¿Qué motivos que explican la guerra en Siria?
Por Carlos Torres
Hay cierta confrontación entre quienes resaltan el carácter
doméstico del conflicto sirio y quienes destacan su faceta internacional
o imperial. Aquí se exploran algunas de las explicaciones del conflicto
para cada visión. El texto puede ser útil para quienes no hayan seguido
el tema con atención.
El conflicto sirio: ¿quién es quién?
Si alguien anda especialmente perdido
respecto al conflicto sirio, convendría que antes de nada observara la
siguiente imagen para hacerse una primera idea sobre la multitud de
actores que intervienen, la compleja relación entre ellos y su
adscripción a grandes rasgos a uno o a otro de los dos grandes bloques
enfrentados.
Como es visible en la imagen, la guerra siria es una guerra de proxys,
es decir, una guerra donde grandes potencias utilizan a terceros como
sustitutos, habitualmente en una guerra civil. El período de la Guerra
Fría está lleno de ejemplos de este tipo de guerra, puesto que un
enfrentamiento directo entre los dos bloques habría conllevado la destrucción nuclear mutua.
Por ejemplo, a grandes rasgos, la Guerra Civil de Angola enfrentó a los
grupos MPLA y UNITA, el primero estaba dirigido por el bloque soviético
y el segundo estaba dirigido por el bloque occidental.
Cabe decir que no existe la «guerra de
proxys pura»: suele existir un conflicto previo entre los contendientes
subsidiarios, si bien éste se ve agravado cuando las grandes potencias
apoyan a uno y otro bando y utilizan ese escenario como campo de
batalla.
En el caso sirio, las grandes potencias
son, por un lado, el conjunto de Estados habitualmente llamado «eje de
resistencia» (encabezados por Rusia e Irán), y por otro lado,
«occidente» (encabezado por Estados Unidos y sus aliados en la región).
Los primeros actúan a través de las fuerzas estatales sirias, y los
segundos, a través de los opositores que reclaman un cambio de gobierno.
Por ello conviene hablar del «conflicto interno», anterior y ajeno a la
intervención extranjera, y del «conflicto externo», de carácter
internacional.
1. El conflicto interno
Como veremos, el estallido de violencia desde 2011 está fuertemente internacionalizado y los factores internos difícilmente explican la gravedad del conflicto sirio.
Se han dado múltiples explicaciones por las que la guerra responde a
factores internos, pero algunas de ellas son falsas a todas luces,
mientras que otras son parcialmente ciertas. Aquí exploro las «teorías
internalistas» más relevantes para explicar la guerra en Siria:
1.1. ¿Chiismo vs. sunismo?
Pretenciosamente, se suele poner mucho
énfasis en el enfrentamiento entre chiíes y suníes para explicar este
conflicto. Pero, claramente, en Siria no hay un conflicto religioso dramático.
El Gobierno de Al Assad es aconfesional (que no laico, aunque se suela decir), [1]
y su sociedad es probablemente la más tolerante de Oriente Próximo. Los
derechos e igualdad están garantizados para todas las creencias:
suníes, chiíes, alauitas, drusos, ismaelitas, cristianos ortodoxos,
siríacos, maronitas, católicos…[2]
Por parte del Gobierno, la tolerancia religiosa y cultural es total.
Esas ramas minoritarias están presentes desde siempre en la vida
política y social, celebrándose, por ejemplo, conmemoraciones cristianas
como días de fiesta nacional.[3]
De hecho, cinco Papas han sido de origen sirio. Por ello, el Gobierno
recibe el apoyo de la mayoría de seguidores de las religiones
minoritarias y también de suníes (la religión mayoritaria) moderados.
Eso sí, el Estado se opone enérgicamente al fundamentalismo religioso,
ya sea de corte islamista, sionista o de cualquier otro tipo: la Sharia
es inconstitucional (de hecho, las mujeres tienen los mismos derechos
que los hombres y por supuesto no están obligadas a llevar burka).
