Tras las filtraciones de Greenpeace
y su impacto social y mediático, las instituciones europeas y los
medios liberales se han visto obligados a explicar en qué consisten esas
cosas raras llamadas TTIP o CETA. Para ello utilizan una gran variedad
de eufemismos positivistas que nos hacen “entender” las bondades del
maravilloso libre comercio y otros negativos que nos muestran cuáles son
las ‘barreras’ que hay que derribar.
Armonización
Como si se tratara de buscar la sintonía perfecta entre las normativas europeas y estadounidenses, la palabra ‘armonización’ es usada por los pro-TTIP para referirse al proceso por el que las distintas legislaciones, normativas y controles se igualan para que no haya diferencias entre las dos partes. Lo que no suelen explicar es que las grandes multinacionales y lobbies que tienen normativas más permisivas en su país no tienen la intención de dejar que aumenten esos controles, por lo que queda claro –y más viendo otros tratados firmados anteriormente– que esta armonización es un bonito eufemismo para referirse a “igualar a la baja”.
Barreras no arancelarias
Como si de un summum de eufemismos negativos se tratara, este concepto combina tres palabras que ya de por sí tienen connotación negativa. Esta técnica es usada para que el receptor entienda que de lo que se está hablando es de algo muy malo y que se tiene que eliminar. Pero lo que se esconde tras las “barreras no arancelarias” son legislaciones como la que prohíbe el uso de sustancias que no se haya probado que no son cancerígenas, las denominaciones de origen o los controles fitosanitarios. Para un comercio totalmente abierto, todo lo que sea una “barrera” para las mercancías es algo malo que se debe eliminar, incluida nuestra salud.
Normas proteccionistas
A las “barreras no arancelarias” también se les puede llamar normas proteccionistas. Utilizar el término ‘proteccionista’ con connotaciones negativas ha sido repetido y normalizado por el neoliberalismo. Para los defensores del libre comercio, los gobiernos no deben “proteger” sus mercados, sus empresas, su naturaleza ni a su población, porque el “proteger” está en contra del sagrado libre comercio.
Burocracia fronteriza
La palabra ‘burocracia’ siempre ha llevado la connotación de papeleo innecesario y trabas a algo que debería ser sencillo. Los defensores del libre comercio utilizan este término para hablar de los controles fronterizos que necesitan pasar las mercancías, para evitar, por ejemplo, que pollos bañados en cloro lleguen a nuestras mesas. Es bastante increíble que la UE o EE UU, donde para poder entrar o residir necesitas realizar bastante más que interminables trámites burocráticos si eres migrante, insistan en eliminar esa otra “burocracia fronteriza”.
Tribunales arbitrarios independientes privados
¡Toma ya! Nos superamos con un eufemismo de cuatro palabras. Los tribunales privados incluidos en los tratados de libre comercio deciden sobre los litigios entre empresas y gobiernos. Este concepto, más que un eufemismo, puede considerarse un oxímoron, ya que decir que algo privado que tiene que mediar entre gobiernos y empresas es ‘independiente’ cuesta de creer.
Cooperación reguladora
Como suele ser normal en el uso de los eufemismos, aquellos que los usan se apoderan de palabras tan positivas como ‘cooperación’ para esconder que tras esta ‘regulación’ sólo se encuentra la cooperación entre multinacionales y funcionarios de la Comisión Europea que nunca han sido votados. El “consejo de cooperación reguladora” de estos tratados pretende que estos actores sean los que puedan “cooperar” para modificar las leyes a medida que les vaya haciendo falta.
Productos de tecnología agrícola moderna
Con los transgénicos hemos topado. A pesar de que la mayoría de los expertos reconocen que el hambre en el mundo es un problema de distribución y no de escasez, la industria agroalimentaria de los Estados Unidos puja fuerte para que los estándares de seguridad se equiparen a la baja para poder inundar el mercado europeo de alimentos, semillas, herbicidas, etc., con su correspondiente patente. Las dificultades a la llegada de maíz y soja transgénicos no autorizados en Europa representaron un duro golpe para las exportaciones estadounidenses, por lo que no descartamos nuevos eufemismos modificados ideológicamente.
