domingo, 23 de junio de 2013

¿Sobrevivirá el arte ruso?

¿Sobrevivirá el arte ruso?

Центр современного искусства Винзавод Москва

El Centro de Arte Contemporáneo moscovita Vinzavod convocó a una mesa redonda, cuyos participantes –curadores y artistas− debatieron sobre el lugar que ocupa el arte ruso en el actual contexto mundial.

Sin embargo, la conversación derivó a los aspectos financieros del proceso creativo.
Abril de 2012 se destacó por el cierre de tres de las más importantes galerías rusas que se dedicaban al arte contemporáneo: la Galería de Marat Guelman, la Galería Aydán y Galería XL. La principal razón que esgrimieron sus propietarios fue la total ausencia de un mercado del arte contemporáneo en Rusia, y consecuentemente, la inexistencia de compradores. La retirada de estos actores importantes resultó significativa: desde entonces no cesan las conversaciones sobre el destino del arte contemporáneo ruso y su poco envidiable situación en el entorno artístico global. Los curadores, historiadores de arte y artistas debaten entre sí o desde diversas tribunas sobre las medidas necesarias para lograr que este arte sea reconocido a nivel mundial.
El Centro de Arte Contemporáneo Vinzavod, ubicado en Moscú, celebró otra mesa redonda, que en esta ocasión respondía a un sugestivo título: “¿Qué chances tiene el arte ruso?” El tema fue debatido por personalidades tan importantes como Iósif Bakstein, uno de los más importantes curadores, Vasili Tsereteli, director del Museo de Arte Contemporáneo de Moscú, Teresa Mávika, directora artística del fondo “Victoria, el arte de ser contemporáneo”, Vladímir Ovcharenko, fundador de la Galería Regina y el artista Víctor Alimpiev, cuyas piezas estaban expuestas en la sala donde sesionó la reunión.
Los especialistas decidieron centrar su atención en las razones por las cuales ninguna galería rusa participó en las principales ferias internacionales Art Basel y Friezee. Esto, considerando que con cada nueva convocatoria la participación de Rusia en la Bienal de Venecia se torna cada vez más notoria.
El debate resultó intenso emocionalmente, pero no aportó nada cardinalmente nuevo; se mantienen vigentes los problemas planteados más de un año atrás cuando cerraron las galerías: la ausencia de un mercado (tanto de clientes como de promotores), la falta de deseos de los creadores de consolidarse para presentar el arte contemporáneo en el mercado internacional. En su intervención, Teresa Mávika señaló que la Bienal de Venecia ilustró perfectamente la situación del arte ruso en el mundo: un proyecto interesante que convoca a muchos interesados, pero la mayoría de ellos son rusos. Una especie de fiesta a puertas cerradas, pero no para realizar una presentación del país.
También sonaron las habituales intervenciones sobre la insuficiencia del financiamiento estatal de los artistas y las instituciones relacionadas con el arte contemporáneo. La intervención de Vasili Tsereteli causó la mejor de las impresiones, cuando expresó su seguridad de que se entrevén algunas tendencias positivas: se celebran exposiciones de esta índole y se incrementa el financiamiento.
En determinado momento la discusión fue interrumpida por la emotiva intervención del pintor Andrei Vereschagin, quien se proclamó fundador del Sistematismo, una nueva tendencia en el arte. Expresó su profundo malestar con el hecho de que los miembros de la mesa redonda hablaban de problemas financieros en vez de conversar sobre arte. A lo cual Iosif Bakstein le respondió con una sonrisa paternal que dudaba mucho que los procesos creativos y la actividad expositiva fuese posible, tanto dentro del país como a nivel internacional, sin una solución adecuada a estos problemas.
fs/as/er

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