Estado militar o dictadura: los riesgos del Código de Justicia Militar y de Procedimientos Penales
Por: Cecilia Balderas
(09
de mayo, 2016. Revolución TRESPUNTOCERO).- Ya de madrugada, y a escasas
horas de que terminara el periodo ordinario de sesiones en el Congreso
de la Unión, el pasado viernes 29 de abril, el Senado de la República
aprobó modificaciones al Código de Justicia Militar y expidió el Código
Militar de Procedimientos Penales a pesar de que diversas voces
advertían que algunos de sus artículos podrían implicar violaciones a
los derechos humanos y otras calificaron ambos dictámenes como
inconstitucionales.
Ambos
códigos habían sido aprobados, apenas una semana antes, por la mayoría
de los integrantes de la Cámara de Diputados, entre acusaciones de
negociaciones en lo oscurito, marginar a varios partidos de oposición de
la discusión de modificaciones de último momento y de la celeridad con
que se trató el tema, incluso en el trabajo de las comisiones. Como en
otros temas escabrosos, entre los legisladores, lo de menos fue el
debate.
Un
día después de la aprobación de ambos textos en el Palacio Legislativo
de San Lázaro, se prendió la primer alarma, pues un diario de
circulación nacional publicó que la nueva legislación facultaba al
Ejército mexicano llevar a cabo cateos en instalaciones de dependencias
públicas, incluido el mismo Congreso de la Unión, disposición contraria a
lo señalado en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.
Sin
embargo, este señalamiento fue el único que en la opinión pública logró
hacer un poco de ruido, aunque es sólo la punta de una serie de
violaciones a derechos fundamentales consagrados en la Carta Magna y de
los que los mexicanos apenas comenzábamos a adueñarnos como el derecho
de acceso a la información.
Ley mordaza y violaciones a DD. HH.
En
el Congreso, el único en advertir sobre el tema, fue el senador del
Partido del Trabajo (PT), Marco Antonio Blásquez Salinas –primer
legislador identificado con la izquierda en ser electo por las entidades
de la frontera norte, pues es representante de Baja California- al
denunciar en tribuna que estas disposiciones atentan contra la libertad
de expresión.
“En
el esfuerzo por mantener la disciplina militar en el fuero de guerra,
esta ley termina por conculcar el derecho a la información de los
mexicanos. Sostengo que con este código, se viola la libertad de
expresión, ya que la presencia de las compañeras y compañeros
periodistas en las salas y audiencias de los procesos militares queda
supeditada al criterio discrecional del titular del órgano
jurisdiccional castrense. La discrecionalidad, lo sabemos, es la
antesala del abuso”, argumentó el legislador ante un pleno casi vacío en
donde había más asesores y secretarios particulares que senadores.
Blásquez
advirtió que, además, se expone a los periodistas a ser víctimas de
abusos por la pretensión de imponerles multas e incluso, arrestarlos por
el sólo hecho de cumplir con su labor informativa, lo que implica un
desconocimiento del derecho a la libertad de expresión.
El
legislador bajacaliforniano –que también es periodista- explicó que en
el cuarto párrafo del artículo 4 del Código Militar de Procedimientos
Penales señala que: “los periodistas y los medios de comunicación podrán
acceder al lugar en el que se desarrolle la audiencia en los casos y
condiciones que determine el órgano jurisdiccional militar, conforme a
lo dispuesto por la Constitución”; es decir, la posibilidad de reportear
o documentar un juicio militar, quedaría a contentillo de un integrante
de las Fuerzas Armadas.
En
el último párrafo del artículo 54 del mismo código, se establece que
“los periodistas y los medios de comunicación deberán abstenerse de
grabar y transmitir por cualquier medio la audiencia”, señaló el
senador, con lo que se vulnera el principio de máxima publicidad, una de
las características del Sistema Penal Acusatorio al que según
legisladores oficialistas se pretende adecuar el proceso militar.