Se suele decir que, a pesar de decir ser
aconfesional, el Gobierno es realmente chií – alauita (una religión
que, como la mayoría de corrientes islámicas no suníes, tiene fuertes
ingredientes de otras religiones y está muy alejada del extremismo
religioso), lo cual es parcialmente cierto. Si bien Assad (el
controvertido Jefe de Estado sirio) es chií – alauita, no lo es su
mujer, ni tampoco la mayor parte del aparato estatal ni del ejército.
Por poner algunos ejemplos, son suníes el primer vicepresidente (Farouk
al-Sharaa), la segunda vicepresidenta (Najah al-Attar), el Primer
Ministro (Wael Nader al-Halqi), el Ministro de Defensa (Fahd al-Freij),
el Ministro de Asuntos Exteriores (Walid Muallem) o el Ministro del
Interior (Mohammad Sha’ar).
Por lo tanto no se puede decir que el
odio entre suníes y chiíes formaba parte de la vida de los sirios y que
el odio religioso haya contribuido significativamente al enfrentamiento.
Antes de la guerra, Siria era el único país pacífico en la zona, sin
guerras ni conflictos internos, incluso con la llegada masiva de
refugiados israelíes (que fueron aceptados sin ninguna discriminación
social, religiosa o política).
Lo que sí es cierto es que muchos de los
opositores actuales son wahabitas o sunitas radicales que quieren
acabar con el carácter aconfesional y tolerante del Estado. Pero esto no
puede considerarse un motivo del «conflicto interno» puesto que la
inmensa mayoría de ellos no son sirios, sino mercenarios extranjeros.
1.2. ¿Lucha por la democracia?
Para empezar, hay que preguntarse ¿es
Siria una dictadura? Esta pregunta exige siempre análisis muy profundos,
pero a efectos formales y siguiendo los sencillos parámetros
occidentales, Siria no es una dictadura. El poder
legislativo, del que emana el poder ejecutivo, se escoge a través de
elecciones libres, iguales, limpias y periódicas. Es más: en Siria,
buena parte de los diputados son obreros y campesinos.
Lo que no se escoge a través de
elecciones es la Jefatura del Estado, como ocurre en España. Pero, a
diferencia de Juan Carlos, Assad se vio forzado por occidente a hacer
elecciones en 2014 para escoger al Jefe de Estado, y en unos comicios
supervisados por organismos hostiles como la Liga Árabe, arrasó él con un 88% de votos y una altísima participación teniendo en cuenta la guerra.[4] Buena parte de la popularidad de Al Assad se explica por su dureza sin escrúpulos contra el terrorismo.
A pesar de que los poderes del Estado
hayan sido escogidos por la población, ¿puede decirse que el Gobierno es
fuertemente represor y no permite la divergencia política? Lo cierto es
que la oposición moderada es legal, sólo son ilegales los partidos que
defienden una religión o raza por encima de las demás. Y que,
actualmente, no existen «rebeldes moderados» en Siria: el Ejército Libre
Sirio está formado por islamistas de diverso pelaje, y qué decir de
Al-Nusra (filial de Al-Qaeda para Siria) y el Estado Islámico,
salafistas de línea dura que decapitan a los herejes. Al margen de los
fundamentalistas, es probable que se haya reprimido a la oposición,
aunque debemos ser bastante escépticos teniendo en cuenta el profundo
sesgo pro-occidental de nuestros mass media. Analizaré esto más abajo.
Por ello, la mayoría de exiliados son de
la zona rebelde y casi nunca de Damasco o de la costa, bastión de Al
Assad. Al Assad lleva en el poder desde el año 2000 y de repente todos
huyen de él en 2015. No huyen de Assad, huyen de la oposición. Los
refugiados no hubieran huido si Estados Unidos y Arabia Saudí no
hubieran llenado Siria de terroristas. De nuevo se repite la estrategia
aplicada en Libia y en Afganistán de 1980: occidente crea el monstruo
yihadista que luego dice combatir. Por el camino se obtienen beneficios
en industria militar, y como resultado final, se impone un gobierno
sumiso a los intereses occidentales.
