miércoles, 25 de junio de 2014

Cultivos transgénicos, Monsanto y el Tratado de Libre Comercio e Inversiones

martes, 24 de junio de 2014

Cultivos transgénicos, Monsanto y el Tratado de Libre Comercio e Inversiones

Desde hace miles de años, los campesinos del mundo han trabajado la tierra para alimentar a la sociedad, seleccionando las semillas de las mejores plantas para continuar reproduciéndolas. Hace poco más de 50 años, los empresarios industriales se dieron cuenta de que la agricultura podía producir algo más que alimentos; podía producir riqueza. Con la finalidad de que los cultivos crecieran más rápidamente y dieran cosechas más abundantes, se inventaron y desarrollaron los insumos químicos.


Esta nueva agricultura, basada en cultivos de alto rendimiento pero excesivamente dependientes de agua, fertilizantes y agrovenenos artificiales (insecticidas, fungicidas, ...), fue conocida como La Revolución Verde porque iba a eliminar el hambre en el mundo. Hoy sabemos que el uso de insumos químicos no eliminó el hambre en el mundo, así como tampoco la pobreza de los campesinos, pero sí enriqueció muchísimo a las empresas que producen y venden estos productos.
Hibridación o cruzamiento: Significa cruzar dos “razas” o variedades de plantas o animales. La hibridación de los cultivos no es una técnica tradicional. El gran problema de usar semillas “híbridas” es que no se pueden volver a sembrar siempre. En efecto, las semillas híbridas pierden sus características después de una o varias generaciones. Estas semillas producen más pero, generalmente, necesitan bastantes insumos químicos para lograrlo.
Con los “híbridos”, el campesino empieza a perder su autonomía ya que tiene que comprar las semillas, no puede reproducirlas él mismo. También empieza a disminuir la diversidad, debido a que hay relativamente pocas variedades de semillas.
En la India, antes de la Revolución Verde, existían más de 50 000 variedades de arroz adaptadas a las condiciones y los gustos locales y, por lo tanto, resistentes a las adversidades (plagas, sequías, enfermedades…) Hoy quedan menos de 17 000 variedades.
Organismos Genéticamente Modificados o Transgénicos: son organismos creados artificialmente en laboratorio al introducir genes de una especie en otras, obteniendo seres vivos que no existirían de forma natural. Su aplicación en la agricultura consiste en crear cultivos que presenten alguna característica de resistencia frente a herbicidas o a determinadas plagas. Sin embargo, en la práctica, no solo no han contribuido al desarrollo campesino sino que, por el contrario, su efecto está siendo nefasto.

Producen contaminación genética: los caracteres transgénicos contaminan otros cultivos tradicionales o ecológicos destruyendo la agricultura familiar. La coexistencia no es posible

Amenazan nuestra salud: el glifosato, herbicida asociado a los cultivos transgénicos, está provocando la aparición de nuevas alergias y resistencia a antibióticos; varios estudios demuestran problemas de fertilidad, así como toxicidad en riñón e hígado.

Deterioran el medio ambiente y la fauna silvestre, agravando el problema del hambre: Más del 80% de los cultivos transgénicos son tolerantes a herbicidas, por lo que se incremente su uso; el resto son plantas con propiedades insecticidas que afectan a la fauna beneficiosa. El mercado de los transgénicos está controlado por unas pocas empresas, ( Monsanto, Syngenta, Aventis, Bayer CropScience Dow AgroScience, BASF. PHI, DuPont...) que venden las semillas y el producto químico asociado, quedando así sujetos a patente. Esto significa que nadie tiene derecho a volver a sembrar las semillas, siempre hay que comprarlas de nuevo, con lo que pasan a ser propiedad privada de algunos en vez de ser un bien común de las comunidades campesinas. El más conocido es el caso de la empresa Monsanto, productora de semillas transgénicas y no transgénicas y del herbicida conocido como Round-Up o glifosato. Estas patentes privan a los agricultores del derecho a utilizar, intercambiar y desarrollar libremente las semillas, derecho fundamental para garantizar la biodiversidad agrícola y la soberanía alimentaria.

Entretanto, el Congreso de EEUU y el presidente Obama, han aprobado la Ley HR933 (Monsanto Protection Act) que niega autoridad a la Cortes Federales para cesar la plantación y venta de cosechas transgénicas. . De hecho, las empresas agrolimentarias son algunas de las principales las impulsoras del TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones).
Este acuerdo, que va a firmarse, ente la UE y EEUU, tiene como objetivo eliminar las barreras comerciales entre ambos bloques (suprimir aranceles, normativa innecesaria, restricciones a la inversión, etc.) y simplificar la compraventa de bienes y servicios entre estos dos espacios.

El enfoque de la Comisión Europea al negociar las normas de seguridad alimentaria encajarían perfectamente con los continuos intentos por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) de descafeinar el sistema regulador de la UE para los Organismos Modificados Genéticamente al nivel de los EE UU – donde los alimentos transgénicos no requieren una supervisión, pruebas de seguridad o etiquetado.
Precisamente, una de las voces de alarma sobre los cambios regulatorios que puede suponer el tratado se refiere a la hora de amoldarse a los criterios de consumo de EEUU, como la eliminación del principio de precaución. En la UE, esta norma permite que pueda procederse a la retirada de un producto si se considera que existe peligro para la salud humana, animal o vegetal aunque los estudios científicos no aporten una determinación completa del riesgo, mientras que en USA son la Administración o las asociaciones quienes deben probar que existe ese riesgo.

Otro de los puntos preocupantes es el mecanismo que utiliza el TTIP para la resolución de controversias inversor- Estado, que permite a los inversores acudir directamente a los llamado Tribunales Internacionales de Arbitraje, a menudo formados por abogados de las mismas empresas, por ejemplo, la Cámara de Comercio Internacional.
Incluye el lucro cesante, es decir, los beneficios que el inversor calcula que dejará de obtener, asimismo, se podrían eliminar las prohibiciones relacionadas con el fracking logradas por los movimientos sociales.

el TTIP amenaza importantes aspectos de los principios y protecciones existentes en salud pública como el acceso a los medicamentos esenciales, que pueden quedar sujetos a patente por la Ley de Propiedad Intelectual

La aplicación de este tratado supondrá la pérdida de derechos laborales, el beneficio será para las grandes multinacionales porque se utilizará para eliminar regulaciones sociales, ambientales y laborales. Según la Comisión Europea, las barrera más importantes no son los aranceles que se pagan en las aduanas sino los obstáculos tras las fronteras, tales como las diferentes normas de seguridad. EEUU se niega a ratificar normas y convenciones de la OIT sobre el derecho a la sindicación, la negociación colectiva y el derecho de huelga. Mientras tanto, la Comisión Europea acelera los ataques a las políticas salariales exigiendo normas más “flexibles”.

La firma de este tratado supondría el control total de las multinacionales sobre todos los aspectos de nuestras vidas y la pérdida absoluta de los derechos que se conquistaron con la movilización social, con el agravante de que frente a cualquier reivindicación podría esgrimirse el argumento de que “viene impuesto desde Europa”. Una vez más comprobamos que nuestras vidas no tienen ninguna importancia frente a los beneficios económicos de los de siempre.

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