La recuperación de la Geografía Radical como respuesta a la crisis
Desde finales de los años 50 del siglo
XX, cuando emerge con enorme potencia la geografía cuantitativa de la
mano de autores como Christaller y su teoría de los lugares centrales (central place theory), la
ciudad fue poco a poco adoptando un rol de ente numérico donde el
estudio de las dinámicas urbanas se basaban cada vez más en una lógica
matemática de flujos y redes, datos macroeconómicos, estadísticas
infinitas y sistemas informáticos como los SIG (Sistemas de Información
Geográfica), enmarcado todo ello en la visión neoliberal predominante de
ese tiempo hasta ahora. Se dio la paradoja que en el intento de hacer
de la geografía una ciencia empírica equiparable a otras como la
ecología, se perdió de vista el objetivo en favor del protagonismo
absoluto del método aplicado. Llegó un momento en que parecía, y aun
parece, que el objetivo mismo es aplicar la estadística y los SIG,
aunque no se sepa muy bien para qué ni qué se quiere analizar.
Como bien dice Kirk Mattson, geógrafo de
la Universidad de Barcelona, “la geografía cuantitativa logró en menos
de diez años superar el viejo paradigma de la geografía tradicional e
imponer uno nuevo, pero éste a su vez evidencia una creciente
incapacidad para aportar respuestas a nuevas preguntas y problemas, y
queda abierto a la crítica: ¿Son los métodos cuantitativos explicativos?
¿Son estos métodos válidos para el análisis, o bien son tan sólo un
sistema refinado y complicadísimo de descripción?”.
En
este punto, surge la geografía radical donde autores como David Harvey
pusieron en cuestión la deriva cuantitativa de la propia ciencia
geográfica que se había enfocado en proporcionar un bastón metodológico a
la ciencia económica para alcanzar una mayor rentabilidad sobre el
territorio. Pero el planteamiento de la geografía radical se basa en que
la propia geografía debe servir para solucionar los problemas de la
gente, analizar los conflictos sociales generados por las propias
dinámicas urbanas y proponer soluciones desde el conocimiento del propio
territorio. Desde su punto de vista, la geografía radical considera que
el tratamiento puramente mercantilista que ha hecho el neoliberalismo
del territorio urbano es el principal factor determinante de la
segregación y otros procesos sociales como la gentrificación y
guettificación, en los que se relega a una parte de la parte a espacios
con servicios públicos degradados o carentes de ellos.
En el contexto de la crisis occidental
actual, que adopta tintes ya de crisis económica estructural basada en
gran medida en el envejecimientos de las esferas políticas y académicas,
se podría decir que hay un resurgimiento de la geografía radical como
respuesta a esta situación crítica, como ya lo hubo en Estados Unidos en
los años 60 y 70, aunque a nivel más intelectual que social entonces
con trabajos como el del mencionado Harvey y su obra principal Social Justice and the City y otros autores como Milton Santos, Horacio Capel, Yves Lacoste, Terry McGee, etc.
En Madrid, ciudad natal del autor de
este artículo, y también en otras capitales españolas, se ha producido
este resurgimiento de la visión geográfica radical sobre todo a partir
del 15-M, fruto de la indignación popular por las altas tasas de paro y
desigualdad social, y la eclosión inmediatamente posterior de numerosas
iniciativas sociales vinculadas al territorio urbano cuyo objetivo ha
sido la resolución de conflictos sociales en los barrios partiendo de la
mirada interdisciplinar de geógrafos, arquitectos y sociólogos, entre
otros. Para sus estudios, claro que sí, utilizan y utilizamos la
geografía cuantitativa pero el fin no es la estadística en sí misma ni
rentabilizar hasta la extenuación el propio territorio en términos
económicos. El fin es utilizar estas herramientas para mejorar el
análisis, diagnóstico y propuestas de los problemas sociales detectados y
que la ciudad y sus diferentes barrios empiecen a responder a las
necesidades reales de la ciudadanía y no tanto a los de los grandes
fondos de inversión inmobiliaria.
Este magma social ha cuajado en iniciativas ciudadanas como Arquitecturas Colectivas, Parada Facultativa, Capacita Madrid, Vivero de Iniciativas Ciudadanas o este mismo blog donde en el propio nombre de Pensando el Territorio ya queda visible la filosofía que nos mueve.
A nivel político, el éxito de
determinadas plataformas ciudadanas es claro, con propuestas que
integran un elevado nivel de participación pública en materia de
urbanismo y ordenación del territorio, y que engloban a diferentes
colectivos como asociaciones de vecinos, la plataforma de afectados por
la hipoteca y demás, demostrando la efervescencia del planteamiento
geográfico radical en el contexto de la nueva política local.
Y es que, para acabar, no hay que
olvidar que “radical” proviene de “raíz” y es en los contextos de crisis
cuando se hace necesaria una visión valiente que acuda al origen de los
problemas, que rasque profundo y no parchee la realidad social. No son
tiempos para una geografía aséptica. Vuelve la geografía radical.
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