Guatemala
atraviesa la crisis política más profunda de los últimos tiempos. Su
presidente, Otto Pérez Molina, presentó su renuncia luego de ser
desaforado por el Congreso y enfrenta la posibilidad de ser arrestado en
el marco de un juicio por el escándalo de corrupción en las aduanas del
país.
Y analistas guatemaltecos aseguran que en este proceso, Estados Unidos ha jugado un papel fundamental.
El llamado caso La Línea, que investiga a una mafia que cobraba sobornos a empresarios para permitirles evadir impuestos, ha causado protestas multitudinarias durante meses y también obligó a renunciar a la vicepresidenta Roxana Baldetti, quien ya se encuentra detenida.
Y la investigación fue impulsada por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), un órgano independiente creado con el apoyo de la ONU, que actúa en conjuntamente con la Fiscalía y que siempre tuvo un fuerte respaldo en Washington.
Paradójicamente, apenas en enero Pérez Molina había dado por concluidas las labores de la Cicig, cuyo mandato expiraba el próximo 15 de septiembre.
Dijo el mandatario entonces.
Ocho meses más tarde, el mandato de Pérez Molina parece estar en sus últimos días, mientras la Cicig goza ahora de un mandato extendido hasta el año 2017.
Las condiciones de Biden
El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha sido - sin lugar a dudas - la figura detrás de las presiones de Washington para combatir el escándalo aduanero guatemalteco.
A comienzos de marzo pasado Biden se reunió en Guatemala con los mandatarios de los países del llamado Triángulo norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) para negociar sobre la aplicación de la Alianza para la Prosperidad.
Se trata de una iniciativa para la cual el gobierno de Barack Obama solicitó del Congreso unos US$1.000 millones, un monto que casi triplica los recursos que EE.UU. destina en ayudas para la región y cuya aprobación aún no ha sido acordada en el Capitolio.
Durante esa visita a Guatemala, Biden dejó clara la importancia que la Casa Blanca otorgaba a la extensión del mandato de la Cicig.
Dijo ante la prensa.
Gustavo Berganza, analista político y columnista del semanario guatemalteco Contrapoder, considera que la intervención de Biden tuvo un impacto fundamental.
La presión del Congreso
Las presiones a favor de la Cicig también se manifestaron en el congreso estadounidense. El 24 de marzo, el presidente del comité de Asuntos Exteriores del Congreso, el republicano Edward Royce, y el líder de los demócratas en esa instancia, Eliot Engel, enviaron una carta a Pérez Molina para abogar por la extensión del mandato.
Los parlamentarios destacaban además la participación de EE.UU. en el financiamiento de la Cicig y se comprometían a trabajar dentro del congreso y con el gobierno del presidente Barack Obama para mantener ese apoyo económico.
De acuerdo con datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Estados Unidos ha aportado US$7,16 millones del presupuesto de US$14 millones de que dispone el Cicig para 2015. El resto de fondos proviene de diversos países como Noruega, Canadá y Suecia, así como de instituciones como la Comisión Europea.
Una embajada activa
Washington también ha dado un apoyo constante a la continuidad de esta comisión internacional a través de su representación diplomática en Guatemala.
Le dijo a BBC Mundo el expresidente de Guatemala Eduardo Stein.
Berganza coincide en que Robinson ha sido muy activo en la defensa pública de la Cicig y en sus críticas contra la corrupción dentro del estado guatemalteco.
El analista político Hugo Novales, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales de Guatemala, reconoce el apoyo de EE.UU. a la Cicig, pero cuestiona hasta dónde debe llegar su influencia.
Comentó en una entrevista a la BBC.
Advierte.
Stein, quien firmó el acuerdo con la ONU para el establecimiento de la Cicig en 2006, señala que el apoyo de EE.UU. ha sido fundamental y constante, aunque no lo considera como el elemento definitorio para la extensión del mandato de la comisión.
Apunta.
Uno de esos factores que muchos expertos consideran clave fue la investigación del caso La Línea denunciado el 16 de abril por la Fiscalía y la Cicig, tras lo cual empezaron a organizarse en el país las manifestaciones callejeras para pedir la renuncia del gobierno. Una semana más tarde, el 24 de abril, el presidente Pérez Molina anunciaba la extensión del mandato de la Cicig hasta 2017.
Las razones de Washington
El apoyo de EE.UU. a la Cicig se relaciona con los intereses propios de ese país en Centroamérica.
En un artículo publicado por Biden en The New York Times a finales de enero, el vicepresidente estadounidense advertía sobre los problemas de mala educación, corrupción institucional y de violencia de los países de la región.
"Seis millones de jóvenes centroamericanos entrarán en el mercado laboral durante la próxima década. Si allí no encuentran oportunidades, todo el continente sufrirá las consecuencias", vaticinaba.
Biden iniciaba su texto con una referencia a la crisis migratoria vivida en el verano de 2014, cuando más de 70.000 menores de edad centroamericanos intentaron entrar a Estados Unidos por su frontera sur.
Ese acontecimiento también fue un argumento central en una exposición que hizo en julio, durante una visita a Madrid, el consejero del Departamento de Estado, Thomas Shannon, quien ubicó a Centroamérica como "una de las cinco prioridades" de la política exterior de EE.UU., junto a Irán, Rusia, China y el llamado Estado Islámico.
En respuesta a una consulta de BBC Mundo sobre la posición de Estados Unidos hacia Guatemala, tras las acusaciones contra el presidente Pérez Molina, el Departamento de Estado aseguró que EE.UU. respalda los procesos legales transparentes, independientes e imparciales.
Señaló una portavoz.
Agregó.
Años de intervención
Esta no es la primera vez que la mano de Estados Unidos se hace sentir en la política guatemalteca.
Washington estuvo detrás del golpe de estado que derrocó al presidente Jacobo Árbenz en 1954 y también apoyó a la mayoría de los gobiernos militares que estuvieron en el poder hasta 1986.
Pero, más recientemente, sus intervenciones se han producido en defensa de la institucionalidad, como en el caso de la ahora exfiscal Claudia Paz y Paz y el juicio por genocidio en contra del expresidente Efraín Ríos Montt.
Paz y Paz fue eventualmente separada de su cargo - el 17 de mayo de 2014 - por orden de la Corte Constitucionalidad, pero varios analistas consideran que el apoyo que recibió por parte de la embajada de EE.UU. fue lo que le permitió hacer avanzar el proceso contra Ríos Montt, e incluso mantenerse con vida.
Y según Edelberto Torres Rivas, uno de los intelectuales más respetados de Guatemala y Centroamérica, esa fue la primera vez que la embajada se puso del lado de lo que en Guatemala es percibido como "la izquierda".
"El embajador (en ese entonces Arnold Chacón) ha estado en primera fila como si él no tuviera nada que ver con lo que ha ocurrido en Guatemala", fue, sin embargo, en ese momento, la reacción del exdirigente del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) Gustavo Porras.
Un recordatorio del complejo y a menudo contradictorio rol de Washington en la vida del más grande de los países centroamericanos.
El llamado caso La Línea, que investiga a una mafia que cobraba sobornos a empresarios para permitirles evadir impuestos, ha causado protestas multitudinarias durante meses y también obligó a renunciar a la vicepresidenta Roxana Baldetti, quien ya se encuentra detenida.
Y la investigación fue impulsada por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), un órgano independiente creado con el apoyo de la ONU, que actúa en conjuntamente con la Fiscalía y que siempre tuvo un fuerte respaldo en Washington.
Paradójicamente, apenas en enero Pérez Molina había dado por concluidas las labores de la Cicig, cuyo mandato expiraba el próximo 15 de septiembre.
Dijo el mandatario entonces.
Ocho meses más tarde, el mandato de Pérez Molina parece estar en sus últimos días, mientras la Cicig goza ahora de un mandato extendido hasta el año 2017.
Las condiciones de Biden
El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha sido - sin lugar a dudas - la figura detrás de las presiones de Washington para combatir el escándalo aduanero guatemalteco.
A comienzos de marzo pasado Biden se reunió en Guatemala con los mandatarios de los países del llamado Triángulo norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) para negociar sobre la aplicación de la Alianza para la Prosperidad.
Se trata de una iniciativa para la cual el gobierno de Barack Obama solicitó del Congreso unos US$1.000 millones, un monto que casi triplica los recursos que EE.UU. destina en ayudas para la región y cuya aprobación aún no ha sido acordada en el Capitolio.
Durante esa visita a Guatemala, Biden dejó clara la importancia que la Casa Blanca otorgaba a la extensión del mandato de la Cicig.
