viernes, 21 de diciembre de 2012

Noticias del imperio (con minúsculas); no pierda de vista a los gringos

Hace algo más de una semana, en una reunión con uno de mis clientes, dije: “… y si los gringos nos ayudan un poco, las cosas —en los mercados— nos pueden sorprender”.
Lo digo porque la economía estadunidense es lo suficientemente flexible para aprovechar las coyunturas, sin que esto signifique dejar de vigilar sus problemas estructurales que en su propia dinámica atrapan el comportamiento de los mercados del día con día.
Ayer se publicó el dato de la tercera revisión del PIB de Estados Unidos en el tercer trimestre, que resultó en 3.1% de crecimiento anualizado. La cifra no es menor, ya que pone en la mesa de discusión varias cosas.
Una es que el dinamismo mejoró notoriamente respecto de la segunda y de la primera revisión. Respectivamente, los resultados que se obtuvieron fueron 2.7 y 2.0%. Es decir, entre la primera revisión y la tercera la diferencia es de 1.1 puntos porcentuales, lo que es una enorme diferencia.
La segunda cosa a observar es justamente que los mecanismos de medición, aunque sean los del país más “picudo” en cuestiones de mediciones estadísticas en general y de su economía, en general, pueden arrojar en el paso de poco tiempo diferencias enormes acerca de un mismo elemento, como es el caso del PIB estadunidense.
La tercera observación tiene que ver con lo que escribí en el primer párrafo sobre una eventual “ayuda” de los gringos. Todos sabemos que nuestro desempeño tiene que ver con lo que haga el vecino del norte, lo que es, diría, una condición estructural difícil de cambiar (y aquí cabe la pregunta de: ¿nos interesa —y conviene— que cambie tal condición?), por lo que una vez más el énfasis de nuestra evolución económica tiene que ver con las estructuras internas, en las que tenemos más espacio de maniobra para hacernos menos vulnerables a los impactos del exterior.
Lo anterior tiene al menos dos vertientes en las qué pensar: una es lo que ocurra en Estados Unidos con todo lo relacionado en su economía: desde el fiscal cliff hasta la dinámica observada en su consumo interno y la del sector inmobiliario; ambas mostrando mejorías interesantes desde hace algunos meses que, junto con la evolución del empleo y del mercado accionario, han generado el “efecto riqueza” al que me he referido hace algunas semanas en este espacio. Y si existe alguna mejoría en el entorno general del vecino “grandote”, pues claro que en algo nos ayudaría.
La otra vertiente es lo que domésticamente seamos capaces de hacer. El nuevo gobierno ha creado la expectativa de tener una capacidad de ejecución importante, en estas tres primeras semanas, lo que está bien, pero creo que tendríamos que visualizar los siguientes tres años, por lo menos.
Mi impresión es que sí son buenos ejecutores (¿recuerda mi decir en la Consejería del 3 de diciembre pasado en la que escribí que el “arcón navideño” contenía, entre otras cosas, a tres ex gobernadores —cuatro, si contamos al propio Presidente de la República— y a una ex jefe de Gobierno del DF?) que están ubicados en áreas críticas del gobierno y que tienen prisa por establecer rápido algunas “reglas de juego”.
Lo importante es cómo reaccionan los jugadores a las propuestas y el ámbito de negociación que esta circunstancia abrirá. Me preocupa, desde luego, esa tentación que adivino de regresar al esquema de la figura presidencial omnipotente, tan arraigada en el espíritu priista y que hoy se puede ver fortalecido por la experiencia ciertamente pobre que nos dejaron las dos administraciones panistas en términos de la capacidad de ejecución, del oficio de gobernar.
De regreso al crecimiento en Estados Unidos, el tercer trimestre no garantiza nada; quizá el cuarto trimestre no sea del todo bueno. Pero lo que quiero dejar establecido es que no demos por perdido el desempeño gringo, aunque estén actuando al borde del precipicio fiscal. Por lo pronto los mercados, sin perder su ánimo, han tomado una especie de respiro en los últimos días, que es lo que había esperado que ocurriera; quizá un “respiro” más profundo, pero eso es difícil de saber.
El año 2012, con todo lo que ha traído, me parece que ha sido estupendo; no sé lo que piense usted, amigo lector. Espero de 2013, por lo menos, lo mismo. Aprovechar las condiciones es cosa de cada quien. Yo seguiré compartiendo con usted lo que siento y pienso, sin esperar que me crea.
Me conformo con decir lo que pienso y creo, y que ello contribuya a su proceso de imaginación y análisis.
Estaré ausente a partir del lunes próximo y regreso el martes 8 de enero de 2013. Deseo lo mejor para usted y los suyos. Suerte.

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