El triunfo de WikiLeaks
- 10 noviembre, 2016
Trump ha ganado a la sádica Clinton. Contra todo el mundo, desde los medios de propaganda (antes llamados de comunicación) al propio sistema, incluido su propio partido. Pero si hay que preguntarse de quién es la victoria, es claramente de WikiLeaks.
Gracias a WikiLeaks se ha conocido toda la mierda que ocultaba la
“progre” Clinton, esa por la que han babeado todos los wahabíes
seculares (antes llamados progres), por la que han apostado todos los
psicópatas del mundo. WikiLeaks ha venido publicando la friolera de 58.375 correos electrónicos de la mano derecha de la sádica,
John Podesta. Este personaje ha sido quien ha salido a dar la cara por
el Partido Demócrata al constatarse la derrota. Este personaje, otro
chulo de feria y tan peligroso como la sádica, tuvo la desfachatez de
hacerse una foto en la que se le veía comiendo langosta, la subió a
twitter con el siguiente comentario: “a buen seguro que Assange no está
comiendo ésto”. Este personaje estaba bien seguro del triunfo, como la
Clinton, como los medios de propaganda y como el propio sistema.
Gracias a WikiLeaks se ha sabido que la Fundación Clinton se ha lucrado con el dinero que la gente de buena fe y poca cabeza ha enviado a Haití para hacer frente a terremotos y hambrunas. Gracias a WikiLeaks se ha sabido que la Fundación Clinton ha recibido durante años dinero de Arabia Saudita y de Qatar, por ejemplo, dinero que también han aportado estos dos países, donde tanto se respetan los derechos de las mujeres, a la candidatura de Clinton. Porque Clinton ha sido la principal representante de la industria armamentística estadounidense y la principal impulsora de guerras y más guerras. La sádica Clinton rió al conocer el asesinato de Gadafi, por recordar algo reciente. O fue vital para que EEUU haya vendido armas a estos dos países por valor de 80.000 millones de dólares, muchas de las cuales está utilizando la “contra” en Siria.
Gracias a WikiLeaks se ha sabido que Clinton ha beneficiado durante toda su trayectoria a Goldman Sachs.
Gracias a WikiLeaks se ha conocido que Clinton es una obsesa de la guerra. No sólo con Rusia y China, a quien ha amenazado en público y en privado durante toda la campaña electoral, sino con cualquier otro país que no se pliegue a los EEUU, la “nación indispensable” para el mundo como ha venido repitiendo hasta la extenuación. Clinton se oponía, por ejemplo, al acuerdo con Irán y sólo lo aceptó a última hora.
Gracias a WikiLeaks se ha conocido la estrecha relación entre la CNN o el Huffinton Post, por ejemplo, y los Clinton. Gracias a WikiLeaks se ha conocido el desprecio que Clinton siente por su contrincante en el Partido Demócrata, Bernie Sanders, quien finalmente se doblegó y apoyó su candidatura. No obstante, como era previsible, muchos de sus seguidores no han votado por Clinton en estas elecciones.
Ecuador cortó la conexión a internet de Julián Assange, asilado en su embajada en Londres desde hace cuatro años, cuando en esos correos se mencionó el vínculo entre Clinton y Goldman Sachs. Se dijo que fue para que no interfiriese en las elecciones de EEUU. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, es un firme defensor de Clinton. Lo menos que debería hacer sería disculparse con Assange, algo que conociendo la soberbia del personaje (Correa) no hará jamás.
WikiLeaks ha sido objeto durante meses de una enorme presión por parte de enemigos y supuestos amigos para que detuviese la publicación de los correos electrónicos de la mano derecha de Clinton porque eso iba a perjudicar la campaña, como así ha sido.
WikiLeaks ha dado una lección al mundo sobre el derecho a recibir y difundir información veraz. Eso, entre otros muchos factores, es lo que ha hundido a Clinton. Mientras que en el resto del mundo apenas nadie se ha hecho eco de las denuncias de WikiLeaks, en EEUU se ha seguido con minuciosidad el contenido de esos 58.375 correos electrónicos, aunque tampoco hayan sido los medios de propaganda quienes se hayan hecho eco de ellos y si lo han hecho ha sido porque Trump sí los ha usado en su crítica a Clinton.
