La imaginación al poder... siempre contra el Poder
Cuando en el mes de mayo de 1968, en las paredes de París se leía "La imaginación al poder", fueron muchos los bienpensantes -entonces y ahora- que en su perplejidad interpretaron el lema como una reivindicación puramente literaria, reinterpretándola en algo así como "la estética al poder", idea ésta en nada alejada de la más burda y real "estética del Poder". Pero ni es supuesta creatividad para emprendedores o ejecutivos de empresa, ni tampoco principio didáctico para estudiantes de publicidad o diseño gráfico. La frase está estrechamente vinculada con el surrealismo de las décadas 1920-1930, y con el situacionismo de finales de los 50, por lo que su sentido y su fuerza originales se enmarcan en una perspectiva antagonista al capitalismo, y de transformación revolucionaria de la sociedad.
La 'imaginación' es la facultad que tiene el cuerpo humano de crear, inventar, o concebir imágenes, las cuales, aunque posean algún aspecto de lo real, no se corresponden casi nunca con la realidad existente o conocida. Hay atávicas instituciones, como las religiones, que suelen imaginar poderosos -e irreales- mundos jerarquizados que rigen y ordenan el mundo real. Hay otra institución primitiva, jerarquizada y autoritaria por definición, como es el Estado, que a falta de un mínimo atisbo de imaginación, le gusta presentarse ella misma como la imagen ideal del orden, del consenso, de la prosperidad, de la estabilidad,… o sea, la cosa más aburrida y menos imaginativa que se pueda pensar. También están las instituciones económicas del capitalismo realmente existente, que carecen por sí mismas de capacidad imaginativa, pero no de recursos para movilizar y rentabilizar la posible imaginación de sus subordinados, comisionados, usuarios, clientes y explotados. Y, por desgracia, sigue existiendo un institución deplorable y transversal, el patriarcado, de la que beben todas las antedichas, y cuya única capacidad imaginativa es cómo conseguir la docilidad de la mitad de la especie humana, las mujeres.
Dicho en breve: no hay ni puede haber, ni siquiera habrá, institución detentadora del poder expropiado a las mayorías desposeídas, que pueda tener siquiera una pizca potencial de capacidad imaginativa. Lo que sí tienen es una gran capacidad reproductiva, una gran versatilidad adaptativa, pero de imaginación nada. Por ello la política institucional, y quienes ejercen la profesión política, al moverse sólo en lo posible en el orden del poder, suelen ser inopinadamente aburridos. Lo han sido siempre, desde la Atenas clásica hasta la actualidad. Ahora la política es aún mucho más aburrida, por el simple motivo de que tienen que hacer como si tomaran decisiones, cuando éstas se deliberan realmente por otros colegas políticos que ejercen en la gobernanza transnacional, llámese Unión Europea, Multinacionales, Organización Mundial del Comercio, y similares.
Hay una cierta imaginación contenida, encorsetada y biseccionada en la literatura y en el arte, en museos y bibliotecas, en escuelas y universidades, en el cine y en la televisión, en internet y en los medios de información. Pero la imaginación sólo es tal en el proceso de imaginarse y, sobre todo, en el movimiento de incardinarse, individual y colectivamente, desbordándose de los límites que la realidad del Poder siempre le impone. Por esto, no hay dos conceptos más contrarios que los de Imaginación y Poder. Y precisamente por su ser antagónicos están llamados a confrontarse.
El Poder de la minoría poseedora no tolera la Imaginación, más que si se pone a su servicio, o se encauza en instituciones culturales; pero si es así, la imaginación ya no es tal, muere por inacción e inanición. Por inacción, pues la acción es el ámbito propio de la imaginación; no hay modo de saber lo que sea una imaginación pasiva. Por inanición, en tanto que si la imaginación no está activa, tampoco es proactiva, y si no es puesta en comunidad, en comunión y comunicación, ni se alimenta ni se nutre para proseguir desbordándose. El sentido de toda imaginación es desbordar los límites impuestos, saturarlos y superarlos. Es en este desenvolvimiento, en su desbordarse, cuando lo imaginativo hace acto de presencia, y comparece en el acontecer humano. Y es aquí, en el momento de su presencia en la adusta y monótona realidad, donde la imaginación tiene el poder supremo de transformarla, subvertirla, descabezarla y deslumbrarla.
El poder de lo imaginativo es con minúsculas, pues es poder hacer, pensar y decir de cualquiera y por cualquiera que haya sido alcanzado por su presencia, pero no es un poder imaginario -ya no- en el instante que consigue desbordarse… siempre contra su antitético, el Poder. En el desborde se expresa el poder vivir de las mayorías desposeídas, es decir, de cualquiera. En el desborde que acontece ya no está presente el Poder de las élites ni sus instituciones. En el desborde, la realidad será lo que cualquiera quiera que sea.
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http://ultimocero.com/opinion/2016/11/07/la-imaginacion-al-poder-siempre-contra-el-poder/
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