El pasado martes, pese a no tener despacho allí, Mas se encontraba en el Palau de la Generalitat mientras Puigdemont se estrenaba presidiendo una cumbre con alcaldes y entidades sociales para escenificar un frente común contra el Gobierno de Mariano Rajoy por haber recurrido la ley catalana contra los desahucios y la pobreza energética. Otra jornada significativa, el 23 de abril, Mas programó una rueda de prensa después del tradicional discurso que ofrece el presidente. Rompía así una regla que impuso su propio equipo: los grandes días, ningún cargo del Gobierno podía protagonizar actos que restaran protagonismo al jefe de la Administración catalana.
Pese a que afirmó dar un paso al lado por la exigencia de la CUP, que reclamó su cabeza como condición ineludible para entregar la Generalitat a Junts pel Sí, Mas se ha situado un paso por detrás de Puigdemont. Cuando el presidente de la Generalitat hace una referencia a la declaración unilateral de independencia de Kosovo, el de Convergència puntualiza que el modelo catalán es el de Escocia y el referéndum pactado. Cuando Puigdemont abre las puertas a ser candidato de CDC, Mas remarca que las suyas no están todavía cerradas. El expresidente de la Generalitat no critica. Pero apunta, subraya, corrige.
Desde el gabinete de Presidencia aseguran que los pasos que dan uno y otro son coordinados. Se ven cada lunes por la mañana. Fuentes vinculadas a Esquerra niegan que las apariciones de Mas apaguen la luz del presidente de la Generalitat, pero el exalcalde de Girona está entre dos fuegos: la independencia con la que juega el republicano Oriol Junqueras en el Govern y la presión que le imprime el presidente de su partido.
Fuentes de Convergència argumentan que Mas se ha puesto a disposición de Puigdemont y niegan en redondo una intención de marcaje. La relación entre ambos es fluida, dicen, y añaden que no existe un consejo nacional de Convergència en el que no haya elogios al papel de Puigdemont. Un problema, no obstante, es que la formación nacionalista ha caído en los últimos años en todas las elecciones y su intención de voto continúa descendiendo en las encuestas. Artur Mas tiene en sus manos revertir esa situación de cara a las próximas convocatorias electorales y, sobre todo, en el camino que concluirá en el congreso del partido el próximo mes de julio.
Convergència se plantea si renovarse o refundarse. En el nuevo escenario, el partido se juega su futuro marcando perfil propio y sus afiliados creen necesario que el partido tenga un presidente ajeno a los cargos institucionales, a imagen y semblanza del Partido Nacionalista Vasco.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario