viernes, 24 de agosto de 2018

Trump, días contados


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Trump, días contados

 

 

Antonio Navalón

Sólo un milagro salvaría a Donald Trump de no enfrentar en los próximos meses un juicio que lo expulse de la Casa Blanca. Las esquelas se están imprimiendo y sólo falta definir el día del funeral.
La confesión de su abogado Michael Cohen de que el presidente norteamericano autorizó los “sexy-sobornos” para comprar el silencio de su affair con dos modelos de Playboy es el primer paso firme para promover el llamado “impeachment” o juicio político.
El presunto delito se resume en que al ordenar el pago en plena campaña presidencial, Trump buscó que un hecho alterara el resultado de la elección a su favor. En consecuencia, ese dinero tipifica como “gasto de campaña”. Y no fue reportado.
En sus declaraciones originales, Cohen decía que los pagos a las modelos de Playboy habían sido hechos por él, con su dinero, sin que su cliente, el presidente, conociera del asunto. Y eso en principio –al menos legalmente- le lavó la cara a Trump.
Pero al enfrentar a la justicia, el abogado presidencial decidió cooperar buscando una reducción de su sentencia y acabó exhibiendo grabaciones de lo que ya se sospechaba. Que su cliente le dijo: Págales para que se callen y no me arruinen la elección.
De no existir algo que cambie el curso de la porno-historia presidencial, será sorprendente que sea un escándalo sexual –y no el Rusiagatelo que termine por expulsar al ególatra, mitómano, misógino, racista, sabelotodo y caeme-bien mandatario de la Casa Blanca.
Ahora la pregunta de fondo es si los adversarios de Trump, en particular los congresistas demócratas que son quienes votarían su salida, acelerarán la petición del impeachment.
Existe consenso de que lo mejor sería aplazar el proceso hasta que pasen las elecciones de noviembre, esperando que los demócratas le arrebaten el control legislativo a los republicanos. Con ello el éxito del juicio contra Trump estaría garantizado.
Pero existe un ingrediente más. De votarse el juicio político, el sucesor sería el vicepresidente Michael Pence. Y esa no es una buena señal para la clase política estadounidense.
El ex gobernador de Indiana y conductor de un talk show de televisión y radio, se define a si mismo como “un Católico, conservador y Republicano, en ese orden”.
Directo integrante del ala mas conservadora de los republicanos, conocida como The Tea Party, Pence no es visto como la opción abierta y moderna que demandan los norteamericanos.
Uno de los debates más agrios en las mesas políticas de Washington es si una presidencia de Pence no sería todavía peor que la de Trump. El remedio peor que la enfermedad.
Por ahora ni Stormy Daniels ni Karen McDougal son las únicas pesadillas que vive el inquilino de la Casa Blanca. Las investigaciones del fiscal especial Robert S. Muller sobre el Rusiagate avanzan aceleradamente.
Y hasta ahora 32 personas y tres empresas están ya sentenciadas por su involucramiento en actividades criminales que dañan directamente el quehacer del gobierno y a Trump.
Las historias de los confesos Paul Manafort, el jefe de campaña; Rick Gates y George Papadopoulos, los asesores de campaña; Michael Flynn, el ex jefe de seguridad nacional; Alex van Der Zwan, el abogado de Manafort y Gates, 23 espías y tres empresas rusas, darán todavía mucho de que hablar.
Hoy lo más sólido para lanzar a Trump de la Casa Blanca son los “sexy-sobornos” a las modelos de Playboy.
¿Alguien imaginó algún día que del imperio de Hugh Hefner saldría la receta para acabar con esa pesadilla mundial llamada Donald Trump?

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