miércoles, 10 de julio de 2019

La Unión Europea acepta la nominación ‎de sus cuatro más altos funcionarios, por Thierry Meyssan


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La Unión Europea acepta la nominación ‎de sus cuatro más altos funcionarios, por Thierry Meyssan


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Antes de las elecciones para el Parlamento Europeo, Estados Unidos, Alemania y Francia ya ‎habían decidido que el alemán Manfred Weber sería –en principio– el nuevo presidente de la ‎Comisión Europea. Manfred Weber se había comprometido a poner fin a la construcción del ‎gasoducto Nord Stream 2 y a limitar la adquisición de hidrocarburos rusos para favorecer las ‎compras europeas de gas licuado estadounidense, cuya producción y transporte son mucho más ‎onerosos. ‎
Para adormecer a los electores europeos, una intensa campaña de propaganda les había ‎asegurado que el presidente de la Comisión Europea sería elegido según una «regla ‎democrática», que consiste en que la presidencia va a manos del político que encabeza la lista ‎del grupo parlamentario que más votos obtenga. Y no había duda de que ese sería Manfred ‎Weber, como jefe del grupo conservador Partido Popular Europeo (PPE). Por supuesto, esa regla ‎nunca ha sido democrática ya que lo democrático sería designar una persona respaldada no por ‎un grupo parlamentario sino por una mayoría. Sin embargo, la prensa y los candidatos repetían ‎a coro esa falsedad, conscientes de que la Unión Europea es sólo eso… un engaño. ‎
Pero en el último momento, Francia renunció a su compromiso inicial. El presidente francés ‎Emmanuel Macron esgrimió como pretexto que su grupo parlamentario europeo (ADLE convertido ‎en Renew Europe) había logrado un importante avance en la elección europea y exigió uno de los ‎‎4 puestos de altos funcionarios más visibles en la Unión Europea. Así que Macron hizo que ‎Nathalie Loiseau –a la cabeza de la lista de su partido– insultara a Manfred Weber llamándolo ‎‎«ectoplasma» y él mismo vetó la nominación del alemán. En definitiva, el propio Macron ‎propuso un nuevo candidato alemán, la ministra alemana de Defensa Ursula von der Leyen, ‎en cuanto se confirmó la nominación de la francesa Christine Lagarde –actual directora del FMI– ‎a la cabeza del Banco Central Europeo. ‎
Esas dos mujeres obtienen así los dos puestos más importantes mientras que el belga Charles ‎Michel –actual primer ministro de su país– presidirá el Consejo Europeo (o sea, el consejo de jefes ‎de Estado y de gobierno de la UE, así como el consejo de la eurozona) y el español Josep Borrell ‎‎–actualmente ministro de Exteriores– será el Alto Representante de la Unión para Asuntos ‎Exteriores y Política de Seguridad. En realidad se trata de dos funciones puramente formales ya que el presidente del Consejo ‎Europeo no hace más que dar la palabra a los oradores y representar la Unión Europea en el ‎extranjero mientras que el Alto Representante sólo es el vocero de una política que se decide en ‎Washington, no en el seno de la Unión Europea. ‎
No fue el Consejo Europeo quien decidió esas nominaciones. Las decidieron la canciller alemana ‎Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron, sin la participación de los demás jefes ‎de Estado y/o de gobierno, y fueron posteriormente aceptadas por los demás miembros del ‎Consejo Europeo.‎
‎¿Por qué fueron seleccionados esos 4 altos funcionarios? Para ocupar un alto cargo en la Unión ‎Europea hay que reunir 2 condiciones:
- ser atlantista
- y tener algo que esconder,
esto último garantiza que si el nominado renuncia al atlantismo mientras ocupa el cargo… ‎siempre queda la posibilidad de chantajearlo. ‎