La importancia de esos 58.375 correos electrónicos, política, diplomática, histórica y hasta ética no es cuestionable. Se puede decir que WikiLeaks no ha publicado nada de Donald Trump. Tal vez no lo tenga. O tal vez haya actuado en venganza por el trato inhumano y degradante que desde hace años se está proporcionando a una de sus supuestas fuentes, Chelsea Manning.
Manning fue acusada de filtrar a WikiLeaks miles de documentos sobre las guerras de Afganistán e Irak. WikiLeaks se dio a conocer con la difusión de este vídeo, donde se refleja el comportamiento “humanitario”, civilizado y democrático del ejército de EEUU en Irak. Y como en este país, en todos.
Chelsea Manning está encarcelada desde 2010, tiene una condena de 35 años y está en condiciones de aislamiento absoluto. En dos ocasiones se ha intentado suicidar. El gobierno de Obama, demócrata, ha sido absolutamente insensible ante esta situación.
Ayer, el mismo día de las votaciones en EEUU, Julián Assange publicó una carta pública en la que decía que WikiLeaks se ha comportado con honestidad, publicando lo que tiene y habiendo visto su importancia. Y dice que su comportamiento es absolutamente distinto del que tuvo The New York Times (otro de los valedores de Clinton) cuando “ocultó pruebas de vigilancia masiva ilegal a la población de EEUU durante un año, hasta después que se hubieron celebrado las eleciones del 2004, negando la responsabilidad de George W, Bush en esa vigilancia, lo que probablemente aseguró su reelección”.
Assange dice que “en los EEUU de hoy hay reminiscencias claras de las tácticas del senador McCarthy contra el “peligro rojo” (la persecución a los comunistas de los años 50-60), como en ocasiones se ha hecho con el rival (Sanders) de Clinton, con falsedades obvias, señalando fuentes no identificadas o declaraciones especulativas y vagas de la comunidad de inteligencia para sugerir una alianza nefasta con Rusia”.
Assange tiene razón. WikiLeaks ha ayudado a parar todo esto y a una psicópata y sádica como Clinton. No tengo ni idea de lo que va a deparar la presidencia de Trump, pero sí tengo claro que se ha parado, o debilitado mucho, el belicismo en el que se había embarcado EEUU y que amenazaba de forma clara con una guerra al mundo entero. Aún queda mucho hasta la toma de posesión y puede pasar de todo mientras tanto. También después, pero me da en la nariz que con Trump habrá menos riesgos. Si cumple lo que ha dicho en la campaña, habrá una cierta relajación en las relaciones con Rusia -en menor medida con China- y tal vez los europeos nos libremos del Tratado de Libre Comercio (TTIP) que quería imponer a toda costa Obama (y Clinton). Veremos si me tengo que comer estas palabras o no.
El Lince
Gracias a WikiLeaks se ha sabido que la Fundación Clinton se ha lucrado con el dinero que la gente de buena fe y poca cabeza ha enviado a Haití para hacer frente a terremotos y hambrunas. Gracias a WikiLeaks se ha sabido que la Fundación Clinton ha recibido durante años dinero de Arabia Saudita y de Qatar, por ejemplo, dinero que también han aportado estos dos países, donde tanto se respetan los derechos de las mujeres, a la candidatura de Clinton. Porque Clinton ha sido la principal representante de la industria armamentística estadounidense y la principal impulsora de guerras y más guerras. La sádica Clinton rió al conocer el asesinato de Gadafi, por recordar algo reciente. O fue vital para que EEUU haya vendido armas a estos dos países por valor de 80.000 millones de dólares, muchas de las cuales está utilizando la “contra” en Siria.
Gracias a WikiLeaks se ha sabido que Clinton ha beneficiado durante toda su trayectoria a Goldman Sachs.
Gracias a WikiLeaks se ha conocido que Clinton es una obsesa de la guerra. No sólo con Rusia y China, a quien ha amenazado en público y en privado durante toda la campaña electoral, sino con cualquier otro país que no se pliegue a los EEUU, la “nación indispensable” para el mundo como ha venido repitiendo hasta la extenuación. Clinton se oponía, por ejemplo, al acuerdo con Irán y sólo lo aceptó a última hora.