Aunque
en un Estado de derecho –como se supone o nos quieren hacer creer que
es nuestro país- se privilegia que la sociedad esté enterada de la forma
en que se ventilan las causas penales y principalmente de que se haga
justicia con pleno respeto a los derechos humanos, la puesta en marcha
de estas nuevas disposiciones no es congruente con este precepto;
situación que resulta verdaderamente preocupante, dados los
señalamientos que de manera reiterada se han hecho en contra de las
Fuerzas Armadas en materia de uso excesivo de la fuerza, práctica de
tortura e incluso, como en el caso Tlatlaya, ejecuciones
extrajudiciales.
El
también presidente de la Comisión Especial de Seguimiento a las
Agresiones contra Periodistas y Medios de Comunicación del Senado, llamó
la atención respecto a la posibilidad que con esta ley se vulnere el
derecho de los informadores de abstenerse a revelar sus fuentes pues,
aunque en muchas ocasiones la secrecía de las mismas es la única forma
de obtener datos y es de suma importancia salvaguardarlas –aunque el
comunicador asuma el riesgo de quedar expuesto a represalias, ataques o
agresiones- las nuevas disposiciones podrían obligar a que sean
reveladas.
Blázquez
criticó que los periodistas no hayan sido integrados a la lista de
profesionales como abogados, visitadores de derechos humanos, médicos,
psicólogos, farmacéuticos y enfermeros a quienes el artículo 359 del
mismo ordenamiento garantiza el derecho de guardar secretos relacionados
con la materia de su competencia y que no podrán ser obligadas a
declarar.
“Si
dejamos que los jueces o tribunales militares, de manera discrecional,
decidan si dan acceso o no a los periodistas y además se encuentren
habilitados para imponer medidas de apremio que van desde multas hasta
arrestos, lo más probable es que las audiencias donde se acuse a
militares se lleven a cabo en absoluta secrecía; lograrán imponer la ley
mordaza dejando fuera de las salas de actuaciones a los medios de
comunicación y exponiendo a los periodistas a todo tipo de atropellos”,
advirtió el legislador y subrayó que no hay ninguna razón válida para
intentar reprimir a la prensa “más que el deseo de ocultar hechos
bochornosos que hemos conocido y seguramente se seguirán dando”.
Chuza en el Congreso
El
análisis, discusión y aprobación de las modificaciones al Código de
Justicia Militar y la expedición del Código Militar de Procedimientos
Penales fue lo que en el argot legislativo se conoce como una bola
rápida; es decir, los tiempos y procedimientos que debe seguir una
iniciativa para convertirse en dictamen y luego aprobarse en el Pleno,
fueron oportunamente “agilizados”.
El
diputado de Movimiento Ciudadano (MC), Víctor Manuel Sánchez Orozco
explicó que el análisis de ambos textos en comisiones fue fast track y
no fue sino hasta que el dictamen fue puesto a consideración de todos
los legisladores de la Cámara de Diputados, donde detectaron
irregularidades, lo que generó que partidos que votarían a favor de las
propuestas cambiaran el sentido de su posición y presentaran
modificaciones que, como generalmente pasa, ni siquiera fueron tomadas
en cuenta.
El
jueves 21 –día en que se discutió y aprobaron por mayorías las nuevas
normatividades- una reunión fuera de agenda generó mayor suspicacia
sobre el asunto.
Coordinadores
de varios grupos parlamentarios se reunieron “tras banderas” –una
pequeña sala ubicada a espaldas de la tribuna desde donde el presidente
de la Mesa Directiva conduce la sesión- para negociar la posibilidad de
hacer cambios al texto. Los representantes de Morena y MC, no fueron
requeridos.
Incluso,
se decretó un receso, para dar oportunidad de exponer las
irregularidades encontradas y plantear modificaciones, “pero parece ser
que unos grupos parlamentarios las vieron irreductibles y cerraron la
posibilidad a cambios”, dijo el legislador en entrevista con Revolución TRESPUNTOCERO.
El
diputado señaló que su grupo parlamentario detectó disposiciones
contrarias a preceptos de la legislación internacional y ratificados por
la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH); por ejemplo, que
cuando civiles se vean relacionados en algún asunto de índole criminal
que involucre a militares –ya sea como posible responsable o como
víctima- el hecho debe ser juzgado por una autoridad civil.