Armonización
Como si se tratara de buscar la sintonía perfecta entre las normativas europeas y estadounidenses, la palabra ‘armonización’ es usada por los pro-TTIP para referirse al proceso por el que las distintas legislaciones, normativas y controles se igualan para que no haya diferencias entre las dos partes. Lo que no suelen explicar es que las grandes multinacionales y lobbies que tienen normativas más permisivas en su país no tienen la intención de dejar que aumenten esos controles, por lo que queda claro –y más viendo otros tratados firmados anteriormente– que esta armonización es un bonito eufemismo para referirse a “igualar a la baja”.
Barreras no arancelarias
Como si de un summum de eufemismos negativos se tratara, este concepto combina tres palabras que ya de por sí tienen connotación negativa. Esta técnica es usada para que el receptor entienda que de lo que se está hablando es de algo muy malo y que se tiene que eliminar. Pero lo que se esconde tras las “barreras no arancelarias” son legislaciones como la que prohíbe el uso de sustancias que no se haya probado que no son cancerígenas, las denominaciones de origen o los controles fitosanitarios. Para un comercio totalmente abierto, todo lo que sea una “barrera” para las mercancías es algo malo que se debe eliminar, incluida nuestra salud.
Normas proteccionistas
A las “barreras no arancelarias” también se les puede llamar normas proteccionistas. Utilizar el término ‘proteccionista’ con connotaciones negativas ha sido repetido y normalizado por el neoliberalismo. Para los defensores del libre comercio, los gobiernos no deben “proteger” sus mercados, sus empresas, su naturaleza ni a su población, porque el “proteger” está en contra del sagrado libre comercio.
Burocracia fronteriza
La palabra ‘burocracia’ siempre ha llevado la connotación de papeleo innecesario y trabas a algo que debería ser sencillo. Los defensores del libre comercio utilizan este término para hablar de los controles fronterizos que necesitan pasar las mercancías, para evitar, por ejemplo, que pollos bañados en cloro lleguen a nuestras mesas. Es bastante increíble que la UE o EE UU, donde para poder entrar o residir necesitas realizar bastante más que interminables trámites burocráticos si eres migrante, insistan en eliminar esa otra “burocracia fronteriza”.
Tribunales arbitrarios independientes privados
¡Toma ya! Nos superamos con un eufemismo de cuatro palabras. Los tribunales privados incluidos en los tratados de libre comercio deciden sobre los litigios entre empresas y gobiernos. Este concepto, más que un eufemismo, puede considerarse un oxímoron, ya que decir que algo privado que tiene que mediar entre gobiernos y empresas es ‘independiente’ cuesta de creer.
Cooperación reguladora
Como suele ser normal en el uso de los eufemismos, aquellos que los usan se apoderan de palabras tan positivas como ‘cooperación’ para esconder que tras esta ‘regulación’ sólo se encuentra la cooperación entre multinacionales y funcionarios de la Comisión Europea que nunca han sido votados. El “consejo de cooperación reguladora” de estos tratados pretende que estos actores sean los que puedan “cooperar” para modificar las leyes a medida que les vaya haciendo falta.
Productos de tecnología agrícola moderna
Con los transgénicos hemos topado. A pesar de que la mayoría de los expertos reconocen que el hambre en el mundo es un problema de distribución y no de escasez, la industria agroalimentaria de los Estados Unidos puja fuerte para que los estándares de seguridad se equiparen a la baja para poder inundar el mercado europeo de alimentos, semillas, herbicidas, etc., con su correspondiente patente. Las dificultades a la llegada de maíz y soja transgénicos no autorizados en Europa representaron un duro golpe para las exportaciones estadounidenses, por lo que no descartamos nuevos eufemismos modificados ideológicamente.
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