Ser atlantista


Ser atlantista es un requisito evidente para cualquier funcionario de la Unión Europea ya que el ‎Tratado de Maastricht y los tratados posteriores de esa Unión estipulan que es la OTAN –alianza ‎militar anti-rusa– quien garantiza la defensa de la Unión Europea. ‎
Por ejemplo, Ursula don der Leyen publicó oportunamente, a principios de este año, en el ‎‎New York Times, un artículo de opinión donde hace la apología de la OTAN, que «defiende el ‎orden mundial», razón por la cual «el mundo sigue necesitando la OTAN» [1].‎
Ya no es necesario tratar de demostrar el atlantismo de Christine Lagarde, quien comenzó su ‎carrera como asistente parlamentaria en el Congreso de Estados Unidos y más tarde pasó a ‎hacer trabajo de cabildeo para el complejo militaro-industrial estadounidense en contra de la ‎industria militar de Francia. Fue Christine Lagarde quien convenció a Polonia de comprar el ‎armamento de Boeing y de Lockheed Martin en vez de recurrir a Airbus o Dassault [2].‎
Charles Michel es el primer ministro del país sede de la OTAN y cuenta con la recomendación de ‎su padre, Louis Michel, quien fue comisario europeo para la cooperación internacional, la ayuda ‎humanitaria y la respuesta frente a crisis. Josep Borrell, quien trabajó en el kibbutz de Gal On –‎en el desierto de Neguev– y fue presidente del Parlamento Europeo, donde defendió con ardor el ‎principio de sumisión europea a las órdenes de la alianza atlántica. Estará perfecto en su papel de ‎‎“ministro europeo de Exteriores y de Seguridad” ya que hace poco calificaba a Rusia de «viejo ‎enemigo» que «vuelve a convertirse en una amenaza». ‎
Por supuesto, los cuatro felices designados habían sido invitados a reuniones del Grupo de ‎Bilderberg, el club de la OTAN. El único que no pudo utilizar su invitación el mes pasado fue ‎Josep Borrell… porque el jefe de su gobierno le prohibió participar. ‎

«Tener un cadáver en el armario»


Por mucho que confíe en sus empleados, Estados Unidos siempre prefiere tener cómo ‎presionarlos para garantizar su fidelidad… o para meterlos en cintura en caso de rebelión –‎después de todo, siempre existe el peligro de que, a pesar de sus salarios astronómicos, algún ‎alto funcionario conciba la extraña idea de defender realmente los intereses de sus ‎conciudadanos. ‎
La justicia alemana había emprendido una investigación judicial sobre el manejo del ministerio ‎de Defensa por parte de Ursula von der Leyen. Aunque es de público conocimiento que las ‎fuerzas armadas alemanas no cuentan con el equipamiento necesario, un gigantesco exceso de ‎los estimados en varias transacciones ya había dado lugar anteriormente a una investigación de ‎una oficina de auditoría, que finalmente se dio por satisfecha con las explicaciones presentadas. ‎Pero luego se descubrió que quien había dirigido la auditoría en el seno de dicha oficina era ‎precisamente el hijo de la ministro de Defensa, descubrimiento que movilizó al ministerio público. ‎El «estado de Derecho» alemán está concebido de tal manera que la Cancillería (o sea, la ‎oficina del jefe del gobierno) puede poner fin a las investigaciones judiciales sobre los miembros ‎del gobierno. ‎
Christine Lagarde fue condenada por el Tribunal de Justicia de la República Francesa, que ‎la encontró culpable de «negligencia»… pero la exoneró de cumplir la pena pronunciada ‎contra ella. Siendo ministro de Economía de Francia, Christine Lagarde había decidido llevar un ‎litigio financiero entre un banco público y un ex ministro francés a una corte de arbitraje en vez ‎de presentar el caso a los tribunales. El arbitraje dio la razón al ex ministro contra el banco ‎perteneciente al Estado, cosa que nunca debería haber ocurrido. ‎
Ignoro en qué oscuros asuntos pueden estar implicados Charles Michel y Josep Borrell, pero ‎seguramente hay alguno. No está de más recordar que Charles Michel fue primer ministro ‎porque aceptó dirigir un gobierno minoritario mientras que Josep Borrell abandonó la escena ‎política española durante una decena de años, precisamente cuando parecía estar en el apogeo de ‎su carrera. ‎

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