1.3. ¿Sequía, migración y pobreza?
Buena parte del conflicto interno puede
ser explicado por la brutal sequía que asoló Siria y el conjunto del
Creciente Fértil entre los años 2006 y 2010, la peor jamás registrada en
la región. Entre 2002 y 2008, los recursos hídricos de Siria se
redujeron a la mitad. A ello cabe añadir que Turquía construyó presas en
el río Éufrates, lo cual redujo su caudal en Siria.
Ello destruyó la agricultura del norte
de Siria (el «granero» del país), obligando a 1,5 millones de personas a
emigrar de los campos a las ciudades. Así, centenares de poblaciones
quedaron abandonadas. La producción agrícola (que representaba un cuarto
del PIB) cayó en un tercio, se dejó de ser autosuficiente en trigo, los
precios de los cereales se duplicaron, la pobreza y la malnutrición se
dispararon y las ciudades —previamente tensas por la afluencia de
refugiados iraquíes— se saturaron. Sin duda, todo ello contribuyó al
estallido social.
1.4. ¿Atraso vs. modernidad?
Atendiendo a las características del
gobierno y de la oposición, es fácil pensar que una de las facetas del
conflicto puede ser también la de la vieja lucha entre la modernidad
(por parte del Gobierno) y el oscurantismo del poder religioso (por
parte de la oposición).
En este sentido es interesante el
contraste entre el mundo urbano (que tiende a tener una mentalidad más
liberal y alauita) y el mundo rural (con tendencias al conservadurismo y
sunismo). Los partidarios del Gobierno se concentran en la región más
urbanizada, cosmopolita y densamente habitada del país, la costa
mediterránea. Mientras tanto, la oposición se distribuye
mayoritariamente por el resto del país, mucho más rural. Pues bien, el
éxodo masivo del campo a la ciudad explicado en el punto anterior
(varios millones de campesinos iraquíes y palestinos y otros 1,5
millones de campesinos sirios han llegado a las grandes ciudades sirias
en la última década) puede haber provocado grandes choques culturales
entre unos y otros en las ciudades, en medio del caos.
Cabe tener en cuenta, en este sentido, que en las zonas urbanas, los suníes conservadores críticos con Al Assad se concentraban en las ciudades y distritos más pobres
(puesto que muchos de ellos eran inmigrantes que huían de Iraq y de las
regiones rurales sirias) y por tanto sufrían más las consecuencias de
la mala racha económica.
1.5. ¿Mala situación económica?
Para 2011, la economía siria tenía una
inflación y un déficit fiscal (producido en buena medida por el
prolongado descenso en la producción de petróleo[5]) especialmente disparados.
Además, el gobierno llevaba a cabo
medidas de austeridad que no hicieron más que empeorar la situación. El
caso más grave fue el recorte de los subsidios de combustible en mayo de
2008, que triplicó el precio de la gasolina, y en consecuencia, aumentó
el precio de los alimentos.
Para 2011, la situación en Siria no era
para tirar cohetes: se vivían subidas importantes en los precios de los
productos básicos, saturación de las ciudades, tasas de desempleo
particularmente altas, un incremento de las desigualdades
socioeconómicas y un deterioro del nivel de vida generalizado. Nada de
esto es causa per se una guerra, aunque sí son agravantes.
2. El conflicto externo
Los verdaderos motivos de fondo del
conflicto sirio corresponden al ámbito internacional. Siria es un Estado
muy estratégico y existen muchos intereses internacionales sobre este
conflicto.
2.1. Contexto general: el cerco de Estados Unidos a Rusia y China
Aunque algunos se empeñen en repetir que
Rusia es un imperio que amenaza a Estados Unidos, la situación es
justamente la contraria. Rusia no tiene bases en México o Canadá, ni les
ha impuesto gobiernos títere, ni siquiera les ha intentado seducir. En
cambio, Estados Unidos ha creado un muro de contención alrededor de
Rusia y China, recurriendo a la guerra cuando la diplomacia ha fallado.
