domingo, 4 de noviembre de 2012

47 días para el Fin del Mundo

47 días para el Fin del Mundo

Una empresa de California, EU, construye fortalezas bajo tierra para resistir la catástrofe

Y.S. Aubert

Cuando alguien ya está absolutamente convencido de que viene el fin, el siguiente paso es prepararse.
Para esto el canal de National Geographic, conocido como NatGeo, ha lanzado una nueva serie llamada Preppers, que retrata la vida del estadunidense promedio y su familia preparándose para cualquier tipo de catástrofe.
El programa no sólo explora las estrategias de cada “preparador” —búnkers, adiestramiento en armas, almacenamiento de comida, técnicas exóticas de cultivo, fabricación de generadores caseros, etcétera—, sino las confronta con expertos que nos dicen si, a la hora de la hora, éstas funcionarán o no.
Lo cierto es que si éstos son los futuros supervivientes, el mundo va a ser un lugar lleno de Rambos agricultores.
Vivos Group del Mar CA es una empresa de California que ofrece colocar fortalezas a diez metros bajo tierra, por unos 10 mil dólares más gastos de entrega, en cualquier lugar del mundo.
Las construcciones son herméticas y están diseñadas para sobrevivir a cualquier tipo de catástrofe, incluso una explosión nuclear de 20 megatones y proveer lo necesario a sus habitantes por un lapso de hasta seis meses.
En Salt Lake City los mormones llevan años preparados y en Kansas un grupo de 70 millonarios hacen sus búnkers con paredes de tres metros de hormigón, lujos y alberca. Será muy el fin del mundo, pero la clase es la clase.
Los estadunidenses no son los únicos que se están preparando ante el fin del mundo: en la Sierra de Madrid, Granada y Aragón, un grupo de españoles está construyendo modestos refugios —la crisis también es la crisis—, recubiertos con 60 centímetros de hormigón y dotados con filtros para partículas radioactivas, a precios más económicos.
En la selva de Xul, Yucatán, un grupo de italianos ya tiene una miniciudad llamada Las Águilas, completamente autosustentable y lista para esperar el fin.
Algunos dicen que, bajo la premisa de que ya cayó allí un meteorito gigante que acabó con los dinosaurios, hay muy pocas posibilidades de que otro cayera en el mismo lugar. Pues sí.
En las décadas de los 50 y 60, la misma locura se apoderó de la gente: se construyeron miles de refugios antinucleares donde los más temerosos vivieron escondidos, en algunos casos durante años.
La amenaza entonces era real, pues la bomba que destruyó Hiroshima era de 14 kilotones. Para 1961 ya las había de 50 megatones.
Eso sí daba miedo, ¿no?

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