martes, 31 de enero de 2017

Donald Trump: el eslabón perdido





misionverdad.com
Donald Trump: el eslabón perdido 






Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días
que es lóbrego mamífero y se peina…

César Vallejo

Pasado el reality show de las elecciones en los Estados Unidos, sus primeros impactos y reacciones, Donald Trump es el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. No estaría demás comenzar a leer la razón política y geopolítica de este resultado, nada azaroso ni gratuito, vistos los nuevos escenarios que deja el año viejo, en el largo proceso de reacomodo mundial y la crisis estructural del capitalismo.

¿Cómo es que un personaje como este nuevo Presidente de los Estados Unidos, sin background político pero empresario de los grandes, llega a semejante cargo, en medio de dislates de todo tipo, cual provocador de oficio?

La crisis del capitalismo ha tocado profundo su economía nacional, y el surgimiento de nuevos bloques regionales han disminuido la fuerza hegemónica y omnipresente de los Estados Unidos, que sufre de mengua frente a una población que le vendieron el American Way Of Life como la única alternativa válida para ser beneficiario de un bienestar alienante, y a los Estados Unidos como el campeón de la democracia y la libertad.


Cambió el títere pero no el titiritero

Donald Trump es necesario, porque necesario es recuperar la imagen de ese gran país, líder de la democracia; necesario es volver a ser la sede de los procesos industriales que sostienen la sociedad de consumo, porque todo se fue a la China y su gente se quedó desempleada; necesario es redireccionar las relaciones de intercambio bajo los principios de una Alianza para el Progreso de nuevo cuño, porque van perdiendo espacios estratégicos y ya no tienen el control de lo que pasa en el mundo.

Todo esto obliga a cambiar de estilo. No era ya rentable el estilo del señor Obama, el morenito que alguna vez también fue necesario. Menos rentable podía ser el estilo patológico de la señora Clinton. Ya no se puede seguir amenazando a todo el mundo porque el mundo unipolar nunca existió. Ya las guerras no son el instrumento más pertinente para superar las crisis económicas y financieras, porque los aliados naturales también están en crisis. La OTAN se descompone, se va quedando hueca y ya no asusta a nadie: el Imperio, efectivamente, es un Tigre de Papel.

Por eso, no resulta extraño el giro de la política interna y el cambio drástico en los mecanismos de interrelación con los demás países del mundo.

La imagen del nuevo Presidente, así como su discurso aparentemente contradictorio, eran necesarios y no tienen costo político alguno, siendo alguien que no viene del ámbito político, en consecuencia puede permitirse cualquier cosa que marque diferencia con lo que habitualmente era la conducta imperial esperada.

Los escenarios del nuevo orden internacional y de la nueva etapa del capitalismo mundial -el capitalismo financiero-, así lo exigen. Puede más el cerco financiero que el cerco militar, pueden más los business que la fuerza bruta imperial, practicada secularmente por los poderosos del mundo, que ya no son tan poderosos ni tan universales como se creía. La victoria del pueblo sirio así lo demuestra y podría equipararse con la otra gran victoria que marcó pauta: la del pueblo de Vietnam.

Por eso, era necesario un nuevo personaje que pudiera caracterizar el nuevo guión del poder imperial capitalista para superar su crisis interna, y fortalecer la etapa superior alcanzada: el imperialismo financiero. Esa estrategia será el eje central de los nuevos escenarios. Es la etapa que tendremos que enfrentar con paciencia, con constancia, con la unidad requerida en lo interno del país, para consolidar la Revolución Bolivariana, pero también en el escenario regional de la patria grande, como la única fuerza capaz de consolidarnos como bloque emergente con voz propia en el escenario mundial.

Cambió el títere pero no el titiritero. La lucha será larga y el enemigo se hará cada vez más perverso. Donald Trump simplemente es el eslabón que estaban buscando para dar ese giro; nos toca, pues, cerrar filas. Al capitalismo ni tantito así.

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