sábado, 12 de agosto de 2017

Cómo eran los jóvenes del 68


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Cómo eran los jóvenes del 68

 

 

 

Nacional

SEGUNDA PARTE
68 explicado a los jóvenes
A mis alumnos les interesaba saber más sobre la juventud de entonces, de modo que abundé sobre esa materia.
—Los estudiantes de aquella época no estaban tan politizados, como se piensa. Eran “chicos fresa” como ustedes, es decir, “hijos de papá”. Es verdad que, en la UNAM, sobre todo, habían proliferado grupos de izquierda (comunistas, trotskistas, maoístas, etc.), que eran pequeños —aunque ruidosos—. Las grandes masas de estudiantes poco sabían de política, de modo que el estallido de la protesta estudiantil de 1968 fue como un rayo en cielo sereno, o como un balazo en catedral. 
En este punto intervino Estrada.
—Profe, ¿Qué lenguaje utilizaban? ¿Eran mal-hablados?
—Bueno, la palabra “güey” no estaba todavía en el repertorio de los jóvenes.
—Pero se dice que le entraban duro a la mariguana, ¿no es cierto?
—La mariguana comenzaba su carrera. Había quienes la fumaban, pero no era algo masivo.
—¿Ya existía la televisión? ¿No es cierto?
—Pues sí, la televisión existía desde mediados de la década anterior, pero no era tan “juvenil” como lo es ahora. La programación era más seria, estaba pensada para una audiencia principalmente de adultos. Lo que estaba de moda entre la juventud era el rock-and-roll, Elvis Presley, los Beatles, y comenzaban a tener mucho éxito los grupos rockeros mexicanos, como los Teen Tops, los Rebeldes del Rock, los Black Jeans.
—Y los chicos, ¿eran románticos? —preguntó Mónica.
—Vaya, no se contestar bien. Eran adolescentes a quienes les gustaban las chicas, como en todas las épocas. En la universidad se podía observar a las parejas paseando por el campus, como sucede ahora, supongo que los muchachos eran tan románticos como lo son actualmente.
—Pero entonces no había píldora —dijo Estrada.
—En efecto, los anticonceptivos comenzaban a comercializarse. Las relaciones amorosas eran, por lo mismo, muy auto-contenidas y pocas veces culminaban en el acto sexual. Se temía mucho al embarazo. En muchas familias de clase media existía la costumbre de que el novio pidiera permiso a los padres para visitar a su hija y, una vez que los padres accedían, se fijaba un día y una hora para que el novio visitara a la novia en casa de ésta. Cuando llegaba el día, los novios se reunían en la sala de la casa a platicar y a acariciarse, pero no estaban solos porque los padres de la novia designaban a otro miembro de la familia para que estuviera en la misma sala durante todo el tiempo que duraba la visita. Se esperaba que la presencia de este tercer personaje, al que se llamaba irónicamente “chaperón”, impediría que los novios se propasaran con las caricias. 
Estrada, que me observaba con concentrada atención, tomó la palabra para preguntarme:
—¿Qué leían los estudiantes de 1968?
—Bueno, en esos años, ya circulaba Cien Años de Soledad, pero se leía mucho a autores como Albert Camus, Jean Paul Sartre, Hermann Hesse, Curzio Malparte, y algunos mexicanos célebres como Octavio Paz y Carlos Fuentes. En 1968 estaba en su momento la llamada “literatura de la onda” en la cual sobresalía José Agustín. Aunque, para ser objetivos, debo decir que los estudiantes de 1968, como los de ahora, no eran grandes lectores. Lo que, en cambio seducía y arrastraba a esos jóvenes eran los deportes. En 1968 el futbol americano estaba entre los deportes preferidos,  los clásicos Poli-UNAM abarrotaban el estadio universitario y suscitaban entusiasmos perdurables, sin embargo, el soccer no se quedaba atrás: en realidad, la televisión lo convirtió en el deporte nacional. En la UNAM se practicaban todo tipo de deportes (había instalaciones adecuadas), no pocos de mis compañeros practicaban el atletismo.
—¿Y las mujeres, maestro? Preguntó Mónica.
—Buena pregunta. En esa época había menos mujeres en la universidad (calculo 80% de hombres frente a 20% de mujeres). Los hombres admitían con naturalidad su presencia. Comenzaba la minifalda, aunque la mayoría de las mujeres vestía ropas tradicionales, era raro ver a una mujer vestida con pantalones. El feminismo no era un movimiento importante, como lo sería después de 1968.  Los hombres, por su parte, eran muy convencionales, ya no se estilaban traje, corbata y sombrero como en los años 30, pero vestían de forma decorosa, no usaban jeans, como ahora, ni calzaban tenis, los más “rebeldes” se dejaban crecer el pelo, a veces hasta los hombros. La vida en la universidad era bastante solemne. Las relaciones maestro-alumno eran formales, el maestro era catedrático, su trabajo consistía en dictar cátedra, lo que significa que en la mayoría de los casos exponía, mientras los alumnos, en silencio, tomaban apresuradamente notas. Sólo por excepción se daban clases más abiertas. 
—¿Qué quiere decir usted cuando habla de que entre los alumnos había “rebeldes”? —Interrogó Eliseo.
Eso es muy importante. En realidad, en la sociedad de aquel tiempo existía una efervescencia juvenil que se expresaba en las pandillas de los barrios, en el auge del rock-and-roll, en la rebeldía simbólica que se expresaba en dejarse el pelo largo, etc. y en todas partes se hablaba de los “rebeldes sin causa”. Ese nombre provino de una película estadounidense del mismo nombre protagonizada por James Dean, que narraba las vicisitudes de un adolescente inadaptado que se enfrentaba a la incomprensión de sus padres y de los demás adultos.  El cine ya era, en esos años, un espectáculo poderoso: los jóvenes de 1968 vieron películas que ilustraban la rebeldía juvenil, aunque a veces de forma matizada, como en West Side Story, o pudieron ver films más politizados en los cuáles se exhibía la opresión colonial, como La batalla de Argel.  Por cierto, en el cine también se manifestó el autoritarismo oficial. Por ejemplo, había películas —como Los olvidados de Buñuel o como La sombra del caudillo cuya proyección fue prohibida por el gobierno (la primera exhibía la miseria del país y la segunda era una crítica a los caudillos de la revolución mexicana). Hubo autoritarismo en otros campos: el gobierno prohibió Los hijos de Sánchez, libro escrito por un antropólogo estadounidense que describía la vida de las vecindades pobres de la ciudad de México. La censura —y mucho la autocensura— actuaba en todos los medios de comunicación. Estaba prohibido hablar mal del régimen, criticar al Presidente, elogiar a los críticos del gobierno, opinar negativamente de las fuerzas armadas (regla que todavía hoy se mantiene) y, desde luego, poner en duda que en el país existía una auténtica democracia. Es cierto que hubo excepciones. Por ejemplo, se publicaba la revista Política que era un semanario de filiación izquierdista (fue suprimido antes de 1968).
Estrada, el más informado de mis alumnos, me interrumpió para hacer esta petición:
—Maestro, ¿qué influencia tuvo el movimiento estudiantil de Francia sobre el de México?
—Esto es sumamente importante. En 1968 hubo, en muchas partes del mundo, explosiones de protesta estudiantiles: en Estados Unidos, en Francia, en Uruguay, Inglaterra, etc. La más importante fue la de Francia, estalló en mayo y provocó una huelga general de trabajadores. Los estudiantes franceses hicieron una crítica radical a la universidad y a la cultura. Los sucesos de Francia tuvieron impacto significativo en México, sobre todo en el ala de humanidades de la UNAM. Olvidé remarcar esto antes: existía una cultura persecutoria contra los jóvenes “rebeldes”, es decir, contra los adolescentes con pelo largo que imitaban a James Dean, la policía hacía redadas, llegaban los agentes a los barrios populares, capturaban a los jóvenes melenudos y los remitían a la cárcel. ¿Motivo legal? Ninguno, eran “rebeldes”. Punto.
*Gilberto Guevara Niebla, líder del movimiento estudiantil del 68, vivió la cárcel y el exilio luego del dramático desenlace de la Plaza de las tres Culturas. Ahora es un estudioso de la educación y promotor de mejores prácticas de gobierno. Hoy se enfrenta a un reto pendiente: ¿cómo explicar a jóvenes que nacieron 20 o 30 años después del 68 mexicano el significado de aquel movimiento? Crónica presenta la segunda entrega de este esfuerzo intelectual. Espere los textos semanalmente. 


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