miércoles, 2 de septiembre de 2015

¿Por qué es fascista el contexto social español?

Una explicación necesaria a los crecientes ataques de neonazis.

Con toda seguridad usted habrá tenido referencias de esta noticia por los medios de comunicación o por las redes sociales donde su repercusión fue amplia. En la madrugada del viernes 28 de agosto” tres neonazis asaltaron a un menor en el portal de su casa”, en el barrio Arangoiti de Bilbao. La  superioridad numérica permitió a los agresores grabar a cuchillo en su brazo una esvástica con el número “88”, que en argot neonazi significa “Heil Hitler”.
La noticia circuló como cualquier denuncia de un hecho repugnante e intolerable, o como mera expresión formal de condena.
“Ni las fiestas ni ningún otro sitio pueden ser espacios de impunidad donde algunos grupos o individuos imponen la violencia”- manifestó al respecto Francisco Samir Lahdou, portavoz de Ganemos en Bilbao.
Sin embargo, en ninguno de los medio donde encontramos la noticia se añadía siquiera una pequeña frase para tratar de contextualizar políticamente el ataque.
La práctica fascista de la violencia como acto político.
El fascismo no es simplemente el partido de esa ideología ni el sujeto que milita o simpatiza con su “causa”. Es el contexto fascista el que no se puede perder de vista. Recordemos que son más los fascistas potenciales que los activos que militan, se manifiestan y agreden.
El ataque se ha producido en un barrio en el que ya han aparecido numerosas pancartas ultraderechistas. Y donde incluso, el año pasado, varios activistas neonazis agredieron por la espalda a un militante antifascista “reventándole la parte exterior de un ojo”- según la denuncia del colectivo Sare Antifaxista.
No es un secreto para nadie que en períodos de  crisis social y económica se agudizan las contradicciones sociales, haciendo que el poder del Estado se ejerza con mayor rigor y se potencien en esas circunstancias las formas del poder autoritario para resolver problemas. No obstante, y aunque una crisis económica aguda pueda conducir tanto a la liberación social, a la “indefensión”, como la barbarie irracional fascista, lo cierto es que esta aparente contradicción no se explica solamente por razones puramente económicas.
En el caso que nos ocupa, el origen de esa irracionalidad (fascista) se encuentra en la implantación de la neurosis colectiva por medio de la “ideología” dominante en el sujeto [1]. La neurosis individual resultante de la neurosis colectiva se constituye en uno de los instrumentos ideológicos que utilizan los grupos económicamente poderosos para estructurar una determinada modalidad cognitiva-conductual en las personas. La neurosis es producto de la irracionalidad real de la vida  históricamente condicionada.
Lo irracional que se implanta a través de la maquinaria ideológica, herramienta y estrategia principal de los elementos corporativos para sostener y perpetuar su hegemonía, vía implantación de parámetros irracionales, tiene que ver con cuestiones externas, ajenas a lo que se sabe y se cree.
A ello también contribuyen diversas herramientas condicionadoras, con una orientación y una estructura dispuestas para tratar de condicionar a los individuos a aceptar un sistema injusto de relaciones de explotación y competencia. Ahí se encuentran las  instituciones educativas, las religiosas, los medios de comunicación, la estructura política del Estado y la célula fundamental de la sociedad capitalista: la familia burguesa y su matrimonio.
Porque la cuestión del fascismo debe entenderse dentro del ámbito, no del ejercicio del poder político, sino de la familia y la forma en la que en ella se se socializa y educa a los niños y niñas.
De este modo lo resume el psicólogo costarricense Ignacio Dobles Oropeza:
La “célula germinal central” del fascismo sería la familia patriarcal, en que se reprime sexualmente a los niños y a las mujeres, y en la que se educa en la obediencia. Esto lleva a una idealización de la madre, asexuada, que es retomada con fuerza por el nazismo. La madre es la patria (“La patria es la madre de la vida, no lo olvides jamás”, sentencia Goebbels.), la familia, la nación, y en la ideología fascista, en que este elemento nacionalista juega un papel fundamental, se elevan a rango supremo valores que tienen que ver con el ideal de “honor” intrínseco a esta concepción idealizada de la familia”.
Como es evidente, en nuestro entorno, con su historia y en las presentes circunstancias que se viven en España en 2015, el contexto es nítidamente fascista y, desde un punto de psicológico, neurótico e irracional.
[1] Neurosis: Trastornos producidos por un aprendizaje anormal sobre cierta predisposición constitucional, desarrollados en la interacción del individuo con el medio. Este aprendizaje determina en forma inconsciente la apreciación de las situaciones y la conducta del enfermo. De manera que, aunque no se produce la deformación grosera de la realidad propia de las psicosis, si falta una regulación objetiva, lo que motiva alteraciones discretas en la autoevaluación de la persona y en la evaluación de sus relaciones con los demás. Los síntomas, caracterizados por la ansiedad, fobias, alteraciones somáticas y de conciencia, etc., están inconscientemente relacionados con los mecanismos de huida, búsqueda de apoyo y reafirmación propios de la inseguridad que se encuentra en el núcleo de estas alteraciones, las que, al producir ventajas secundarias, contribuyen a su cronicidad a pesar del sufrimiento que traen aparejado.
http://canarias-semanal.org/not/16731/-por-que-es-fascista-el-contexto-social-espanol-/

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