El
2 de septiembre de 1960, el Comandante Fidel Castro Ruz pronunció,
desde la Plaza de la Revolución en Cuba, la Primera Declaración de La
Habana, documento que condenaba las atrocidades y crímenes del
imperialismo yanqui y proclamaba el derecho de los oprimidos de alcanzar
reivindicaciones económicas, políticas y sociales, y de decidir sus
propios destinos; este escrito retoma el latinoamericanismo liberador de
José Martí y Benito Juárez, y ratifica la amistad y solidaridad de Cuba
con todos los pueblos del mundo.
Este
pronunciamiento surgió en respuesta a la Declaración de San José,
acordada en una reunión en Costa Rica por la Organización de Estados
Americanos (OEA), en la que algunos países latinoamericanos exponían el
“peligro” que la Cuba revolucionaria representaría para el hemisferio.
Por esta razón el Canciller Raúl Roa García denunció los ataques,
falacias y maniobras de Estados Unidos (EEUU) y sus cómplices contra la
isla caribeña.
Como réplica a la
declaración de la OEA y en apoyo a la revolución, el pueblo cubano
-representado por más de un millón de personas- se reunió en la Plaza de
la Revolución en La Habana, para manifestar su apoyo al gobierno
revolucionario de Castro, y para aprobar de forma unánime lo pronunciado
en la declaración leída por el Comandante.
El
documento proclamaba el derecho de los pueblos a hacer revolución y a
suprimir la explotación del hombre por el hombre. Del mismo modo,
condenaba enérgicamente el intervencionismo criminal que EEUU había
ejercido hasta el momento en Latinoamérica y rechazaba el intento de
extender su dominio en América.
También
declaraba que la ayuda espontáneamente ofrecida por la Unión Soviética a
Cuba no podría ser considerada como un acto de intromisión, sino de
solidaridad; reafirmaba su propósito de establecer relaciones
diplomáticas con todos los países socialistas y aseguraba que la
democracia no era compatible con la oligarquía financiera.
El
pueblo cubano reunido en asamblea ratificó “ante América Latina y ante
el mundo, un compromiso histórico con su dilema irrenunciable: ¡Patria o
Muerte!”. Este fue un hecho sin precedentes en la historia de Cuba y de
América, que surgió como grito de rebeldía y combate, y en el cual se
denunció públicamente la injerencia imperialista y se proclamó el
derecho de los pueblos del continente a su liberación.
Hoy, a 55 años del pronunciamiento y la aprobación de aquel texto, aún se mantienen vigentes sus elementos esenciales.
Con el Mazo Dando
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