Sin
embargo, en el artículo 57, fracción II, del Código de Justicia
Militar, se contempla la posibilidad que si es un militar el probable
responsable de un delito cometido en contra de un civil, será juzgado
por las leyes militares, lo que implica desventajas para el agredido y
generar impunidad o encubrimiento.
“Hay
un asunto preocupante: la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
planteado que cuando haya una violación grave a derechos humanos en una
investigación militar, aunque sea entre militares, ese asunto no se debe
juzgar por ellos; por ejemplo, un caso de tortura que pudiera darse
entre militares, porque debe ser la autoridad civil la que realmente
investigue a fondo y el tema no termine en encubriendo el problema”,
abundó el legislador de Jalisco.
Sobre
las facultades que se otorgaron a la milicia para que cateé oficinas de
gobierno, incluidas las del propio Congreso, Sánchez argumentó que es
un riesgo que atenta contra la libertad del ejercicio de creación de
leyes -prerrogativa única del Poder Legislativo- y acto de
incongruencia, pues en lugar de fortalecer a ambas cámaras para que
puedan trabajar con la mayor libertad posible, se hizo lo contrario.
En
San Lázaro, se habló, incluso, de la posibilidad de interponer una
solicitud de revisión ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN), por considerar que diversas disposiciones de ambos ordenamientos
son inconstitucionales.
En
el Senado de la República, también se denunciaron las irregularidades
en el procedimiento jurídico para la aprobación del dictamen de las
Comisiones Unidas de Justicia, de Defensa Nacional, de Marina y de
Estudios Legislativos, pues en cuestión de horas se cubrieron los
trámites necesarios para ponerlo a discusión: el jueves por la mañana,
al inicio de la sesión se le dio la “primera lectura” y horas más tarde,
la mayoría de la asamblea dispensó la segunda.
El
senador Alejandro Encinas Rodríguez presentó un recurso denominado
“Moción suspensiva”, para solicitar que se prorrogara la discusión del
tema y que el dictamen fuera regresado a las comisiones, pues no se
habían cumplido las disposiciones señaladas en la Ley Orgánica del
Congreso ni en el Reglamento del Senado de la República.
El
legislador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) recordó que
dos días antes, el 26 de abril, la Mesa Directiva del Senado había
recibido de la Cámara de Diputados el oficio con el que se remitió el
proyecto y fue turnado a las comisiones.
Apenas
un día más tarde, se convocó a reunión extraordinaria de las comisiones
arriba citadas y se aprobó el proyecto de decreto, con lo que se violó
lo establecido en el artículo 186, numeral 2, del Reglamento del Senado
que especifica: “…Una vez puesto de acuerdo a los responsables de su
formulación en las comisiones unidas, el proyecto de dictamen se
distribuirá a todos los integrantes de las mismas, por lo menos 24 horas
antes de la reunión en que deba discutirse y votarse”, cuando los
integrantes de las comisiones recibieron el texto sólo dos horas antes
de la reunión a la que fueron convocados.
Encinas
Rodríguez expuso que a través de una comunicación de la Oficina del
Alto Comisionado de Naciones Unidas en nuestro país, se hizo del
conocimiento de los legisladores, la preocupación de esta instancia
internacional por el contenido de los códigos al considerar que generan
incertidumbre; por ejemplo, “en aquellos casos en los que se perdieron
facultades para órganos de naturaleza militar, cuyas acciones pueden
afectar a personas e instituciones civiles”, por lo que hizo un llamado a
clarificar el ámbito de actuación de las autoridades ministeriales y
jurisdiccionales militares.
“De
plantearse en estos términos el Código de Justicia Militar, que poco o
nada tiene que ver con esta adecuación en materia de modelo acusatorio,
estaríamos prácticamente generando condiciones de un Estado de excepción
donde no hay garantía plena al ejercicio de los derechos civiles y de
los derechos humanos”, advirtió el perredista.
El
coordinador de la bancada del PT en el Senado, Manuel Bartlett,
denunció que a las comisiones solamente les tomó siete minutos la
aprobación del dictamen, lo que, evidentemente, implica que no hubo un
estudio a fondo del mismo y advirtió que el dictamen engrandece a las
Fuerzas Armadas por encima del Estado de derecho y de la soberanía
popular.