Dijo ante la prensa.
Gustavo Berganza, analista político y columnista del semanario guatemalteco Contrapoder, considera que la intervención de Biden tuvo un impacto fundamental.
La presión del Congreso
Las presiones a favor de la Cicig también se manifestaron en el congreso estadounidense. El 24 de marzo, el presidente del comité de Asuntos Exteriores del Congreso, el republicano Edward Royce, y el líder de los demócratas en esa instancia, Eliot Engel, enviaron una carta a Pérez Molina para abogar por la extensión del mandato.
Los parlamentarios destacaban además la participación de EE.UU. en el financiamiento de la Cicig y se comprometían a trabajar dentro del congreso y con el gobierno del presidente Barack Obama para mantener ese apoyo económico.
De acuerdo con datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Estados Unidos ha aportado US$7,16 millones del presupuesto de US$14 millones de que dispone el Cicig para 2015. El resto de fondos proviene de diversos países como Noruega, Canadá y Suecia, así como de instituciones como la Comisión Europea.
Una embajada activa
Washington también ha dado un apoyo constante a la continuidad de esta comisión internacional a través de su representación diplomática en Guatemala.
Le dijo a BBC Mundo el expresidente de Guatemala Eduardo Stein.
Berganza coincide en que Robinson ha sido muy activo en la defensa pública de la Cicig y en sus críticas contra la corrupción dentro del estado guatemalteco.
El analista político Hugo Novales, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales de Guatemala, reconoce el apoyo de EE.UU. a la Cicig, pero cuestiona hasta dónde debe llegar su influencia.
Comentó en una entrevista a la BBC.
Advierte.
Stein, quien firmó el acuerdo con la ONU para el establecimiento de la Cicig en 2006, señala que el apoyo de EE.UU. ha sido fundamental y constante, aunque no lo considera como el elemento definitorio para la extensión del mandato de la comisión.
Apunta.
Uno de esos factores que muchos expertos consideran clave fue la investigación del caso La Línea denunciado el 16 de abril por la Fiscalía y la Cicig, tras lo cual empezaron a organizarse en el país las manifestaciones callejeras para pedir la renuncia del gobierno. Una semana más tarde, el 24 de abril, el presidente Pérez Molina anunciaba la extensión del mandato de la Cicig hasta 2017.
Las razones de Washington
El apoyo de EE.UU. a la Cicig se relaciona con los intereses propios de ese país en Centroamérica.
En un artículo publicado por Biden en The New York Times a finales de enero, el vicepresidente estadounidense advertía sobre los problemas de mala educación, corrupción institucional y de violencia de los países de la región.
"Seis millones de jóvenes centroamericanos entrarán en el mercado laboral durante la próxima década. Si allí no encuentran oportunidades, todo el continente sufrirá las consecuencias", vaticinaba.
Biden iniciaba su texto con una referencia a la crisis migratoria vivida en el verano de 2014, cuando más de 70.000 menores de edad centroamericanos intentaron entrar a Estados Unidos por su frontera sur.
Ese acontecimiento también fue un argumento central en una exposición que hizo en julio, durante una visita a Madrid, el consejero del Departamento de Estado, Thomas Shannon, quien ubicó a Centroamérica como "una de las cinco prioridades" de la política exterior de EE.UU., junto a Irán, Rusia, China y el llamado Estado Islámico.
En respuesta a una consulta de BBC Mundo sobre la posición de Estados Unidos hacia Guatemala, tras las acusaciones contra el presidente Pérez Molina, el Departamento de Estado aseguró que EE.UU. respalda los procesos legales transparentes, independientes e imparciales.
Señaló una portavoz.
Agregó.
Años de intervención
Esta no es la primera vez que la mano de Estados Unidos se hace sentir en la política guatemalteca.
Washington estuvo detrás del golpe de estado que derrocó al presidente Jacobo Árbenz en 1954 y también apoyó a la mayoría de los gobiernos militares que estuvieron en el poder hasta 1986.
Pero, más recientemente, sus intervenciones se han producido en defensa de la institucionalidad, como en el caso de la ahora exfiscal Claudia Paz y Paz y el juicio por genocidio en contra del expresidente Efraín Ríos Montt.
