El 29 de julio, tras el cierre de los mercados estadounidenses, la
Autoridad Bancaria Europea presentó los resultados del test de estrés
administrado a los bancos de la UE para medir su vulnerabilidad
ante los shocks externos. Tan sólo dos entidades mostraron una gran
debilidad: el banco italiano Monte dei Paschi di Siena, cuyo suspenso se
esperaba, y el irlandés Allied Irish Bank, que tampoco alcanzó la ratio
de solvencia.
Sobre 51 bancos examinados, diez, como el español Banco Popular, el irlandés Bank of Ireland, el primer banco italiano, Unicredit, y la primera entidad alemana, el Deutsche Bank, considerada como “el banco con mayor riesgo del mundo” por el Fondo Monetario Internacional (42 billones de euros de productos derivados en cartera, es decir, 13 veces el PIB alemán), presentan fragilidades a pesar de haber pasado los test. La Autoridad Bancaria insiste sobre el hecho de que la salud global del sector bancario ha mejorado mucho desde la crisis de 2008. Los mercados financieros han sido, en lo que les concierne, más prudentes, ya que los valores bancarios siguen orientados a la baja.
El informe no da indicaciones en cifras sobre las necesidades de capitalización de los bancos. Establece simplemente un conjunto de ratios de fondos propios, mostrando la evolución de su solvencia en una situación de estrés. El escenario en el que se desarrolla es el de una recesión económica en la UE durante un periodo de tres años e iniciada a finales de 2015, considerando una bajada de 1,2% en 2016 y de 1,3% en 2017. No se trata, por tanto, de la simulación de una crisis financiera, como en 2008.
De hecho, el test considera, durante el periodo ficticio de tres años de recesión, el valor de los activos financieros como una constante. Mientras que en caso de crisis financiera, como la de 2008, éste baja mucho. En el test, el precio real de los activos tal y como lo fija el mercado importa poco, sólo se considera la dimensión contable. Esta elección permite trabajar a partir de datos obsoletos, sobre cifras de capitalización bancaria de diciembre de 2015. Pero ésta ha disminuido ya un 40% desde esa fecha y el mercado permanece a la baja.
Los test no tienen tampoco en cuenta un periodo prolongado de tipos de interés bajos, incluso negativos, a pesar de que se trata de un punto esencial que mina la rentabilidad del sector. Así, es el factor explicativo avanzado por el Deutsche Bank para rendir cuenta de la caída de 98% de sus beneficios.
El Centro para la Gestión del Riesgo de la Universidad de Lausana tiene otro modelo de evaluación basado no ya en los valores contables, sino en los precios de mercado de los activos bancarios. Sus resultados son netamente más negativos que los avanzados por la Autoridad Bancaria Europea. Al registrar las pérdidas acumuladas desde diciembre de 2015, la necesidad de recapitalización de los bancos de la UE sería del orden de 882.000 millones de euros en junio de 2016.
Tras los buenos resultados registrados por las entidades francesas, el ministro de Finanzas, Michel Sapin, estimó que “los bancos franceses se encuentran hoy entre los más sólidos”. Sin embargo, si se utiliza el método de la Universidad de Lausana, si ciframos las necesidades de capital a partir de los valores de mercado, la cosa se invierte y en cabeza de la clasificación de bancos con problemas se encuentran tres entidades francesas, seguidas por el Deutsche Bank.
Sobre 51 bancos examinados, diez, como el español Banco Popular, el irlandés Bank of Ireland, el primer banco italiano, Unicredit, y la primera entidad alemana, el Deutsche Bank, considerada como “el banco con mayor riesgo del mundo” por el Fondo Monetario Internacional (42 billones de euros de productos derivados en cartera, es decir, 13 veces el PIB alemán), presentan fragilidades a pesar de haber pasado los test. La Autoridad Bancaria insiste sobre el hecho de que la salud global del sector bancario ha mejorado mucho desde la crisis de 2008. Los mercados financieros han sido, en lo que les concierne, más prudentes, ya que los valores bancarios siguen orientados a la baja.
El informe no da indicaciones en cifras sobre las necesidades de capitalización de los bancos. Establece simplemente un conjunto de ratios de fondos propios, mostrando la evolución de su solvencia en una situación de estrés. El escenario en el que se desarrolla es el de una recesión económica en la UE durante un periodo de tres años e iniciada a finales de 2015, considerando una bajada de 1,2% en 2016 y de 1,3% en 2017. No se trata, por tanto, de la simulación de una crisis financiera, como en 2008.
De hecho, el test considera, durante el periodo ficticio de tres años de recesión, el valor de los activos financieros como una constante. Mientras que en caso de crisis financiera, como la de 2008, éste baja mucho. En el test, el precio real de los activos tal y como lo fija el mercado importa poco, sólo se considera la dimensión contable. Esta elección permite trabajar a partir de datos obsoletos, sobre cifras de capitalización bancaria de diciembre de 2015. Pero ésta ha disminuido ya un 40% desde esa fecha y el mercado permanece a la baja.
Los test no tienen tampoco en cuenta un periodo prolongado de tipos de interés bajos, incluso negativos, a pesar de que se trata de un punto esencial que mina la rentabilidad del sector. Así, es el factor explicativo avanzado por el Deutsche Bank para rendir cuenta de la caída de 98% de sus beneficios.
El Centro para la Gestión del Riesgo de la Universidad de Lausana tiene otro modelo de evaluación basado no ya en los valores contables, sino en los precios de mercado de los activos bancarios. Sus resultados son netamente más negativos que los avanzados por la Autoridad Bancaria Europea. Al registrar las pérdidas acumuladas desde diciembre de 2015, la necesidad de recapitalización de los bancos de la UE sería del orden de 882.000 millones de euros en junio de 2016.
Tras los buenos resultados registrados por las entidades francesas, el ministro de Finanzas, Michel Sapin, estimó que “los bancos franceses se encuentran hoy entre los más sólidos”. Sin embargo, si se utiliza el método de la Universidad de Lausana, si ciframos las necesidades de capital a partir de los valores de mercado, la cosa se invierte y en cabeza de la clasificación de bancos con problemas se encuentran tres entidades francesas, seguidas por el Deutsche Bank.
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