El presidente estadounidense, Donald Trump, trató ayer de acallar las críticas por su tibia condena a la violencia de grupos neonazis ocurrida el sábado en la ciudad de Charlottesville, Virginia. Allí, un joven identificado como James Alex Fields atropelló a una multitud que protestaba contra una marcha de supremacistas blancos.
Voces de todos los sectores –incluido el Partido Republicano– reprobaron que el mandatario condenara la violencia de ambas partes, en lugar de censurar directamente a los neonazis y supremacistas blancos que marcharon por Charlottesville. La Casa Blanca tuvo que salir al paso para aclarar las declaraciones de Trump. “El presidente dijo de la forma más enérgica en sus declaraciones de ayer (por el sábado) que condena todas las formas de violencia, fanatismo y odio. Esto incluye evidentemente a supremacistas blancos, neonazis, el Ku Klux Klan y todo tipo de grupos extremistas”, señaló un portavoz en un comunicado. Trump “hizo un llamamiento a la unidad nacional”, precisó.
La protesta organizada por grupúsculos de ultraderecha, entre los que había miembros del Ku Klux Klan, se vio alterada cuando contra-manifestantes trataron de impedirla. Durante los altercados, una mujer de 32 años murió al ser arrollada por un coche que embistió a la multitud que se oponía a la marcha. Otras 19 personas resultaron heridas en los enfrentamientos.
Las palabras de Trump la tarde del sábado levantaron una ola de críticas, porque los estadounidenses esperaban una condena clara y fuerte contra los movimientos radicales. El presidente optó en cambio por dirigirse a ambos bandos de la misma forma. “Condenamos en los términos más firmes posibles esta exhibición atroz de odio, fanatismo y violencia procedente de varios lados”, dijo desde Bedminster (Nueva Jersey), donde pasa sus vacaciones.
Su hija Ivanka, que también es asesora presidencial, se desmarcó de la posición de su padre y denunció “el racismo, la supremacía blanca y los neonazis”, afirmando en una serie de tuits ayer que “no hay lugar en la sociedad” estadounidense para tales ideas.
Pero el alcalde de Charlottesville, Michael Signer, culpó directamente al presidente por gran parte de la violencia, diciendo en una aparición en la cadena CBS, que Trump ha creado un clima de “aspereza, cinismo e  intimidación”. El político demócrata agregó: “él tomó una opción en su campaña presidencial, la gente que lo rodea, yendo a lo más bajo, jugando con nuestros peores prejuicios”.
Los críticos del multimillonario republicano hicieron rápidamente las conexiones entre la tibieza de sus declaraciones tras la violencia en Charlottesville y la ambigüedad que ha ido cultivando ante la extrema derecha desde su campaña.
Gran parte de la derecha alternativa, conocida como “Alt Right”, apoyó a Trump en su camino a la Casa Blanca y éste se ha negado reiteradamente a distanciarse con claridad de algunos de sus grupos o líderes.
Como resultado a sus declaraciones, Trump fue criticado incluso por miembros de su propio campo republicano. El senador de Florida Marco Rubio opinó que sería “muy importante” escuchar al presidente “describir los eventos en Charlottesville por lo que fueron: un ataque terrorista de supremacistas blancos”.
“Si yo fuera presidente de Estados Unidos y estas personas mostraran simpatía por mí y por mi programa, me preocuparía”, comentó por su parte el también senador Lindsey Graham.
En Charlottesville, donde los 50.000 votantes demócratas son una abrumadora mayoría y donde el espíritu aperturista es simbolizado por la prestigiosa universidad fundada en 1819 por el presidente Thomas Jefferson, la jornada del sábado quedó también marcada por la muerte de dos policías que se estrellaron en un helicóptero.
La investigación de la policía federal debe establecer por otro lado las razones de James Alex Fields, de 20 años, para embestir el vehículo que arrolló a los contra-manifestantes. El sospechoso, originario de Ohio, fue acusado de asesinato, violencia voluntaria causando lesiones y delito de fuga. Debe hoy presentarse ante un juez.
La violencia de Charlottesville evoca la larga demora de Trump a la hora de rechazar el apoyo que le dio públicamente David Duke, exlíder del Ku Klux Klan, quien participó en la marcha del sábado y le recordó en twitter: “que fueron los estadounidenses blancos quienes lo llevaron a la presidencia, no lo izquierdistas radicales”.
La Liga Antidifamación (ADL), una asociación de lucha contra el antisemitismo, sostuvo que el presidente “debe denunciar claramente las ideologías de la supremacía de la raza blanca en todas sus formas”.