MÉXXICO
Foto: apestan.com
FEMSA, vale precisarlo, es la más grande
embotelladora de Coca Cola en América Latina y la segunda a nivel
mundial, por lo que para nada resulta casual que lo que iniciara hacia
1977, en la ciudad de Monterrey, como una propuesta de FEMSA para
promover sus productos de la Cervecería Cuauhtémoc, haya vivido un auge
en su expansión durante el sexenio del presidente Vicente Fox
(2000-2006) –quien fuera en los años noventas ejecutivo de la Coca Cola–
hasta convertirse actualmente en una plaga que destroza sin piedad las
modestas tiendas de abarrotes que durante años han sido el sustento de
un sinnúmero de familias mexicanas. No es un fenómeno nuevo. Baste
apuntar tan sólo que las tradicionales farmacias en México, en tanto
negocio familiar, fueron desplazadas por las grandes cadenas del giro.
(¿Será coincidencia que FEMSA haya adquirido el 75 % en la cadena de
farmacias YZA, a través de su división de Comercio, la misma que
controla los OXXO?).
“Cada
ocho horas inauguramos una nueva tienda OXXO en el país. […]. Pero
nuestro objetivo es abrir una cada dos horas, 12 por día”. Maximilian
Zimmermann, gerente de Relación con Inversionistas de FEMSA.
Pero volvamos a estos últimos. Bajo el amparo del
libre comercio y de un sistema laboral que pomposamente denomina “Líder
Comisionista Mercantil” a quien no es más que el simple administrador
de la tienda, los OXXO maximizan sus ganancias sin que parezca
importarles el costo social de su desarrollo. Cada vez que se abre un
OXXO, el cual apenas si da empleo a una seis personas (el líder, dos
encargados de turno y tres ayudantes de tienda), es sólo cuestión de
tiempo para que decenas de familias tengan que cerrar las modestas
tienditas de abarrotes cercanas al mismo con que se ganaban el sustento y
convertirse en un número más de las estadísticas del desempleo y el
ambulantaje, cuando no de la inseguridad. A menos que, y siguiendo el
precepto de que “si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”, el
otrora dueño de una de las tantas abarroteras fagocitadas por el OXXO de
turno, decida trabajar junto con su familia para el causante de su
desgracia.
Pero no vaya a creerse que con esta decisión
el “Líder Comisionista Mercantil” asciende junto a los suyos su familia
al Nirvana de los Negocios. Aunque por reglamento debe recibir el 3 %
de comisión de las ventas (que pueden llegar a ser de seiscientos
cincuenta mil pesos al mes), también por reglamento se hace cargo de los
gastos que se generen en materia de salario y, por supuesto, del pago
de impuestos, además de los descuentos que resulten de los faltantes
encontrados en los inventarios quincenales que se les realizan, lo que
viene a demostrar que los únicos que realmente se benefician con la
proliferación de los OXXO son los dueños de FEMSA, ni siquiera los
clientes, quienes encontraban los mismos productos a precios más baratos
en la tiendita del barrio.
No se trata satanizar a los
OXXO –a los que se les pueden reconocer valores agregados en beneficio
del cliente que “las tienditas de la esquina” no han podido o sabido
asumir–, sino de resaltar lo desigual y salvaje de una competencia que
los lleva a imperar en un mercado cuyo único regulador es la ganancia,
lo que con el tiempo podría conducir a una situación de control
monopólico que devendría en perjudicial para ese mismo consumidor que
hoy se beneficia con la proliferación de estos establecimientos . A la
fecha los OXXO ocupan el 73 % de todo el mercado de las tiendas de
conveniencia y van por más: aspiran llegar a las doce mil tiendas para
2014. Es por ello que no parece mal momento para retomar la idea que
hacia fines de su mandato propusiera el presidente Felipe Calderón de
cambiar el nombre del país de Estados Unidos Mexicanos a tan sólo
México, si bien, para que verdaderamente se corresponda con el futuro
que se avecina, lo más lógico sería llamarlo de una vez por todas
MÉXXICO.
we/kg/er
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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