Gracias a WikiLeaks se ha conocido la estrecha relación entre la CNN o el Huffinton Post, por ejemplo, y los Clinton. Gracias a WikiLeaks se ha conocido el desprecio que Clinton siente por su contrincante en el Partido Demócrata, Bernie Sanders, quien finalmente se doblegó y apoyó su candidatura. No obstante, como era previsible, muchos de sus seguidores no han votado por Clinton en estas elecciones.
Ecuador cortó la conexión a internet de Julián Assange, asilado en su embajada en Londres desde hace cuatro años, cuando en esos correos se mencionó el vínculo entre Clinton y Goldman Sachs. Se dijo que fue para que no interfiriese en las elecciones de EEUU. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, es un firme defensor de Clinton. Lo menos que debería hacer sería disculparse con Assange, algo que conociendo la soberbia del personaje (Correa) no hará jamás.
WikiLeaks ha sido objeto durante meses de una enorme presión por parte de enemigos y supuestos amigos para que detuviese la publicación de los correos electrónicos de la mano derecha de Clinton porque eso iba a perjudicar la campaña, como así ha sido.
WikiLeaks ha dado una lección al mundo sobre el derecho a recibir y difundir información veraz. Eso, entre otros muchos factores, es lo que ha hundido a Clinton. Mientras que en el resto del mundo apenas nadie se ha hecho eco de las denuncias de WikiLeaks, en EEUU se ha seguido con minuciosidad el contenido de esos 58.375 correos electrónicos, aunque tampoco hayan sido los medios de propaganda quienes se hayan hecho eco de ellos y si lo han hecho ha sido porque Trump sí los ha usado en su crítica a Clinton.
La importancia de esos 58.375 correos electrónicos, política, diplomática, histórica y hasta ética no es cuestionable. Se puede decir que WikiLeaks no ha publicado nada de Donald Trump. Tal vez no lo tenga. O tal vez haya actuado en venganza por el trato inhumano y degradante que desde hace años se está proporcionando a una de sus supuestas fuentes, Chelsea Manning.
Manning fue acusada de filtrar a WikiLeaks miles de documentos sobre las guerras de Afganistán e Irak. WikiLeaks se dio a conocer con la difusión de este vídeo, donde se refleja el comportamiento “humanitario”, civilizado y democrático del ejército de EEUU en Irak. Y como en este país, en todos.
Chelsea Manning está encarcelada desde 2010, tiene una condena de 35 años y está en condiciones de aislamiento absoluto. En dos ocasiones se ha intentado suicidar. El gobierno de Obama, demócrata, ha sido absolutamente insensible ante esta situación.
Ayer, el mismo día de las votaciones en EEUU, Julián Assange publicó una carta pública en la que decía que WikiLeaks se ha comportado con honestidad, publicando lo que tiene y habiendo visto su importancia. Y dice que su comportamiento es absolutamente distinto del que tuvo The New York Times (otro de los valedores de Clinton) cuando “ocultó pruebas de vigilancia masiva ilegal a la población de EEUU durante un año, hasta después que se hubieron celebrado las eleciones del 2004, negando la responsabilidad de George W, Bush en esa vigilancia, lo que probablemente aseguró su reelección”.
Assange dice que “en los EEUU de hoy hay reminiscencias claras de las tácticas del senador McCarthy contra el “peligro rojo” (la persecución a los comunistas de los años 50-60), como en ocasiones se ha hecho con el rival (Sanders) de Clinton, con falsedades obvias, señalando fuentes no identificadas o declaraciones especulativas y vagas de la comunidad de inteligencia para sugerir una alianza nefasta con Rusia”.
Assange tiene razón. WikiLeaks ha ayudado a parar todo esto y a una psicópata y sádica como Clinton. No tengo ni idea de lo que va a deparar la presidencia de Trump, pero sí tengo claro que se ha parado, o debilitado mucho, el belicismo en el que se había embarcado EEUU y que amenazaba de forma clara con una guerra al mundo entero. Aún queda mucho hasta la toma de posesión y puede pasar de todo mientras tanto. También después, pero me da en la nariz que con Trump habrá menos riesgos. Si cumple lo que ha dicho en la campaña, habrá una cierta relajación en las relaciones con Rusia -en menor medida con China- y tal vez los europeos nos libremos del Tratado de Libre Comercio (TTIP) que quería imponer a toda costa Obama (y Clinton). Veremos si me tengo que comer estas palabras o no.
El Lince
No hay comentarios.:
Publicar un comentario