domingo, 23 de diciembre de 2012

¿Dónde quedaron López Obrador y la violencia?

¿Dónde quedaron López Obrador y la violencia?

Leo Zuckermann
Dos temas sobresalieron el sexenio pasado: el de López Obrador como el opositor más conspicuo al gobierno de Calderón y la violencia asociada con la guerra en contra del crimen organizado. Muy seguido los columnistas teníamos que escribir acerca de uno de estos dos asuntos. El nuevo sexenio de Peña Nieto lleva 17 días y me doy cuenta de que, hasta ahora, no he escrito ningún artículo sobre ellos. En su lugar he hablado sobre cómo el gobierno está poniendo en su lugar a Elba Esther Gordillo, de la diminuta propuesta de reforma energética o del posible aumento a los impuestos que viene. Nada sobre AMLO, nada sobre la violencia, como si de repente hubieran desaparecido. ¿Será?
En lo que toca a López Obrador, una búsqueda en Google de noticias relacionadas a este personaje arroja una nota donde el tabasqueño dice que no se retirará de la escena política y pide no claudicar; en otra asegura que el gobierno de Peña es un “neosalinato”. Un reporte más asegura que AMLO denunció el aumento al precio de las gasolinas. A Univisión le dijo que Peña había ganado la Presidencia a “billetazos”. El líder de Morena también tuvo una polémica por Twitter con el periodista Carlos Loret por los hechos vandálicos del primero de diciembre. Otra nota publica un tuit suyo donde critica el Pacto por México, considerándolo como totalitario porque coopta y borra a toda la oposición rematando con la palabra “guácala”. Finalmente aparecen los reportes de su discurso el mismo día de la toma de posesión de Peña, donde demandó la renuncia del secretario de Gobernación y el jefe de la Policía Federal por la presunta represión de manifestaciones que se llevaron a cabo ese día.
El conjunto de estas noticias no ofrecen nada nuevo. Es el viejo López Obrador hablando de los mismos temas de siempre. Después de tantos años de ser el centro de las atenciones mediáticas, el discurso del líder izquierdista está muy desgastado.
¿Quiere decir esto que López Obrador va a la baja y eventualmente desaparecerá del mapa político? De ninguna manera. El tabasqueño está esperando a que el gobierno lance sus dos principales reformas, para él cobrar fuerza como principal opositor. Me refiero, en primer lugar, a la reforma hacendaria que podría implicar un aumento de impuestos, algo que la izquierda lopezobradorista rechaza tajantemente como si fueran los mejores alumnos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. En segundo lugar está la reforma energética que promete abrir al capital privado una parte mínima de los negocios exclusivos de Pemex. Aunque esta propuesta sea diminuta, el lopezobradorismo la considera como una apostasía a su credo estatista. Apueste usted, en este sentido, que si Peña promueve ambas reformas el año que entra, López Obrador aparecerá en escena, quizás en versión “recargada”.
El otro tema que ha desaparecido estos días es el de la violencia asociada a la guerra en contra del crimen organizado. Es evidente que el presidente Peña le ha bajado el perfil a este asunto. El sólo hecho de que ya no sea el principal tema del discurso presidencial ha contribuido a que los medios pongan su mirada en otros asuntos.
¿Quiere decir esto que la violencia desapareció en el país? Veamos los números. Busqué el número de ejecuciones que reporta Reforma cada sábado. Para mi sorpresa, el último día que este periódico publicó su tradicional ejecutómetro sabatino fue el mismísimo día en que Peña tomó posesión como Presidente, es decir, el primero de diciembre (ese día reportó un total de nueve mil 158 en lo que iba del año con 225 ejecuciones durante la última semana). Desde entonces llevan dos semanas sin publicar nuevas cifras.
Busqué, entonces, a uno de los socios de la consultora Lantia, especializada en temas de seguridad, que desde hace mucho lleva su propio conteo de ejecuciones. Este es el reporte que amablemente me compartieron: en la segunda quincena de noviembre hubo 700 ejecuciones; en la primera de diciembre (hasta el día 14) se registraron 489, es decir, hubo una caída de 30% entre la primera quincena de Peña como Presidente y la última de Calderón. No obstante, de ninguna forma podemos afirmar que el problema de la violencia en México ya se resolvió. Estamos muy lejos de eso.
Por lo pronto, lo que sí se aprecia es que, a diferencia del sexenio pasado, los temas han cambiado. En el centro de la atención mediática ya no están ni López Obrador ni la violencia. Eso hay que apreciarlo porque a este país le urge hablar de otras cosas de su abultada agenda nacional.

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