarios y pensiones… y la gran subida mundial de
los precios de los alimentos que golpeará con fuerza en ese país.
Llegado el año 2011 y espoleado por la lucha de sus hermanos de clase en
Túnez, Marruecos, Argelia, Baréin, Egipto, Yemen, Kurdistán iraquí… la
situación explota.
El
15 de marzo comenzó en la sureña ciudad de Daraa una potente oleada de
protestas que rápidamente se propagará por todo el país. Pese a todas
las medidas de urgencia que barajó y fue prometiendo el gobierno sirio
para calmar los ánimos en su territorio, tales como el fin del estado de
emergencia,3
subsidios a productos de primera necesidad, dar ciudadanía a
proletarios de étnia kurda, organizar elecciones, referéndum y toda una
serie de reformas, así como todas las medidas represivas desarrolladas
sacando al ejército y los tanques, multiplicando los asesinatos,
torturas, desapariciones, encarcelamientos… pese a todo este arsenal, la revuelta puso patas arriba la paz social extendiéndose por toda Siria.
Daraa, Hama, Baniyas, Latakia, Talkalaj, Homs, Yable, Idlib, Kurdistán
sirio… Las manifestaciones giraron rápidamente en huelgas, cortes de
carreteras y calles, acciones contra símbolos del poder, y requisiciones
de alimentos, medicinas o viviendas.4
La
supuesta lucha pacífica por la democracia que tanto cacarean los
esbirros intelectuales del poder burgués desde occidente fue la
expresión de la contrarrevolución burguesa al interior del movimiento de
protesta.5
Por el contrario, la lucha de nuestros hermanos de clase se situó en la
defensa de la satisfacción de la necesidades e intereses humanos.
Cuando nuestra clase sale a la calle bajo esta perspectiva siempre se
manifiesta necesariamente en el terreno de la violencia. La protesta
gravitó contra el alza de precios, contra la represión policial y la ley
de emergencia, la falta de asistencia sanitaria, etc, etc. Algunos de
los gritos y consignas que se oyeron en esos momentos fueron simples y
claros: «queremos el fin de la miseria», el «fin del terror», «la caída
del régimen», «fin de las humillaciones».
La
respuesta del Estado llegado a ese punto será metralla. Infantería,
artillería y tanques se lanzaron contra ciudades, barrios y pueblos con
un gran saldo represivo.
«Teníamos
unos 400 nombres de personas que debíamos detener. Fuimos a su
localidad Banyas […] Irrumpíamos en las casas cerradas. Detuvimos a
muchísima gente. Algunos hombres escapaban por una carretera secundaria
del valle, pero el ejército les disparaba. Nos llevamos a los detenidos al centro del pueblo, pisoteándoles e insultándoles.
Detuvimos a tanta gente, según me dijo un oficial unos 2.500, que
tuvimos que usar el estadio deportivo de esa localidad como centro de
detención».
«Los
manifestantes se habían sentado en la Plaza [la plaza central de Homs].
Nos dijeron que les dispersáramos, con violencia si era necesario.
Estábamos allí con la Inteligencia de la Fuerza Aérea, el Ejército y la
shabbiha [milicia progubernamental] cuando recibimos una orden del
coronel Abdel Hamid Ibrahim de disparar a los manifestantes. Disparamos
por más de media hora. Había docenas y docenas de muertos y heridos.
Treinta minutos más tarde, llegaron excavadoras y camiones de bomberos.
Las excavadoras levantaban los cadáveres y los ponían en un camión. No
sé dónde se los llevaban. Los heridos acababan en el hospital militar de
Homs. Y después los camiones de bomberos limpiaban la plaza».
«…nos
dieron la orden clara de disparar contra los civiles […] La orden
exacta fue 'carguen y disparen', sin condiciones. Nos acercamos a los
manifestantes y cuando estábamos a unos cinco metros de distancia, los
oficiales nos gritaron 'fuego'.»6
Pese
a la feroz represión, el proletariado, lejos de retroceder, seguirá
empujando y respondiendo a la violencia de la burguesía incrementando y
extendiendo la violencia de su clase, llevando la revuelta a la propia
capital. Lo que temía el gobierno
se desencadenará. Todo un anillo de barrios rebeldes irán poco a poco
envolviendo la capital: al norte Al–Tal, al este Kafar Batna, Douma,
Harasta y Saqba, la Mouaddamiyyah en el oeste y al sur Kisweh. Los
proletarios afirmaban que lo que ha sido durante mucho tiempo conocido
como el «cinturón de la pobreza ahora se ha convertido en el cinturón de
la revolución». La desestabilización del país es en esos momentos total
pese a que el partido Baaz tratará en vano de ponerle freno
incrementando el plomo, decretando nuevas amnistías de presos políticos,
o anunciando a finales de julio una ampliación de las libertades
políticas que permita elecciones y la legalización de partidos
políticos. Pero la sublevación proletaria estaba en marcha y no serían
estas migajas las que la detendrían.
1
La misma burguesía y sus medios de comunicación no tuvieron al
principio más remedio que hablar, evidentemente intentando intoxicar lo
más posible y manteniendo la filtración de las noticias país por país,
de primavera árabe.
2 Para el lector sorprendido por estas afirmaciones le instamos a leer el apartado Encuadramiento del proletariado desarrollado unas páginas más adelante.
3 En de abril del 2011 el gobierno levantó el estado de emergencia
que regía desde 1963, disolvió la Corte Suprema de Seguridad del Estado
y realizó una primera amnistía de presos políticos que irá repitiendo
en los meses posteriores.
4
Una tradición en los países árabes, poco conocida en otros lugares, es
la ocupación de urbanizaciones enteras. Estas ocupaciones son a veces
desalojadas por el ejército, pero otras tantas son recuperadas y
convertidas en campos de refugiados.
5
Esta expresión que reivindica los derechos y las libertades
democráticas se impondría posteriormente, con el debilitamiento del
proletariado, en un gran número de comités locales, como los coaligados
en la Coordinadora de Comités Locales y los agrupados en la Comisión
General de la Revolución Siria, cuya cabeza más conocida fue Suhair
Atassi, opositora burguesa del gobierno de Assad.
6 Testimonios varios de desertores a la ONG Human Rights Watch.
Enlaces relacionados / Fuente:
http://www.proletariosinternacionalistas.org
No hay comentarios.:
Publicar un comentario