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viernes, 12 de agosto de 2016
LA HIPOCRESÍA DE HILLARY Y LA SINCERIDAD DE TRUMP
LA HIPOCRESÍA DE HILLARY Y LA SINCERIDAD DE TRUMP
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Hay un punto en el que, de momento, todo el mundo parece estar de acuerdo: la carrera hacia la Casa Blanca tiene esta vez dos protagonistas que gozan de una altísima impopularidad.
HILLARY CLINTON Y DONALD TRUMP SON PERSONAJES DE LA MISMA RALEA, AUNQUE ELLA SEA LA CANDIDATA MÁS MENTIROSA DESPUÉS DE GEORGE W.BUSH, NIXON, KENNEDY O SU PROPIO CÓNYUGE
Las cadenas de TV y diarios occidentales, en una amplia mayoría, apoyan subliminalmente a la candidata demócrata cuando arremeten contra las declaraciones xenófobas o machistas del aspirante republicano.
Es decir, no elogian (es imposible hacerlo desde la honestidad) a esta psicópata criminal y mentirosa como su maestro Obama, sino que lanzan rayos y truenos hacia Trump, en una singular demostración de hipocresía periodística, ante el penoso espectáculo que ofrecen ambos nominados.
Las próximas elecciones en EEUU contarán probablemente con un alto porcentaje de participación, que calculo en un 60%, dado el secular desinterés por este esperpento seudodemocrático que suponen los comicios yanquis.
En esta ocasión no se habla mucho de programas, meollo por el que el ciudadano medio manifiesta indiferencia absoluta, sino como suele ocurrir en las tragicomedias, se trata de una competencia de frases infelices entre dos candidatos a los que una mayoría considera, sin temor a equívoco, situados en las antípodas políticas, aunque ella suponga el mayor peligro para ese mundo mejor que muchos anhelamos.
Plataformas tan aparentemente rigurosas como Telesur o RT, siguen lanzando al aire encuestas que aseguran que Hillary supera a Donald en 13 puntos.
Información fácilmente discutible, cuando otras consultas, tan cabales como aquellas, indican que, de hecho, la primera parece disfrutar de un 37% de apoyo, mientras el rubio millonario alcanza un 33%.
En tales sondeos, lo más sorprendente es que solo un 15% del personal señala a ambos como honestos y confiables. Muy interesante dato que nos indica la impopularidad y recelo hacia ambos personajes y el nudo estomacal que se forma ante el dilema de elegir a uno de los dos.
Analistas respetados por su “objetividad made in USA“, editorialistas de los principales medios escritos y expertos politólogos en las grandes cadenas de TV, llegaron a una conclusión aparentemente ilógica: entre Hillary y Donald, es ella la “mentirosa” por excelencia.
Clinton miente incluso cuando trata de ser sincera. Y es trolera compulsiva – aquí es donde salta la aparente paradoja – no porque no diga algunas verdades, sino porque es incomparablemente más hipócrita y mendaz que su rival.
Donald Trump es tan “burro” (disculpen la expresión), que no considera natural tratar de engatusar al personal con disimulos, ni siquiera en esta campaña electoral, silenciando lo que él opina sobre el problema de la inmigración, el islamismo, la homosexualidad o el feminismo. Su mayor error es la sinceridad. Todo lo contrario de su rival.
Trump no percibe, ni al parecer sus asesores, que se ha metido en un campo de minas donde una mentira monumental podría evitarle explosiones no deseadas.
En el teatro de la política burguesa, la falsedad guarda el secreto del éxito y la candidata (primera mujer nominada oficialmente como aspirante a la presidencia, en más de dos siglos de existencia del imperio) sabe, por experiencia matrimonial, que el inmenso vergel de la simulación ofrece muchos más frutos que el páramo de la verdad.
En resumen: a Donald J. Trump, candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos de América, no se le puede tildar de mentiroso. Simplemente pertenece a otra categoría: la del iletrado adinerado, lenguaraz y brusco, llano y exquisitamente estadounidense, metido a político.
Y en un mundo donde las mentiras más brutales han servido de cimiento y sostén de esa “democracia”, lo natural sería que Clinton se convirtiera, por desgracia, en la nueva inquilina de la Casa Blanca. Tenemos terrorismo para rato.
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