ENRIQUE PEÑA NIETO, presidente de México, fue duramente castigado en casa por reunirse con Donald Trump en agosto. El Sr. Trump, entonces candidato republicano a la presidencia, es injuriado al sur de la frontera por llamar a los violadores de migrantes mexicanos y por prometer que obligaría a México a pagar por un muro entre los dos países. En su defensa, Peña dijo que era importante iniciar un diálogo temprano, con miras a reducir el posible daño que una presidencia de Trump podría causar a México.
Esa estrategia está a punto de ponerse a prueba. En México, el efecto inmediato de la victoria del Sr. Trump ha sido enviar el ya débil peso a nuevos mínimos. A lo largo de la campaña la moneda reaccionó mal a cualquier mejora percibida en las posibilidades de victoria del republicano. El miércoles por la mañana cayó a más de 20 por dólar -la mayor caída desde 1994- por los temores sobre el futuro del comercio con Estados Unidos.
El gobernador del banco central, Agustín Carstens, sugirió en septiembre que la llegada del Sr. Trump a la Casa Blanca golpearía a México como un "huracán categoría 5". Se espera que el banco responda al malestar del peso elevando las tasas de interés al menos una vez más este año. En la actualidad, el 4,75%, podría llegar al 6,75%. Este endurecimiento, que puede ir acompañado de recortes en el gasto público, podría afectar gravemente a una economía mexicana que ya está luchando frente a la reducción de la demanda industrial en Estados Unidos.
Esa incertidumbre es un riesgo mínimo en comparación con la perspectiva de que el Sr. Trump saque a los Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Estados Unidos no se ha retirado de un acuerdo comercial en más de un siglo, pero hacerlo está dentro de los poderes presidenciales del Sr. Trump, y lo ha llamado "el peor acuerdo comercial de la historia". No está claro si él quiere realmente poner en peligro el comercio bilateral de $ 580bn al año. México tendría más que perder con la imposición de aranceles, ya que envía alrededor del 80% de sus exportaciones a América. Pero las ganancias devengadas a América son enormes, como se espera que el Sr. Trump, a pesar de toda su fanfarronería, debe saber.
La cooperación en materia de seguridad es también de vital importancia y las relaciones en este ámbito son actualmente mejores que en cualquier punto de los últimos diez años, sugiere Duncan Wood, director del Instituto México del Wilson Center en Washington, DC. Dado que el Sr. Trump se ha quejado de los narcotraficantes mexicanos que vienen a Estados Unidos, las posibilidades de que socave las mismas interacciones que pretenden mantenerlos fuera son mínimas.
Peña tiene un equilibrio difícil de encontrar. Criticado por ser demasiado blando en su acercamiento al Sr. Trump a principios de año, puede sentirse obligado a golpear un tono más duro ahora. Sin embargo, esa actitud traería consigo el peligro de una escalada del Sr. Trump, que puede ser susceptible. Sería mejor identificar los objetivos políticos de México y promover formas en que los países puedan trabajar juntos. La interrupción que los próximos cuatro años podrían causar a la relación bilateral, aunque preocupante, no tiene que ser apocalíptica. "El cielo no caerá", dice David Shirk de la Universidad de San Diego, "pero será menor".