Paz y Paz fue eventualmente separada de su cargo - el 17 de mayo de 2014 - por orden de la Corte Constitucionalidad, pero varios analistas consideran que el apoyo que recibió por parte de la embajada de EE.UU. fue lo que le permitió hacer avanzar el proceso contra Ríos Montt, e incluso mantenerse con vida.
Y según Edelberto Torres Rivas, uno de los intelectuales más respetados de Guatemala y Centroamérica, esa fue la primera vez que la embajada se puso del lado de lo que en Guatemala es percibido como "la izquierda".
"El embajador (en ese entonces Arnold Chacón) ha estado en primera fila como si él no tuviera nada que ver con lo que ha ocurrido en Guatemala", fue, sin embargo, en ese momento, la reacción del exdirigente del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) Gustavo Porras.
Un recordatorio del complejo y a menudo contradictorio rol de Washington en la vida del más grande de los países centroamericanos.
Posted: 03 Sep 2015 05:26 AM PDT
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Las protestas populares contra la corrupción
fuerzan la dimisión del presidente de Guatemala
Posted: 03 Sep 2015 05:09 AM PDT
La renuncia del mandatario se produce después de que el Ministerio Público de su país anunciara una orden de captura en su contra por corrupción. El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, renunció el miércoles luego de que el Ministerio Público del país emitió una orden de captura en su contra por su participación en la estructura de defraudación aduanera conocida como “La Línea”. El portavoz oficial de la Presidencia, Jorge Ortega, indicó que Pérez Molina firmó la carta de renuncia a las 19:00 horas del miércoles. Según Ortega el objetivo de la renuncia es “mantener la institucionalidad y el orden que corresponde dentro del Estado”, así como afrontar “de manera individual” las acusaciones en su contra. Hasta ahora se desconoce el paradero del ex mandatario y el vocero de la Presidencia se niega a ofrecer más detalles. Luego de conocerse la carta debe convocarse a un sesión extraordinaria del Congreso para juramentar al vicepresidente Alejandro Maldonado, como jefe de Estado interino; debido a que la Constitución de Guatemala no contempla el vacío de poder. Otto Pérez Molina ha sido el único presidente en la historia de Guatemala a quien se le ha retirado la inmunidad debido a su participación en escándalos de corrupción. La fiscal general de ese país, Thelma Aldana, aseguró el miércoles que Pérez Molina será presentado ante la ley, aunque desconoce por cuánto tiempo puede extenderse el proceso judicial. El Ministerio Público indicó que los cargos que se le imputan son asociacióin ilícita, cohecho pasivo y defraudación aduanera. El martes el Congreso de Guatemala decidió retirarle la inmunidad al ex mandatario al considerar que existen suficientes pruebas para iniciar un proceso condenatorio, por el cual ya fue detenida la ex vicepresidenta Roxana Baldetti. Durante las últimas semana del pasado mes de agosto varios de sus ministros y dos comisionados del Gobierno, habían presentado su renuncia. Los ministros de Agricultura y Salud de Guatemala, Sebastián Marcucci y Luis Enrique Monterroso, respectivamente, así como la comisionada presidencial para la reforma policial, Adela Camacho, renunciaron a sus cargos este domingo, tras los señalamientos a la gestión gubernamental por casos de corrupción. Estas renuncias se agregan a las presentadas por el ministro de Educación, Cynthia del Águila y de Economía, Sergio de la Torre, así como el comisionado presidencial para la Competitividad e Inversión, Juan Carlos Paiz, “La Línea” operaba dentro de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), donde ingresaron más de 500 contenedores de manera ilegal. Al menos 27 personas actuaron en complicidad, entre funcionarios y particulares. Durante el análisis de escuchas telefónicas lograron de determinar que cuando los integrantes de “La Línea” se dirigían a una persona como “La R”, “La 2″ o “La Señora”, se referían tanto a Pérez Molina como a la ex vicepresidenta Roxana Baldetti. Específicamente, su “modus operandi” era actuar en siete de las principales aduanas en Guatemala, donde se le permitía a los importadores de bienes métodos para pagar un impuesto menor a través de la alteración de los documentos legales. Movilizaciones popularesEste escándalo desencadenó en el país importantes protestas populares exigiendo la dimisión de Pérez Molina por su implicación en la trama corrupta.En un primer momento, el mandatario se negó a renunciar pero la creciente presión social y el avance de las investigaciones lo forzaron a abandonar el cargo y pasar a disposición de la justicia. LibreRed/Telesur |
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