CIUDAD DE MÉXICO (apro).- ¿Por qué serán tan burdos y elementales en el PRI? ¿Acaso no se dan cuenta que la farsa es tan clara que hasta da pena? La pasarela que han organizado para que se luzcan los aspirantes a la candidatura presidencial es tan falsa como un juego de naipes con cartas marcadas. El dedazo ya está listo y caerá en el candidato del PRIAN, José Antonio Mead, todo lo demás es una mala puesta en escena, una “farsarela”.
Al parecer la imaginación ya se le agotó al actual presidente nacional del PRI y al gobierno peñista, porque la pasarela que han organizado en los últimos días para que se luzcan los dizque aspirantes a la candidatura presidencial es tan falsa como aquella en que se realizó en 1987 para elegir como candidato a Carlos Salinas de Gortari.
Hace 30 años el PRI encabezado por Jorge de la Vega Domínguez organizó una pasarela sólo para intentar legitimar el dedazo del presidente Miguel de la Madrid, favoreciendo al secretario de programación y presupuesto, Carlos Salinas de Gortari.
Dejaron que participaran el procurador Sergio García Ramírez, el secretario de energía Alfredo del Mazo, el titular de Gobernación Manuel Bartlett, el regente capitalino Ramón Aguirre y el secretario de Educación Miguel González Avelar. Al primero lo usaron para hacer creer que había sido el elegido cuando la cargada ya estaba a favor de Salinas de Gortari.
La farsa provocó la peor división en el PRI: salieron Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Oscar Pintado, encabezando a miles de simpatizantes que fueron expulsados de la XII Asamblea Nacional bajo el estigma de la traición. Posteriormente formaron la Corriente Democrática y un después el Frente Democrático Nacional para participar en la elección presidencial manchada por el fraude.
La falta de imaginación de la actual dirigencia en el PRI les hace recurrir a la vieja fórmula y repetir la pasarela con la actuación de José Antonio Mead, Miguel Ángel Osorio Chong, Aurelio Nuño y José Narro. Hoy como entonces, esta puesta en escena sólo es para destapar al tapado, para legitimar al dedazo presidencial.
Pero con una diferencia abismal. Hoy Enrique Peña Nieto no es garantía de triunfo para el PRI como nos quieren hacer creer desde el gobierno con una campaña millonaria en medios de comunicación, donde se machacan a toda hora los mensajes oficiales en un intento burdo de usar aquella estrategia de Goebbels de que una mentira si se repite muchas veces se convierte en verdad.
El PRI del 2017 no es el PRI de 1987; ni José Antonio Mead es Carlos Salinas de Gortari. Tampoco la sociedad mexicana es la misma. Ya pasaron tres décadas con muchos cambios, entre ellos una mayor participación social y un descrédito creciente en el PRI y de todos los demás partidos políticos. La historia no se repite por más pasarelas que pongan para que actúe el dedo del presidente que ya no aguanta el peso de la corrupción.
Por cierto… En la elección del 88 le prometieron a Salinas por lo menos 20 millones de votos del campo, pero sólo registró un total de 9 millones 687 mil 929. ¿Ahora cuántos votos le habrán de prometer al ungido priista para la elección del 2018?