Así, las regiones que recorren este cerco (Europa del Este, Oriente
Próximo, Oriente Medio y el Pacífico) han sido el objetivo de la
política exterior estadounidense hasta el punto de que el centro de
atención internacional se ha desplazado desde el océano Transatlántico
hacia el Pacífico. No es casualidad que se trate de zonas especialmente
conflictivas y particularmente repletas de bases militares de la OTAN.
Este cerco se ha ido estrechando con el objetivo de aislar a Rusia.
- Un buen ejemplo de ello es el europeo, donde el mapa de países de la OTAN ha realizado una siguiente evolución hacia el este (y sigue en la misma tendencia).
- En Próximo Oriente, los países que no se sometían al beneplácito occidental han sido también arrasados: el actual conflicto sirio es una repetición de lo que ya ocurrió en Irak y después en Libia. Tras Siria, el último proyecto sería Irán.
- En el Pacífico, Estados Unidos ha llevado una campaña de acercamiento a todos los niveles. La estrategia del pivote asiático de Obama o el reciente Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) son claros ejemplos de ello. En esta región, Estados Unidos cuenta con verdaderos bastiones aliados inamovibles como Japón o Corea del Sur.
El siguiente mapa recoge parte de las
operaciones occidentales actuales en estas regiones, mostrando de forma
muy visual el cerco occidental contra Rusia y China.
Si cae Siria, el cinturón se aprieta
para Rusia ya que sólo estará Irán como bastión para frenar un bloqueo
físico de países pro-occidente.
2.2. La pelea por el abastecimiento a Europa: los gasoductos
Aumentando el zoom hacia el contexto
internacional sirio, se encuentran otras motivaciones más específicas
para la guerra en Siria. Una de las más comentadas es la competencia de
diversos proyectos de gasoductos para transportar el gas de los
yacimientos de la región a Europa. El hecho de que acabe construyéndose
un gasoducto u otro influiría en las estructuras de poder
internacionales, lo cual genera intereses muy profundos en los Estados
por donde pasarían estos gasoductos.
Actualmente existen cantidad de
proyectos de gasoductos y oleoductos para abastecer a Europa, región
dependiente de hidrocarburos cuyo proveedor tradicional es Rusia. Para
no profundizar en ese caos, nos centraremos en el «conflicto de
gasoductos» más importante de la región: el que engrenta el Gasoducto
Islámico y al gasoducto qatarí. Estos gasoductos se disputan el
transporte del yacimiento de gas natural más grande del mundo,
el South Pars, compartido por Irán y Qatar (se encuentra justo en medio
de la frontera marítima). Antes de la guerra, dos grandes proyectos
antagónicos de gasoducto provenientes de South Pars estaban
tramitándose:[6]
- El proyecto ruso: el «Gasoducto Islámico»
Éste gasoducto nacería en Irán (en el enorme yacimiento de gas natural South Pars y en Asaloyeh), pasaría por Irak y llegaría al puerto de Baniyas, en Siria. A partir de ahí el gas podría ser exportado a Europa a través de los puertos sirios o se podría ampliar el gasoducto bajo el mar Mediterráneo. Irán, Irak y Siria empezaron las negociaciones para tal proyecto en 2010, y el acuerdo fue firmado en julio de 2011. Nótese que la rebelión estalló pocos meses después.
De ponerse en marcha, este gasoducto consolidaría la posición de Irán como potencia regional. Cuenta con el beneplácito de Rusia, que también tendría un papel importante colocando el gas en Europa y se vería recompensada a través de Gazprom (recordemos que el puerto de Tartus, el único puerto ruso en el mediterráneo, se encuentra en Siria, y a muy pocos kilómetros de Baniyas).
De este gasoducto se verían beneficiados, entonces, Rusia, Irán, Iraq y Siria. Si volvemos atrás y observamos de nuevo la imagen que encabeza este artículo, observaremos que son todos los Estados del bloque izquierdo.
