viernes, 19 de julio de 2013

El "socialismo-capitalista" norcoreano

El "socialismo-capitalista" norcoreano

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A pesar de que Corea del Norte se considera oficialmente un país socialista, actualmente, la economía privada ha tenido allí un considerable desarrollo.

Sus formas más simples de expresión son el comercio minorista, la agricultura, los talleres pequeños, en los que se confecciona ropa y calzado y se producen objetos domésticos corrientes. Pero, existen empresas mucho más grandes como, por ejemplo, las minas de carbón particulares.
Más de uno puede preguntarse: ¿cómo trabajan los empresarios privados norcoreanos en condiciones de ausencia total de una base jurídica para su actividad?
La explicación de este fenómeno consiste en que en la Corea contemporánea ha sido anulado, en los últimos años, el límite entre el empresariado particular y el estatal, e innumerables empresas que en el papel se consideran estatales, en la práctica son propiedad de particulares.
Ello es especialmente típico para las compañías norcoreanas de comercio exterior. Desde finales de la década de los 70 Corea del Norte comenzó a hacer caso omiso del principio de monopolio estatal del comercio exterior. Organizaciones estatales norcoreanas, grandes empresas e, incluso, unidades militares han sido facultadas para crear firmas propias de comercio exterior.
Si se trata de una compañía de comercio exterior creada, por ejemplo, por una empresa del acero, la situación es del todo evidente: esa firma, al menos teóricamente, debe vender la producción de esa empresa. Sin embargo, muchas de las empresas exportadoras han sido creadas por organizaciones que, en principio, no producen nada. Por ejemplo, firmas exportadoras tienen la Dirección de Carreteras del Estado Mayor norcoreano o la Dirección de la Inteligencia Militar. Está claro que los agentes del ejército no comercian, en absoluto, bolígrafos que disparan u otros dispositivos de espionaje, sino objetos más prosaicos.
Por lo general, a una empresa de comercio exterior norcoreana se le extiende un permiso para la exportación de determinadas mercancías, producidas en un territorio determinado. Por ejemplo, una firma puede obtener el derecho exclusivo para la exportación de hongos de árbol o forestales, que se cultivan en unas cuantas localidades de una u otra provincia, o para la exportación de carbón.
Sin embargo, hace mucho que pasaron los tiempos cuando las autoridades podían ordenar a los campesinos que partieran a las montañas a juntar hongos o a los botes de pescadores a sacar calamares o bacalaos para la exportación. Hoy en día, para obtener un bien de exportación es necesario pagar un buen precio por él. Este se ha convertido justamente en el escollo para las organizaciones exportadoras, debido a que en su presupuesto no disponen del dinero necesario. Y por otra parte, esto se torna un subterfugio ideal para el capital norcoreano.
Comúnmente, los representantes de empresas autorizadas para exportar se ponen de acuerdo con empresarios locales que han amasado una fortuna en negocios clandestinos. De este empresario deviene el inversionista principal de una casa exportadora, aunque, formalmente, es considerado solo uno de sus funcionarios.
Con el dinero del inversionista se produce la compra de mercancías. El inversionista puede ponerse de acuerdo sobre la venta a China de un bien de exportación. Al término de la operación, el inversionista aporta al fisco estatal la suma antes convenida, pero todo lo que logró ganar, por encima de esa suma, va a dar a su bolsillo.
De esta manera, es posible crear empresas privadas considerables, por ejemplo, de yacimientos de carbón o de minas oro. Formalmente, dicho yacimiento o mina son considerados propiedad de una compañía exportadora, sin embargo, en la práctica, representa la propiedad privada de un ricachón. El inversionista privado contrata obreros, compra equipos, organiza la producción y la venta. El oro extraído o el carbón va a la exportación, pero solo una parte del ingreso va a dar a las arcas del Estado, la otra parte se destina para compensar a los funcionarios con los que trabaja ese empresario y, el resto, pasa directamente a su bolsillo.
Este caprichoso esquema de empresariado estatal-privado es sumamente inestable, sin embargo, es operante en las actuales condiciones. Pues, como sea, los volúmenes de las exportaciones norcoreanas han crecido de manera estable en los últimos tiempos. No cabe duda que en dicho crecimiento desempeña un papel destacado la labor semilegal del capital privado norcoreano. Sus empresarios, habiendo comenzado con pequeños quioscos y talleres de calzado de mala muerte, han aprendido a gestionar minas de oro.
sb/as/sm

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