Hillary Clinton y la oligarquía corporativa cleptocrática
por Alexander Azadgan
– Washington se considera a sí misma como la democracia más avanzada
del mundo. Ha emprendido decenas de guerras completamente criminales,
supuestamente para extender la democracia por todas partes. Sin embargo,
la retórica de Washington no cumple con el estándar de la realidad.
Washington no sólo hace guerras que destruyen naciones enteras en nombre
de la “democracia”, sino que su sistema electoral es la antítesis de la
democracia. Las elecciones de 2016 situan a
plena luz el carácter antidemocrático de Washington cuando el aparato
del Partido Demócrata consagra a Hillary Clinton la “presunta” nominada
¡sólo un día antes de las primarias de California!
De acuerdo con la Associated Press, Hillary
Clinton ganó todos los delegados necesarios para la nominación. Sin
embargo, la ventaja de Clinton se ha basado principalmente en el apoyo
de este monstruo antidemocrático llamado “los súper delegados”. Incluso
después de su victoria en California, Clinton posee 1.926 delegados
comprometidos, en contraposición a los 1.615 retenidos por el senador
Bernie Sanders. Esto significa que ninguno de los candidatos tenía los
necesarios 2.383 delegados necesarios para asegurarse la nominación. La
Convención Nacional Democráta tendría que ser un tanto controvertida, o
eso pensamos. Sin embargo, este hecho ha sido mantenido en la sombra por
los grandes y controlados medios de comunicación corporativos
estadounidenses.
CNN, Fox, NBC, ABC, CBS, PBS, la Associated Press,
etc., todos ellos declararon el día antes de las primarias de
California que Clinton era la “presunta” nominada. Cada rama del
monopolio de los medios corporativos contó estos llamados
“superdelegados”, junto con los delegados comprometidos. No obstante, a
menudo los superdelegados seleccionan a sus candidatos preferidos meses
antes de la última primaria estatal. Pueden cambiar de opinión en
cualquier momento antes de la convención o durante la misma. Aunque el
senador Bernie Sanders perdió California y va a llegar a la convención
detrás de Clinton por un margen significativo, técnicamente puede
impugnar la legitimidad de los superdelegados, aunque ahora es muy poco
probable ya que, a todos los efectos prácticos, él ha respaldado más o
menos a Hillary Clinton.
A pesar de estas posibilidades, la última vuelta
en las elecciones de 2016 expone abiertamente cómo los presidentes de
Estados Unidos se seleccionan, no se eligen. Los siglos de narrativas
acerca de cómo los EE.UU. fueron fundados sobre la base de la democracia
siempre fueron mentira. La sociedad estadounidense ha sido siempre una
democracia para el capital y una dictadura para la clase obrera y los
oprimidos social y económicamente. Los afroamericanos construyeron la
infraestructura inicial de la sociedad americana como la propiedad
esclava de los ricos y los adinerados. Los indígenas fueron asesinados y
aterrorizados sin piedad para despejar el camino al temprano
capitalismo norteamericano. El capital está mucho más consolidado ahora
que entonces, y su control del sistema electoral de Estados Unidos es
más evidente que nunca.
Hillary Clinton es la candidata por excelencia del
capital consolidado. Primero trabajó como directivo en el consejo
corporativo de Wal-Mart. A lo largo del resto de su carrera política,
Clinton ha recibido millones de Wall Street en su apoyo. La Fundación
Clinton se basa únicamente en el patrocinio de empresas como Wal-Mart,
GE, y la infame Goldman Sachs. Sus vínculos con Wall Street y las
corporaciones monopolistas han dado lugar a numerosas conferencias con
estas instituciones; un punto que el senador Bernie Sanders ha
mencionado a lo largo de su campaña. La carrera de Hillary Clinton como
político ha sido por lo tanto un ejemplo de lo que significa para los
políticos de Estados Unidos estar comprado por los ricos y luego
venderse de cara a la opinión pública como “representantes” del pueblo
estadounidense.
Muchos pueden tener la tentación de ver las
elecciones de 2016 como una experiencia profundamente negativa. El
intento de la clase dominante capitalista depredadora de socavar la
campaña de Sanders tuvo el potencial para disuadir a muchos de los que
todavía creen erróneamente que los EE.UU. es una sociedad democrática.
Además, como Clinton se acerca más a ser ungida en su coronación, la
perspectiva de una presidencia de Donald Trump se hace mayor. En
conjunción en el apoyo a Clinton, los medios corporativos infunden temor
a sus espectadores sobre los peligros de una presidencia de Trump. Para
muchos en el espectro liberal de la política de Estados Unidos, Trump
representa el mal de todos los males, cuya presidencia sin duda
arruinará lo que queda de la democracia americana, ¡si es que alguna vez
hubo una, para empezar!
Lo que con esperanza este ciclo electoral logrará
es una clase obrera más consciente; más equipada para cuestionar y
luchar por la legitimidad de la democracia estadounidense. La
popularidad de Trump y de Sanders es un signo de descontento popular
ante las condiciones prevalecientes en la sociedad norteamericana. Los
trabajadores se están dando cuenta de que no hay democracia cuando el
80% de la población es casi pobre, y sin embargo, Washington continúa
recortando los fondos para la asistencia alimentaria y la educación
pública.
No hay democracia en una sociedad que encierra a
la mayor cantidad de personas en el mundo y asesina al menos a un
afroamericano por día. Tampoco existe la democracia para los millones de
personas que han sido aterrorizadas por un sistema migratorio que ha
deportado casi a dos millones de personas desde 2008, y más por venir.
A pesar del creciente descontento popular con las
condiciones sociales en los EE.UU., Washington sigue gastando miles de
millones de dólares en guerras sin fin en todo el mundo. Naciones como
Venezuela han tenido que cargar con debilitantes sanciones por supuestas
violaciones de los “derechos humanos”. La mayor parte de las naciones
que Washington señala en el objetivo ponen las necesidades de las
personas por encima del lucro y poseen gobiernos democráticos. China ha
exhortado a Washington con un informe de sus propios derechos humanos
detallando los numerosos casos en los que los EE.UU. fallan en sus
propias normas. La realidad es que Washington considera la democracia
como un impedimento para el dominio mundial del beneficio capitalista
depredador. Todo lo demás es un escaparate. ¡Punto!
Las elecciones de 2016 son el primer ciclo
electoral del siglo XXI que realmente sacude la noción de la democracia
estadounidense en su núcleo, y permite que los votantes se den cuenta de
que este país es de hecho una oligarquía corporativa cleptocrática. El
senador Sanders más o menos tiró la toalla después de una reunión con el
presidente Obama el 9 de junio.
Sin embargo, esta medida sólo alentará a sus
seguidores. Ambos partidos corporativos no tienen nada que mostrar por
sí mismos, sino candidatos indeseables y un sistema que se corroe
rápidamente. El futuro del corrupto sistema político bipartito
estadounidense está en peligro y lo que viene después sigue sin estar
claro.
Fuente: Katehon.
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