“Están
jugando con fuego. Así se empieza y se termina en dictaduras militares.
No se juega con las armas, las armas están para defender la soberanía
nacional, no para convertirse en la policía de nosotros mismos. Queremos
al Ejército, pero lo queremos limpio; no queremos que lo manchen ni que
lo manden a matar gente”, dijo el coordinador parlamentario.
A
parte de los dos presidentes de comisiones que hicieron uso de la
tribuna para explicar el contenido del dictamen, sólo un par de
legisladores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), tomaron la
palabra para defender el texto, en contraste con una lista de por lo
menos 10 senadores que lo hicieron para hablar en sentido negativo del
mismo.
Los
perredistas Dolores Padierna Luna, Fidel Demédicis Hidalgo, Isidro
Pedraza Chávez, Raúl Morón Orozco y Armando Ríos Piter se pronunciaron
en contra, al igual que Layda Sansores, del PT y el ya citado Blásquez
Salinas.
Sin
embargo, ya de madrugada, el documento fue aprobado por la mayoría de
los senadores del PRI, del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido
Verde Ecologista de México (PVEM).
CNDH, una posibilidad
Para
Jaime Cárdenas Gracia, investigador del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la
aprobación del Código Militar de Procedimientos Penales, es una amenaza
contra la libertad de expresión.
Consultado por Revolución TRESPUNTOCERO al
respecto, el académico subraya que el argumento señalado durante la
discusión del tema en el Senado, sobre que las modificaciones tienen por
objetivo la sincronización con el nuevo Sistema Penal Acusatorio –que
debe instrumentarse este año en todo el territorio nacional, luego de
ocho años de transición- es una falacia, pues una de las principales
características del acusatorio es la máxima publicidad, incluida la
obligatoriedad que las audiencias públicas y en el ámbito militar, esto
no sucederá con la normatividad aprobada.
El
Código Militar establece que cada tribunal o juzgado militar definirá
si permite el ingreso de periodistas a las audiencias, pero la
limitación sobre la presencia de civiles no se detiene con los
comunicadores, también pueden definir si asistirán a juicios las
víctimas y sus familiares.
“Se
restringe totalmente el derecho a la información, a los periodistas y
se restringen otros derechos de las víctimas y de los propios familiares
de quien es procesado ante la justicia militar”, advierte el
constitucionalista.
Sin
embargo, el también exdiputado federal, explica que hay algunos
escenarios que pueden echar abajo las reformas recién aprobadas, por
incluir disposiciones de carácter inconstitucional, aunque en todos debe
esperarse a que los códigos sean publicados formalmente en el Diario
Oficial de la Federación (DOF).
“Se
ve complicado que alguien las vaya a utilizar o emplear. Tal vez
solamente lo harán los ciudadanos, las víctimas civiles o los ofendidos
de carácter civil, podrían decidir acudir a un amparo para reclamar las
violaciones a sus derechos y la inconstitucionalidad de esta reforma”,
adelantó.
Desde
el mismo Congreso de la Unión, se puede impulsar un recurso para que la
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) analice la viabilidad de
las nuevas disposiciones. La ley establece que el 33% de los
legisladores de cualquiera de las dos Cámaras, podrán realizar esta
petición.
Sin
embargo, esta posibilidad no es fácil. Para que la Cámara de Diputados
ingrese dicha petición, se necesitaría contar con el respaldo de 165
diputados. El bloque oficialista, conformado por los legisladores del
PRI, PAN, PVEM, NA y PES, aglutinan a 379 diputados; es decir, partidos
de oposición como el PRD, Morena, MC e incluso el diputado
independiente, Manuel Clouthier Carrillo, únicamente alcanzan a
contabilizar 121 espacios.
Esta
posibilidad es inviable, al menos que 44 legisladores oficialistas
brinden su respaldo a la petición de revisión. En el Senado, los números
tampoco son buenos. El 33% equivale a 43 legisladores y la oposición
sólo cuenta con 28 espacios, incluyendo a los dos senadores sin partido.