- El proyecto estadounidense: el gasoducto qatarí [7]
En realidad, antes de planificarse el gasoducto qatarí, se planteó el Gasoducto Nabucco, que conectaría el gas de Azerbaiyán con Europa a través de Turquía. La planificación de Nabucco había comenzado en 2002 por parte de Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea, pero el proyecto acabó desechado en 2012. El proyecto que nos interesa ahora es el del gasoducto qatarí. Éste nacería en Qatar (del mismo yacimiento que Irán: el South Pars) y pasaría por Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía para acabar en Europa. Qatar propuso este oleoducto en 2009, pero Siria rechazó el plan dada su preferencia por otro proyecto que favoreciera a sus aliados, como el del Gasoducto Islámico. El gasoducto qatarí es la apuesta actual de occidente, Israel y Arabia Saudí pues evita cualquier contacto con Rusia e Irán.
Aquí encontramos una causa importante de
la guerra siria. Occidente necesita sabotear el Gasoducto Islámico
cueste lo que cueste, y por la vía diplomática no ha podido conseguir su
objetivo. El siguiente paso es cambiar el gobierno sirio por otro que,
en primer lugar, anule el proyecto del Gasoducto Islámico, y en segundo
lugar, acepte el proyecto del gasoducto qatarí.
2.3. Para occidente, soberanía es peligro
El Gobierno de Al Assad es políticamente
baazista. Ello significa, a grandes rasgos, que es nacionalista árabe y
con tendencias socialistas.
Siria tiene muchos recursos
nacionalizados. Francia, país del que fue colonia, «sufrió» la
nacionalización de cientos de sus bancos y empresas que tenía alojados
en Siria. Por ello, Siria es el único país del Mediterráneo que sigue
siendo propietario de su empresa petrolera: hasta hoy no la ha querido
privatizar. Los 2.500 millones de barriles de petróleo de sus reservas
son de propiedad pública.
Además, intenta mantener su soberanía
evitando las injerencias extranjeras (por ejemplo, es el único país
árabe que no tiene deudas con el FMI).
Según los criterios
occidental-imperialistas, todo esto es motivo suficiente para considerar
a Siria un país hostil, pues sería preferible en su lugar una Siria sin
soberanía y gobernada por títeres al servicio de intereses extranjeros.
No en vano Estados Unidos incluyó a Siria en el «Eje del Mal», cuyos
países, casualmente, siempre acaban siendo el blanco de revoluciones o
de terrorismo.
CONCLUSIÓN
Quienes defienden que en el conflicto
sirio predominan los factores internos creen observar a un pueblo siendo
masacrado en medio de dos bandos equilibrados. Sin embargo, nada más
lejos de la realidad: se trata del gobierno sirio, por un lado; y la
injerencia externa (con un disfraz de fanatismo religioso), por otro. La
guerra en Siria responde a la voluntad de occidente, mientras que los
factores internos han sido, simplemente, un buen caldo de cultivo para
que sus planes tuvieran éxito.
En las últimas semanas, la intervención rusa lo ha cambiado todo.
Referencias
[1]
El laicismo implicaría que la religión no se manifiesta en el ámbito
público. «Aconfesional» simplemente significa que no se posiciona con
ninguna religión en particular, aunque sí que se permite, por ejemplo,
la exhibición pública de símbolos religiosos.
[2] En otros países árabes, la población cristiana o de otras minorías no llega ni al 1% debido al histórico hostigamiento sufrido.
[3] Se celebran el 25 de diciembre, el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección.
[4] El apoyo de los sirios a Assad ha sido reconocido hasta por el ultraderechista estadounidense Henry Kissinger.
[5]
Desde 1996 (cuando se producían 610.000 barriles por día) y 2010
(cuando la producción había bajado hasta los 385.000 barriles diarios),
el descenso fue casi constante.
[6] Además de los que vamos a nombrar, existe también el Gasoducto Árabe,
que transcurre por Siria desde 2008, exportando gas natural desde
Egipto a Jordania, Siria y el Líbano, con una rama submarina que llega a
Israel.
[7] Este proyecto de gasoducto no tiene nombre. Lo llamo aquí «gasoducto qatarí» por ponerle uno.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario