martes, 16 de julio de 2013

Rusia, ¿objeto de colonización o gasolinera?

Rusia, ¿objeto de colonización o gasolinera?

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Antes de que los políticos comenzaran las vacaciones de verano, los socialistas alemanes y polacos compartieron con el mundo su visión de las relaciones con Rusia a corto y medio plazo. Las perspectivas que se abren ante los tres países parecen nefastas. Y sería difícil pronosticar cambios para bien.

En los círculos políticos alemanes existen serias discrepancias acerca de la línea que debería aplicarse respecto a Rusia. Grupos prorrusos están permanentemente enfrentados a quienes abogan por la cooperación transatlántica o, mejor dicho, la proestadounidense. El dilema principal es si las relaciones bilaterales han de basarse en la cooperación o en la confrontación. Por el momento, no se ha llegado a ninguna fórmula de compromiso al respecto y en Alemania se vive una situación bastante tensa.
Polonia percibe a Rusia exclusivamente a través del prisma histórico: la masacre de Katýn y el accidente aéreo que se llevó la vida del presidente Lech Kaczynski. En otras palabras, somos una gasolinera poco agradable, pero imprescindible a la hora de suministrar petróleo y gas. El tema provoca en Polonia tensiones, incluso agresión. Con no demasiado frecuencia, pero con bastante regularidad se dejan notar en los medios y en la sociedad polaca miedos ante la amenaza rusa.
Si en Polonia el frente antirruso es homogéneo, en Alemania la situación es bien distinta. Porque los círculos empresariales y los partidarios de la integración euroasiática siempre se han mostrado dispuestos a desarrollar una intensa cooperación. Sin embargo, se trata únicamente de la cooperación económica lo que ha propiciado la estabilidad de las relaciones bilaterales. Por otra parte, la actitud hacia los problemas geopolíticos como, por ejemplo, la situación en Siria defiere. Los países de la alianza transatlántica, en primer lugar EEUU y los aliados, llaman a unirse en contra de Rusia y a superarla en la lucha por el poderío mundial. Esta postura es compartida por una determinada parte de los políticos alemanes, entre ellos el actual jefe de la diplomacia alemana Quido Westerwelle. Al igual que su homólogo polaco Radosław Sikorski se inclina por la cooperación transatlántica, es decir, por la confrontación con Moscú y por las críticas a Rusia.
Dada la necesidad de llegar a una fórmula de compromiso en las relaciones con Rusia, la Fundación Friedrich Ebert editó el pasado junio en cooperación con la parte rusa el estudio Alemania y Rusia en 2030. Guiones de las relaciones bilaterales. De acuerdo con los autores del informe, “las opiniones expuestas en la presente labor pueden diferir de las de la Fundación Friedrich Ebert y de otras instituciones”. La publicación se hizo bajo el patronato de los antiguos ministros de Exteriores de ambos países, entre ellos, Frank-Walter Steinmeier e Ígor Ivanov con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania, la Universidad Técnica Borís Yeltsin de los Urales (Ekaterimburgo) y la Universidad Europea Viadrina (Fráncfort del Óder). El grupo mixto de investigadores trazó cuatro guiones posibles del desarrollo de las relaciones bilaterales hasta 2030. Los autores, se subraya, “no pretenden predecir el futuro, sino que intentan emitir sus pronósticos”. El informe fue presentado de forma oficial el 26 de junio de 2013 en presencia de Frank-Walter Steinmeier en la sede berlinesa de la Fundación.
El pasado 5 de julio, en Varsovia, el Instituto Europeo dependiente del partido parlamentario Alianza de la Izquierda Democrática organizó una reunión titulada Política de la República de Polonia respecto a Rusia, estado actual y objetivos recomendados, en la que participó en líder del partido Leszek Miller. Para los socialistas polacos, las relaciones de su país con Rusia se reducen exclusivamente al sector de la energía. De esta forma Rusia es vista como un suministrador de hidrocarburos bastante difícil de tratar. Se expresa la opinión de que la única manera de “europeizar a Rusia” es aplicar una política europea común. Sin embargo, se pasa por alto el hecho de que Polonia infrinja la mencionada política, por usar por razones sociales el carbón y el lignito en calidad de fuente principal de energía. De acuerdo con Leszek Miller: “Es difícil discutir con nuestros colegas en cuanto a los giros usados. Lo más importante es que coincidamos en lo siguiente: Rusia no presenta peligro para Polonia”.
En términos generales, para los socialistas alemanes Rusia es un país de potencial colonización económica y para los polacos una gasolinera, un mero suministrador de gas y petróleo, al que no es fácil tomarle el pelo. Y el aumento de la influencia de Rusia en la región euroasiática molesta a ambos países en la realización de sus intereses nacionales.
Continuará...
ach/lj/sm

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