Otra
posibilidad es que, si algún militar es procesado bajo esta nueva ley y
considera que algún procedimiento vulnera sus derechos, puede promover
un juicio de amparo y pedir la revisión de constitucionalidad de toda la
normatividad que se le está aplicando aunque Cárdenas Gracia explicó
que también es un escenario poco viable por la disciplina y jerarquía
militar a la que están sujetos los elementos de la milicia.
Sin
embargo, la única instancia con facultades para solicitar la revisión
de ambos códigos sin necesidad que primero medie ofensa alguna contra la
población civil o contra un militar, es la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos (CNDH), encabezada por Luis Raúl González.
“Vamos
a ver si la CNDH se atreve a enfrentarse al Ejército mexicano. Ojalá
que sí porque tiene facultades, ojalá se atreviera a revisar este
dictamen y en su momento, cuando se publique en el DOF, promueva una
acción de inconstitucionalidad porque el artículo 105 de la Constitución
le faculta para ello”, expuso el investigador.
Claudicación del Legislativo
Desgraciadamente, para el constitucionalista, la legalidad de los códigos es solo una de sus preocupaciones.
Desde
la declaración de guerra contra el narcotráfico, hecha por Felipe
Calderón en diciembre de 2006, las fuerzas armadas de nuestro país han
exigido instrumentos jurídicos para respaldar las nuevas funciones de
seguridad y patrullaje que se les han asignado, y el gobierno de Peña
Nieto parece haberlos escuchado con atención.
La
pretensión del Ejército de estar “protegidos”, es responsabilidad “del
presidente de la República y de los partidos que aprobaron esta reforma,
lo que es muy preocupante porque, en un Estado democrático –si es que
lo fuéramos porque claro, no lo somos- el Ejército debe estar
subordinado a la autoridad civil y aquí se le está dando mucha fuerza a
la autoridad militar, creo que por encima de la civil”, explicó
Cárdenas.
Agregó:
“si colocan al Ejército en una posición de jerarquía superior a la de
las autoridades civiles, superior a los representantes de la llamada
‘soberanía popular’ -que son diputados y senadores- si el Ejército va a
poder catear un recinto parlamentario, la pregunta es: ¿dónde queda el
carácter representativo de los integrantes del Congreso, la soberanía
del pueblo que, constitucional y jurídicamente está depositada en
ellos?”.
El
investigador subrayó que desde hace 10 años, el Ejército realiza
funciones de seguridad pública que no son de su competencia, sino de las
autoridades civiles –participación que incluso la SCJN avaló- lo que
conduce a un tipo de “organización política de Estado”, donde la milicia
tiene la posibilidad de socavar, controlar y subordinar a las
autoridades civiles a contentillo.
“El
Poder Legislativo está claudicando porque le devuelve el poder a los
militares en tareas que no le corresponden como la seguridad pública y
ahora, con motivo de la aprobación del Código de Justicia Militar y del
Código de Procedimientos Penales, que no se concilian con un Estado de
derecho”, criticó el exlegislador que formó parte de la LXI Legislatura.
Cárdenas
Gracia advirtió que el Ejército en México irá teniendo mayor relevancia
y será quien garantice reformas estructurales como la energética
cuando; por ejemplo, grupos sociales, de campesinos o indígenas se
opongan a la ocupación temporal de sus tierras o a la presencia de
empresas privadas petroleras, gaseras o hidroeléctricas para explotar
sus recursos, pues serán quienes repriman las protestas: “cuando vengan
esos problemas o conflictos sociales, el arma represiva no va a ser la
policía; el arma represiva va a ser el Ejército”, sentenció el
investigador.
“Lo
que da temor es que, la reacción de grupos sociales en contra de las
reformas estructurales es salir a las calles a manifestarse y si el
gobierno piensa que va a tener siempre de su lado al Ejército para
reprimir a todos esos movimientos sociales, el Ejército puede decir:
‘bueno, si tengo tanto poder, si soy el que reprimo y garantizo la
estabilidad para los negocios de las transnacionales, entonces, doy un
golpe de mano’. Fortalecer al Ejército por encima de la autoridad civil,
sí puede conducir a lo que decía el senador Bartlett: al
establecimiento de un Estado militar, o hasta a una dictadura”, apuntó.
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