viernes, 28 de junio de 2013

María Amparo Casar: El 'recado' de Peña sobre abrir Pemex

María Amparo Casar: El 'recado' de Peña sobre abrir Pemex







Por María Amparo Casar  @amparocasar
  
María Amparo Casar es licenciada en Sociología por la UNAM; maestra y doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la University of Cambridge, King's College; catedrática e investigadora del Departamento de Estudios Políticos del CIDE; columnista en el diario Reforma; miembro de los comités editoriales de la revista Nexos y el Fondo de Cultura Económica, y colaboradora en espacios de análisis como el programa Primer Plano de Once TV México.
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Como fue costumbre en los dos sexenios anteriores, el presidente Enrique Peña Nieto ha escogido un foro internacional -el G 20- para hacer anuncios que siendo importantes para los socios extranjeros de México, tienen aún mayor relevancia nacional.
A través de dos prestigiados medios -el Financial Times y Bloomberg- el presidente dejó en claro su firme intención y compromiso de la apertura de Pemex al capital privado en áreas que hasta el momento se han considerado no sólo estratégicas sino de dominio exclusivo del estado.
Dijo también que su preferencia o primera opción será la de una reforma constitucional. El mensaje debe entenderse como un recado para aquellos que han comenzado a difundir que Peña Nieto abandonará sus pretensiones de reformar la Constitución y se conformará con una modificación legal para no generar conflictos políticos, arriesgar su capital a través de una derrota legislativa o comprometer la subsistencia del Pacto.
No es un caso fácil. La reforma energética es la más prometedora en términos de su impacto potencial en el crecimiento económico pero es, a la vez, la primera iniciativa que no tiene el consenso de los tres partidos no sólo en los detalles, como en el caso de la del IFAI o la comisión anti-corrupción, sino ni siquiera en su concepción. El PAN no ha manifestado una oposición a la idea de una reforma constitucional. De hecho no debería esperarse (aunque siempre cabe la venganza) un impedimento por parte del PAN ya que el expresidente Felipe Calderón y su partido quisieron y no pudieron procesar una reforma similar a la que se espera del presidente Peña.
El PRD junto con el PT y Movimiento Ciudadano, en cambio, se han pronunciado en contra de lo que llaman una reforma privatizadora aunque su contenido todavía no se conozca. Incluso del propio PRI cabría albergar dudas pues aunque hasta el momento el partido ha mostrado una gran disciplina y su fracción parlamentaria se ha alineado a la voluntad presidencial, en un tema como el de la apertura del petróleo podría haber disidencia.  
En estas circunstancias, la operación política se antoja difícil. De fallar la estrategia de “subir a todos al carro” seguida hasta el momento, la pregunta es cuál será la reacción del Peña Nieto y su equipo ante una probable oposición de los partidos de izquierda. La aritmética parlamentaria alcanza para que el PRI y el PAN aprueben juntos una iniciativa de reforma constitucional de la naturaleza que suponemos está diseñando el equipo presidencial (hay que insistir en que la propuesta aún no está definida).
En el Senado (aún sin el PVEM) suman 92 votos, más de los 2/3 requeridos. En la Cámara de Diputados suman 326 y por tanto requieren de 7 votos más que podrían provenir del PVEM o del PANAL. La incógnita es saber si el presidente y el PRI están dispuestos a dejar de lado el criterio de unanimidad que han privilegiado hasta el momento y abrazarán el principio de las mayorías que es propio de las democracias.

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